Lipoproteína (a): el colesterol “malo” hereditario que aumenta el riesgo cardiovascular

La concentración de esta proteína no responde a estrategias típicas de reducción de colesterol y se mantiene en unas cifras muy similares a lo largo de toda la vida

Paula Baena
La lipoproteína (a), conocida también como Lp (a), es una partícula del LDL que puede aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular. Estas sustancias se encargan de transportar el colesterol en la sangre, con la diferencia de que la Lp (a) contiene una proteína adicional llamada apolipoproteína(a) que, según el Dr. José María Mostaza, director de la Unidad de Riesgo Vascular del centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud, “la convierte en una partícula mucho más aterogénica, es decir, convierte al colesterol malo en uno malísimo”.

El director de la Unidad de Riesgo Vascular del centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud, recuerda que varios factores se han relacionado con el riesgo de padecer ictus, infarto cardiaco, aneurisma abdominal o enfermedad arterial periférica. Entre los más conocidos se encuentran la diabetes, el tabaquismo, la hipertensión arterial y la concentración elevada de colesterol, a los que ahora se suma la lipoproteína (a).

La concentración en sangre de lipoproteína (a) viene determinada genéticamente en un 80% y, según expone el Dr. Mostaza, la lipoproteína (a) está en niveles elevados en, aproximadamente, un 20% de la población. Además, no responde a las estrategias típicas de reducción del colesterol LDL como la dieta, el ejercicio o la medicación para reducir los lípidos.

Según el especialista, la lipoproteína (a) “penetra en el interior de la pared de las arterias más fácilmente que el colesterol malo, produciendo un mayor daño de la arteria y facilitando que se obstruya con más facilidad”, relata. Así, incrementa precozmente el riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio o accidente cerebral vascular isquémico.

La importancia de medir los valores de lipoproteína (a)

El Dr. Mostaza, en colaboración con otros médicos de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA) y la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), publica un documento en el que recopila evidencia sobre la lipoproteína (a). En él, aborda cuándo se debe medir en sangre, las acciones a tomar si se encuentran valores elevados y las perspectivas futuras de los medicamentos destinados a reducir su concentración.

De esta manera, el experto asegura que, con la medición de la lipoproteína (a), “la estimación de ese riesgo es más precisa”. No obstante, aunque cada vez existen más estudios que relacionan a la lipoproteína (a) con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, el número de personas a las que se mide su concentración es muy escaso.

“Con una única vez es suficiente porque su concentración apenas es modificada por factores externos y se mantiene en unas cifras muy similares a lo largo de toda la vida”, añade. Para el especialista, tendría que ser obligatorio la medición en personas que hayan desarrollado problemas vasculares a edades tempranas sin tener otros factores de riesgo, en familiares de personas con enfermedad vascular prematura y en personas que tengan familiares con lipoproteína (a) elevada.

Dr. Mostaza: “Hay que establecer una estrategia de tratamiento que permita reducir el riesgo atribuible a esta nueva lipoproteína”

Actualmente, existen numerosos fármacos en investigación para reducir la lipoproteína (a). En este aspecto, el Dr. Mostaza recalca que están participando en varios ensayos clínicos con estos medicamentos, “pero deben demostrar su utilidad antes de poder salir al mercado. Mientras tanto, en los pacientes con lipoproteína (a) elevada se pueden hacer muchas cosas”.

El experto recomienda estimar el riesgo vascular global del paciente utilizando ecuaciones que incluyan la lipoproteína (a). “En función de dicho riesgo y de la intensidad de la elevación de la lipoproteína (a), hay que establecer una estrategia de tratamiento que permita reducir el riesgo atribuible a esta nueva lipoproteína”.

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