Redacción
Con la llegada de las vacaciones y el aumento de los desplazamientos en avión, cada verano resurge la preocupación por el síndrome de clase turista. Este término, acuñado en los años noventa, describe el aumento de casos de trombosis venosa profunda en pasajeros que realizan viajes de larga duración en avión, especialmente en clase turista. Sin embargo, estudios posteriores han demostrado que esta condición también puede afectar a viajeros en otras clases.
La Dra. Yolanda Martínez Pinto, especialista en medicina interna del Hospital HM Regla, explica que “este síndrome consiste en la formación de coágulos en las venas profundas de las piernas, lo que puede desencadenar una trombosis venosa profunda. Si uno de estos coágulos se desplaza hasta una arteria pulmonar, puede provocar un tromboembolismo pulmonar, una condición grave que puede ser fatal”.
Causas y factores de riesgo
La postura poco ergonómica durante un vuelo de larga duración, combinada con la escasez de espacio, es uno de los principales factores que contribuyen a la formación de coágulos en las venas de las piernas. Al estar sentado durante largos periodos y con poco espacio para mover las piernas, se reduce el masaje natural que los músculos ejercen sobre las venas, dificultando el retorno de la sangre al corazón. Además, la deshidratación y las condiciones de presión y oxígeno en los aviones también pueden ser desencadenantes de esta patología.
Una postura poco ergonómica y la falta de movimiento pueden desencadenar trombosis venosa profunda en vuelos largos
Existen otros factores que aumentan el riesgo de desarrollar trombos durante un vuelo, como alteraciones congénitas de la coagulación, cirugías recientes, edad avanzada, tabaquismo, obesidad, uso de anticonceptivos orales, terapias hormonales, embarazo, y la presencia de varices o insuficiencia venosa en los miembros inferiores.
Medidas preventivas para evitar complicaciones
Para prevenir el síndrome de clase turista, la Dra. Martínez Pinto recomienda: “levantarse y pasear por la cabina cada una o dos horas, elegir asientos amplios y, si es posible, de pasillo; evitar ropa ajustada, mantenerse bien hidratado, no cruzar las piernas y realizar ejercicios de flexo-extensión de tobillos y rodillas durante el trayecto”. Además, es importante evitar el uso de fármacos hipnóticos, que pueden aumentar la inmovilidad, y no consumir alcohol, ya que favorece la deshidratación. En personas con antecedentes de mala circulación, se aconseja el uso de medias o calcetines de compresión gradual.
Si, a pesar de estas precauciones, se experimenta dolor en la pantorrilla o en el muslo, hinchazón, fiebre, aceleración del pulso, disnea o dolor en el pecho, es recomendable acudir a un centro sanitario. Estos síntomas pueden aparecer durante el vuelo, inmediatamente después o incluso pasados varios días o semanas.