Ética, empoderamiento del paciente y datos de valor para el éxito del EEDS

La Smart Health Hackathon celebrada en el Hospital Clínico San Carlos reunió a expertos en materia legal y procedimental y a pacientes para afrontar el escenario ideal hacia el que debe encaminarse el proyecto más ambicioso en salud a nivel comunitario

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Juan León García
Todo un continente como Europa unido bajo un sistema que comparta los datos en salud de más de 500 millones de ciudadanos. La premisa del Espacio Europeo de Datos Sanitarios (EEDS), ya aprobado por Comisión y Parlamento y en marcha desde este mismo año, marca un hito sin precedentes en la Unión Europea (UE). En un contexto en el que la inteligencia artificial (IA) vive su verano, esta será una de las tecnologías base del nuevo modelo.

De ahí que también las autoridades comunitarias pongan el foco sobre la regulación “desde el punto de vista ético” con la IA Act UE, como destaca Ricard Martínez, director de la Cátedra de Privacidad y Transformación Digital Microsoft-Universitat de València (UV). “La primera gran afirmación es que este sistema se basa en la garantía a la dignidad del ser humano”, interviene durante la Smart Health Hackathon organizada por el Hospital Clínico San Carlos (a través de su Instituto de Investigación Sanitaria San Carlos, IdISSC) y Microsoft como partner tecnológico. Iniciativa que también cuenta con la participación activa de Sandoz y otros patrocinadores, entre los que se encuentran Novo NordiskPfizerBoehringer IngelheimGrupo Empresarial ElectromédicoAir LiquideGSK y Serveo, además de recibir el aval de Sedisa.

Pedro Carrascal, director general de la POP: “Como pacientes crónicos, nuestra principal preocupación es que el sistema se enfoque hacia un aspecto diferente, hacia el valor”

Martínez participó en una de las mesas simultáneas de expertos celebradas durante la segunda jornada de esta competición, y que transcurrió en el salón de actos del hospital. En ella, estuvo acompañado por el director general de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), Pedro Carrascal. Ambos abordaron las cuestiones éticas y regulatorias en torno a la IA, premisa sobre la que se asienta la hackathon en la que participan 50 profesionales multidisciplinares divididos en grupos de diez, uno por categoría.

Tanto para los proyectos a presentar (las propuestas perfiladas a principios de junio se desarrollarán durante cuatro meses), como cualquier iniciativa que persiga la optimización de los sistemas sanitarios necesitará no solo cantidad, sino sobre todo calidad en los datos recogidos. Para Carrascal, la principal preocupación de los pacientes crónicos gira en torno a que “el sistema se enfoque hacia un aspecto diferente, hacia el valor”. Por ejemplo, con la incorporación de datos sociales en la historia clínica o la inclusión en ellos de la perspectiva del paciente. Lo que requiere a su vez un cambio de cultura, en la que la persona “se implique más allá de su correlación con el sistema en la gestión de su enfermedad”.

Al mismo tiempo, la propiedad del dato cumple un papel preponderante en el EEDS, precisa Martínez: “En cualquier país de la UE-27 un paciente podrá recuperar datos de su historia clínica desde casa”, aspecto que potenciará un empoderamiento del ciudadano, con derecho de acceso directo y compatibilización, ocultación o aportación de su información. La característica opt-in, opt-out en la normativa ahonda en los permisos de acceso que conceden, o revierten, los pacientes a según qué datos a terceros.

Ricard Martínez, director de la Cátedra de Privacidad y Transformación Digital Microsoft-UV: “En cualquier país de la UE-27 un paciente podrá recuperar datos de su historia clínica desde casa”

“Entonces el reto”, advierte el académico, “es saber qué va a hacer el sistema de salud con el EEDS”. Explica que existirá un organismo que requerirá dicha información y analice cómo se tratan. “Eso ahorra burocracia al sistema, pero expone los datos” ante una multiplicidad de actores (los Data Holder, como pudieran ser aplicaciones de bienestar, entre otros muchos) a los que podrá exigir los datos que almacenen. No obstante, también se contempla la figura del donante de datos.

Para naturalizar ese proceso tanto de cesión voluntaria de información como también de la posible posterior devolución de esos datos, insiste Carrascal, hace falta comenzar esa conversación social sobre la importancia del uso de estos nuevos sistemas”.

“Quizá no hay suficiente pedagogía para conocer cómo influyen las aplicaciones como ChatGPT”, reflexiona en alto. La incertidumbre ante lo que se desconoce genera “miedos y dudas”, y por eso es importante “trasladar que [la IA] es una herramienta en la que el sistema confía. No solo favorecerla, sino implicarnos para entrenar al algoritmo de la IA. De hecho, desde el año pasado la POP promueve un proyecto al respecto para que cada vez más pacientes participen de este nuevo paradigma. “Nos tenemos que poner las pilas porque si no generamos datos y no convencemos a los clínicos, no vamos a cumplir”, advierte, con la implementación exitosa del EEDS.

Donar datos como se dona sangre

Así, un acto tan cotidiano como el de donar sangre podría tener su reflejo en la futura donación de datos. El proyecto European Federation for Cancer Images (Eucaim) pone de manifiesto en el ámbito concreto de la imagen médica cuestiones como estas a través de un “modo fluido y flexible” con pacientes cuyos datos están vinculados a su enfermedad y al sistema, detalla Martínez, cuya institución participa en esta iniciativa europea.

De que se consiga dependerá la construcción de modelos de datos, sugiere. Para ello hará falta formación y capacitación, a la vez que un mayor empoderamiento de los investigadores. En paralelo, se multiplican “los usos secundarios (investigación) y el acceso a fuentes de datos”, detalla.

La incentivación de los pacientes para formar parte de estudios como Eucaim pasa, desde la experiencia del académico, por no caer en “la fatiga del clic”. En este sentido, se buscan alternativas para hacer más sencilla y atractiva su implicación. Sea como fuere, complementa Carrascal, hará falta “dotar de recursos al sistema” para evitar inequidades a la hora de democratizar las nuevas tecnologías en salud. Eso se traduciría, por ejemplo, en soluciones que asistan a las personas (como los mayores) al uso de estas herramientas.

También genera dualidad de opiniones el modelo español que, si para Martínez “va a tener más éxito que otros” por su fórmula de los consentimientos amplios y regulados por proyectos y datos (respecto a aquellos cuyo consentimiento es constante), para Carrascal tendrá que superar el escollo de la interoperabilidad. “Una de las mayores complicaciones en España será el intercambio de información entre sistemas sanitarios. Se necesitará tener toda la información para manejar la salud en el futuro”, concluye.

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