P.M.S
Tres pacientes que habían iniciado los trámites para la eutanasia reconsideraron su decisión después de someterse a un tratamiento experimental de neurocirugía que alivia el dolor en el Hospital del Mar de Barcelona. Estos pacientes, de entre 50 y 64 años, padecían dolor neuropático severo, que no habían aliviado con tratamientos previos. Así lo recoge un artículo publicado en la revista Neuromodulation, firmado por la Dra. Gloria Villalba, coordinadora del Servicio de Neurocirugía del hospital del Mar, y el Dr. Juan Ramón Castaño, del Servicio de Psiquiatría del mismo hospital, que muestra cómo afecta la neuromodulación para el dolor neuropático a las solicitudes de eutanasia.
El procedimiento experimental implicaba una neurocirugía de estimulación cerebral profunda, dirigida a modular el componente afectivo del dolor mediante la implantación de electrodos en el cíngulo anterior del cerebro. La intervención mejoró significativamente la calidad de vida de los pacientes, reduciendo la percepción de dolor a niveles soportables.
Un paciente falleció debido a una neumonía seis meses después, mientras que otros dos han descartado la eutanasia tras la mejora obtenida con el tratamiento experimental
La primera intervención tuvo lugar en octubre de 2022 en un hombre de 64 años tenía dolor neuropático en el sacro como secuela de una lesión medular consecuencia de un accidente de moto. Antes de iniciar los trámites para la eutanasia, se había intentado suicidar en tres ocasiones. Su calidad de vida mejoró tras la cirugía y paralizó la solicitud de eutanasia. Sin embargo, falleció seis meses más tarde a causa de una neumonía.
Los otros dos casos, con 54 y 50 años en el momento que recibieron el tratamiento de neurocirugía, se encuentran mucho mejor que antes de la intervención y han descartado continuar los trámites para solicitar la eutanasia. El primero sufría dolor neuropático como secuela de una intervención anterior para tratar un juanete y el segundo presentaba un dolor asociado a una situación de estrés postraumático que le afecta a toda la cabeza. En cambio, una cuarta paciente de 58 años con dolor neuropático facial como consecuencia de cirugía estética desestimó el tratamiento con neurocirugía y recibió la eutanasia.
Los electrodos, que miden 1,5 milímetros de diámetro, se implantan en el cerebro para toda la vida y se conectan por un cable a una pequeña batería que se coloca bajo la piel de la clavícula. “Los electrodos están activados de manera permanente; los pacientes no los regulan”, afirma la Dra. Villalba. La neurocirugía se complementa con terapia cognitivo-conductual y fármacos antiepilépticos en el postoperatorio. La Dra. Villalba y el Dr. Castaño señalan que estas intervenciones están “infrautilizadas e infrainvestigadas, por lo que se desconocen en muchos hospitales y no son opciones de tratamiento ampliamente recomendadas“.