El abordaje temprano del dolor agudo: una prioridad para prevenir problemas crónicos y reducir la carga asistencial

La transformación del dolor agudo en un problema crónico es una consecuencia directa de la falta de un abordaje adecuado en sus fases iniciales. Esta situación no solo perjudica la salud del paciente, sino que también incrementa la carga asistencial del sistema de salud

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Redacción
El dolor agudo es una de las principales razones por las cuales los pacientes acuden a los servicios de urgencias. Tanto es así que algunos estudios estiman que hasta el 78% de los pacientes en urgencias lo hacen por condiciones relacionadas con el mismo. Sin embargo, la falta de tratamiento adecuado en las fases tempranas del dolor y la banalización del sufrimiento ajeno constituyen grandes retos que deben ser abordados para mejorar el sistema de atención y prevenir la cronificación del dolor agudo.

Según, el Dr. José Ramón Casal Codesido, jefe de Servicio de Urgencias del Hospital El Bierzo, y el Dr. Cesáreo Álvarez Rodríguez, jefe de la Unidad de Urgencias del Hospital de Verín, en los servicios de urgencias, el manejo del dolor agudo es crucial. El abordaje debe ser rápido para minimizar el sufrimiento del paciente.

La intensidad del dolor debería tomarse como 5ª constante vital

“El dolor en los servicios de urgencias y emergencias se mide menos de lo que desearíamos. Siempre hablamos de que debería ser la quinta constante vital (tensión, temperatura, frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria) y como quinta constante hemos de medir la intensidad del dolor. Según los estudios, un porcentaje elevado de profesionales no mide el dolor al inicio de la atención médica y menos al alta tras el tratamiento pautado”, remarcan los especialistas.

Aunque admiten que, “con la introducción hace años de los sistemas de triaje en los servicios de urgencias, el personal de enfermería está obligado de alguna manera a cuantificar el dolor”, la realidad muestra que la detección y el tratamiento del dolor en urgencias no siempre se realizan de manera óptima.

Así, todo ello puede conllevar que el dolor se prolongue y se intensifique, pues las prioridades básicas únicamente incluyen la estabilización hemodinámica, una evaluación rápida del origen del dolor y la administración de analgésicos cuando se considera necesario.

La cronificación del dolor es una consecuencia de la falta de un abordaje adecuado en sus fases iniciales

La cronificación del dolor es una consecuencia directa de la falta de un abordaje adecuado en sus fases iniciales. Este problema no solo afecta la salud del paciente, sino que también aumenta la carga asistencial del sistema de salud, ya que los afectados suelen regresar repetidamente a urgencias debido al dolor no resuelto.

“El dolor hay que tratarlo, no debemos esperar al diagnóstico, pero debemos de tener una idea aproximada de cuál es la causa. Es raro que se envíe el paciente para buscar el origen a su médico de  atención primaria, hoy en día, tenemos muchas armas diagnósticas en los servicios de urgencias que nos pueden orientar con gran fiabilidad y llegar a un diagnóstico lo más aproximado posible”, inciden los doctores Casal y Álvarez.

Es fundamental que los profesionales de la salud den al dolor la importancia que merece

Asimismo, otro desafío significativo es la banalización del dolor ajeno. Es fundamental que los profesionales de la salud den al dolor la importancia que merece y realicen una valoración adecuada del nivel de dolor en cada paciente. En este punto, es crucial no solo el uso de herramientas de triaje, sino también la capacidad evaluadora de los profesionales: “Las escalas siempre son subjetivas, y corresponde al profesional interpretar los resultados y pautar la analgesia correspondiente”, señalan.

Idealmente, las técnicas de triaje y las escalas visuales analógicas del dolor (EVA) deberían estar disponibles en todos los hospitales para garantizar que todos los pacientes reciban una atención adecuada y mejorar la coordinación entre enfermería y medicina con un abordaje más rápido y eficaz del dolor desde el momento en que el paciente llega a urgencias.

Para lograr este cambio en el modelo asistencial, la formación de los profesionales de salud en el manejo del dolor resulta esencial, desde el pregrado y durante toda su carrera profesional, integrando el uso de protocolos y la importancia de la valoración del dolor.

El manejo del dolor en pacientes como niños y embarazadas presenta desafíos adicionales

A su vez, el manejo del dolor presenta otro tipo de retos adicionales en grupos específicos de pacientes como niños y mujeres embarazadas. Por ejemplo, en el caso de los niños, se utilizan diversas escalas para medir el dolor, adaptadas a la capacidad de expresión de cada uno.

“En neonatos valoramos el llanto, la oxigenación, la frecuencia cardiaca y tensión arterial, la expresión y el sueño. En niños un poco más mayores (menores de 3 años), podemos valorar la expresión de la cara, si las piernas están relajadas o en movimiento, la actividad, el llanto o la capacidad de consuelo. En niños entre 3 y 6 años, usamos escalas de colores o de expresión facial. En niños algo más mayores ya usamos las escalas numéricas”, explican los facultativos.

En el caso de las mujeres embarazadas, el manejo del dolor es más complejo debido a las limitaciones en el uso de ciertos medicamentos por el riesgo de daño al feto. Por ello es crucial asegurar un diagnóstico adecuado del origen del dolor y utilizar tratamientos seguros para el embarazo.

Propuestas de mejora para el manejo del dolor agudo

Con todo ello, para los profesionales es esencial afrontar los retos asistenciales que se presentan en la atención del dolor. Por un lado, la creación de protocolos específicos y consensuados entre los distintos niveles asistenciales es fundamental, ya que deben ser aplicables en todos los servicios de urgencias y atención primaria para asegurar un tratamiento coherente y eficaz del dolor en cualquier punto de contacto con el paciente. A su vez, se debería establecer la cuantificación del dolor como la quinta constante vital, lo que implicaría medir la intensidad del dolor al inicio de la atención médica y tras el tratamiento, asegurando un seguimiento adecuado del estado del paciente.

Además, se necesita una mayor inversión en investigación para desarrollar nuevas herramientas diagnósticas y terapéuticas para el manejo del dolor, incluyendo la exploración de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial para mejorar el diagnóstico y tratamiento en urgencias. Por otra parte, ha de mejorar la comunicación entre los distintos niveles asistenciales y garantizar un seguimiento continuo del paciente, pues son aspectos clave para evitar la cronificación del dolor. El desarrollo de unidades del dolor multidisciplinares puede ser una solución efectiva en este sentido.

De esta manera, como resaltan el Dr. Casal y el Dr. Álvarez, los servicios de urgencias y la atención primaria tienen un papel fundamental en la prevención de la cronificación del dolor agudo. La implementación de protocolos claros, la formación continua de los profesionales de la salud, y un enfoque coordinado y multidisciplinar son esenciales para mejorar el manejo del dolor y asegurar una atención adecuada a los pacientes desde el momento en que ingresan al sistema de salud.

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