Embarazo y enfermedades neurológicas: La incidencia del ictus en embarazadas y durante el puerperio se triplica

La Sociedad Española de Neurología incide en la necesidad de identificar precozmente los posibles riesgos para prevenir. Los médicos cuentan con un manual sobre Neurología y Mujer

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Redacción
Ciertas enfermedades neurológicas pueden ser más frecuentes en las mujeres durante el embarazo y en la etapa de puerperio. Las trombosis venosas cerebrales en estas etapas vitales de la mujer representan el 15-20% del total de casos anuales. Los ictus hemorrágicos en embarazadas suponen el 50% de los casos de ictus, mientras en la población general representan el 15%. Además, por cada 100.000 embarazos se producen 35 casos de ictus isquémicos. Son datos que maneja la Sociedad Española de Neurología (SEN), que advierte de la necesidad de identificar precozmente los posibles riesgos para tomar medidas que protejan la salud de estas mujeres. Para facilitar esta tarea, los médicos cuentan con el manual Neurología y Mujer, editado por la propia SEN.

Las trombosis venosas cerebrales en el embarazo y el puerperio de la mujer representan el 15-20% del total de casos anuales

“Durante el embarazo se producen una serie de cambios fisiológicos que, combinados con procesos patológicos propios de este periodo, hacen que la mujer tenga una mayor predisposición a padecer ciertas enfermedades neurológicas. Y, quizás, la enfermedad que puede tener las consecuencias más devastadoras es el ictus”, explica la Dra. Susana Arias, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN). La especialista señala que las mujeres embarazadas y las que están en el puerperio tienen mayor riesgo de sufrir ictus isquémico, hemorrágico o una trombosis venosa cerebral, “ya que la incidencia de ictus durante el embarazo y el postparto es aproximadamente el triple de la incidencia en mujeres no gestantes de la misma edad”.

El uso de anticonceptivos hormonales es el principal factor de riesgo en mujeres jóvenes y existen datos para pensar que la incidencia de ictus isquémicos en embarazos va en aumento debido al retraso en la edad de la maternidad y la mayor incidencia de la obesidad en mujeres gestantes. Los períodos de mayor riesgo son el tercer trimestre y el postparto, hasta las 12 semanas.

Dra. Arias: “Una serie de cambios fisiológicos durante el embarazo, combinados con procesos patológicos propios de este periodo, hacen que la mujer tenga una mayor predisposición a padecer ciertas enfermedades neurológicas”

“Los factores de riesgo más importantes en los ictus gestacionales son el tabaquismo, los antecedentes de migraña, cardiomiopatía, estados de hipercoagulabilidad primaria, la edad (sobre todo a partir de los 35 años) y las complicaciones del embarazo como hipertensión gestacional y preeclampsia, hemorragia postparto, transfusión, e infecciones durante el parto”, enumera la Dra. Susana Arias, “también se han relacionado con un aumento de incidencia de ictus la reproducción asistida y el parto por cesárea”.

La especialista hace hincapié en la hipertensión gestacional, un problema que afecta a una de cada 10 embarazadas y “predispone a padecer cualquier tipo de enfermedad vascular de forma precoz. Algunos estudios hablan incluso de que este riesgo se mantiene hasta 17 años después del parto”.

Factores de riesgo importantes en los ictus gestacionales son el tabaquismo, antecedentes de cardiomiopatia, la edad, estados de hipercoagulación primaria, preeclampsia o infecciones en el parto

Otros problemas vinculados a la salud neurológica son los trastornos del sueño o el síndrome de piernas inquietas. Se estima que más del 80% de las mujeres embarazadas tienen algún trastorno del sueño, sobre todo en el tercer trimestre. El insomnio está presente en hasta el 60% de las embarazadas y el síndrome de piernas inquietas en hasta un 30%. En mujeres embarazadas el síndrome de piernas inquietas es tres veces más frecuente que en las no embarazadas.

La corea gravídica es el trastorno del movimiento hipercinético más frecuente en el embarazo seguido de la distonía. Implica el desarrollo de corea durante la gestación y el periodo de presentación más frecuente es el primer trimestre del embarazo en el 50% de los casos, aunque en un tercio de los casos se producirá una remisión espontánea antes del parto. Por su parte, un embarazo puede tanto exacerbar distonías ya previas, como fomentar la aparición de novo de una, aunque generalmente remitirán en los seis meses posteriores al parto.

Las fluctuaciones hormonales a lo largo del ciclo menstrual también pueden afectar a la frecuencia de crisis epilépticas. Aproximadamente en un tercio de las mujeres con epilepsia ven aumentada en el doble o más la frecuencia de crisis epilépticas durante una etapa específica del ciclo menstrual. Por otra parte, toda mujer con epilepsia en edad fértil debe recibir consejo sobre el método anticonceptivo más adecuado e información sobre la importancia de planificar con antelación el embarazo, para evaluar el tratamiento y mantener un equilibrio entre el mejor control de crisis, que minimice los riesgos materno-fetales.

Mujeres con enfermedades neurológicas como la epilepsia, la esclerosis múltiple o la miastenia gravis deben seguirse de cerca en el embarazo y antes del mismo para planificarlo

“A estas pacientes siempre se las debe incluir dentro de la categoría de embarazo de alto riesgo, ya que el riesgo de mortalidad materna es diez veces mayor que en la población general, al igual que también tienen aumentado otros riesgos obstétricos y fetales como aborto espontáneo, hemorragia preparto, hipertensión gestacional, preeclampsia, presentación podálica, inducción del parto, parto por cesárea o parto prematuro”, comenta la Dra. Cristina Íñiguez, Vicepresidenta de la SEN.

La esclerosis múltiple es una enfermedad mayoritariamente femenina, ya que se diagnostica en tres mujeres por cada hombre y mayoritariamente en edad fértil. Y aunque esta enfermedad neurológica no provoca efectos negativos sobre el embarazo, no aumenta el riesgo de malformaciones congénitas, ni de abortos, y tampoco hay mayor riesgo en el momento del parto, también requiere de una planificación previa, ya que es aconsejable que el embarazo se lleve a cabo tras una etapa de estabilidad de la enfermedad y porque, además, en muchas ocasiones, se retirarán los tratamientos habituales.

Cuando llega el puerperio, “la mayoría de las pacientes empeora su migraña”, lo que suele requerir mayor necesidad de tratamiento

La miastenia gravis es también una enfermedad que afecta en gran medida a mujeres jóvenes, sobre todo entre los 20 y los 40 años. En ellas, se han descrito tanto mejoría como empeoramiento antes y durante la menstruación, en el embarazo y el puerperio. Además, la miastenia gravis debe tratarse eficazmente también durante el embarazo, pero con precaución para no producir daño en el feto, por lo que el embarazo debe ser planificado, con la enfermedad en situación estable. Y, aunque no se ha encontrado un incremento de casos de inicio de miastenia durante el embarazo, sí en el puerperio; el último estudio realizado al respecto señalaba un riesgo de desarrollar esta enfermedad neuromuscular cinco veces mayor en los seis primeros meses tras el parto, especialmente tras el nacimiento del primer hijo.

La migraña es una de las patologías más prevalentes sobre todo en mujeres en edad fértil y por ello es un motivo de consulta muy frecuente durante el embarazo y el puerperio. Si bien, en general, la mayoría de mujeres experimenta durante la gestación una gran mejoría de la frecuencia e intensidad de sus ataques, tras dar a luz, hasta un tercio de las mujeres vuelve a empeorar durante la primera semana de puerperio y más del 50% en el primer mes.

Dra. Arias: “No existen ensayos clínicos o estudios reglados sobre el uso de fármacos para la migraña durante el embarazo, ya que constituyen un grupo de población que queda siempre excluido”

“En los casos de las gestantes cuya migraña no mejore durante el embarazo, es importante tener en cuenta que no existen ensayos clínicos o estudios reglados sobre el uso de fármacos para la migraña durante el embarazo, ya que constituyen un grupo de población que queda siempre excluido. Por lo que la decisión de mantener o no la medicación se debe evaluar siempre de forma cuidadosa e individual”, comenta la Dra. Susana Arias.

Cuando llega el puerperio, “la mayoría de las pacientes empeora su migraña”, lo que suele requerir mayor necesidad de tratamiento. Durante la lactancia “debemos tener en cuenta que la seguridad de los fármacos empleados puede cambiar en casos de niños prematuros o con ciertas patologías”. Otras enfermedades neurológicas, como el párkinson o las miopatías pueden empeorar en sus síntomas o progresar, en el caso de las miopatías.

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