Prescripción de tratamientos para las infecciones urinarias por enfermeras: un debate entre la seguridad del paciente y la autonomía profesional

La nueva normativa que permite a las enfermeras prescribir antibióticos para infecciones de orina no complicadas en mujeres jóvenes genera división entre sociedades médicas y profesionales sanitarios

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Fátima Del Reino
La reciente publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) de la guía que permite a las enfermeras indicar y autorizar la dispensación de antibióticos para infecciones del tracto urinario inferior en mujeres adultas ha provocado un intenso debate en el ámbito sanitario. Esta nueva medida, que busca formalizar y proteger legalmente una práctica ya extendida en algunas comunidades autónomas, ha generado reacciones divididas entre las principales sociedades científicas y los diferentes profesionales implicados.

La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) ha expresado su rechazo contundente a esta medida, subrayando en un comunicado que la prescripción médica es una “responsabilidad exclusiva del profesional médico”.

Según Semergen, el proceso asistencial que culmina en la prescripción de un fármaco es un “continuum clínico-asistencial” que debe incluir la anamnesis, la exploración física, la realización de pruebas diagnósticas y la evaluación de los antecedentes del paciente. En su comunicado, advierten que “el diagnóstico diferencial por parte del médico y la selección adecuada de antibióticos es crucial para evitar su uso innecesario”.

Estas guías aprobadas por el Ministerio de Sanidad surgen de un trabajo conjunto entre profesiones y que en su elaboración han participado representantes enfermeros, médicos y farmacéuticos“, subraya el presidente del CGE

Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería (CGE), escribió una carta a la que ha tenido acceso iSanidad en respuesta a las críticas de Semergen. “Estas guías aprobadas por el Ministerio de Sanidad surgen de un trabajo conjunto entre profesiones y que en su elaboración han participado representantes enfermeros, médicos y farmacéuticos“, subraya el presidente del CGE.

Asimismo, en ella destaca que estas guías, claramente definidas en el BOE, permiten a las enfermeras indicar medicamentos para infecciones urinarias en mujeres adultas, con el objetivo de agilizar la atención, descongestionar el sistema e incrementar la seguridad jurídica de las enfermeras, sin que esto implique “un menoscabo en las competencias del médico“. Además, enfatiza en que las enfermeras reciben formación farmacológica durante su Grado, lo que les proporciona los conocimientos necesarios para actuar de forma segura y efectiva dentro del equipo multidisciplinar, siempre en beneficio del paciente.

Una práctica ya existente

Por otro lado, Remedios Martín, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), en una entrevista concedida a iSanidad destaca que, en muchas comunidades autónomas, las enfermeras ya gestionaban la prescripción de fosfomicina para infecciones urinarias no complicadas en mujeres jóvenes.

“Este Real Decreto lo único que hace es dar seguridad jurídica a las enfermeras que ya están diagnosticando infecciones urinarias en un contexto muy específico y acotado”, explica la presidenta de Semfyc

“Este Real Decreto lo único que hace es dar seguridad jurídica a las enfermeras que ya están diagnosticando infecciones urinarias en un contexto muy específico y acotado”, explica Martín, quien añade que no se trata de “quitar trabajo a los médicos” sino de formalizar una función que las enfermeras ya venían desempeñando con éxito.

Apoyo condicionado al marco legal

La Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) también se ha pronunciado a través de un comunicado sobre el tema, mostrando un apoyo más matizado. Aunque reconocen la importancia de que las enfermeras desarrollen sus competencias, advierten sobre la necesidad de que la prescripción médica se mantenga dentro del marco legal establecido.

La SEMG subraya que la “indicación, uso y autorización de dispensación de medicamentos” por parte de las enfermeras no debe confundirse con la prescripción, la cual requiere una “valoración integral” para la que las enfermeras no están habilitadas por ley. Sin embargo, la sociedad apoya la creación de protocolos consensuados que permitan una adecuada co-gestión entre los diferentes colectivos sanitarios.

La voz de la enfermería

Desde el colectivo de enfermería, la medida ha sido recibida positivamente, aunque no sin ciertas reservas. Blanca Martín Porras, enfermera de atención primaria en el Centro de Salud Campohermoso de Madrid, señala que, aunque la guía publicada en el BOE es clara en cuanto a los procesos asistenciales, sería beneficioso contar con una formación específica adicional.

“No creo que la medida afecte negativamente, siempre que nuestra actuación esté claramente protocolizada y contemos con la cobertura legal necesaria”

No creo que la medida afecte negativamente, siempre que nuestra actuación esté claramente protocolizada y contemos con la cobertura legal necesaria“, comenta Blanca Martín. Además, ve en esta medida una oportunidad para aumentar las competencias de las enfermeras y agilizar la atención a los pacientes, especialmente en el actual contexto de falta de médicos.

Un debate abierto

La controversia sobre esta nueva competencia otorgada a las enfermeras refleja las tensiones existentes entre la necesidad de optimizar los recursos sanitarios y la preservación de la seguridad del paciente. Semergen y SEMG coinciden en que cualquier cambio en las competencias de prescripción debe priorizar la seguridad del paciente, evitando diagnósticos imprecisos y tratamientos inadecuados. Al mismo tiempo, Semfyc defiende que la medida simplemente formaliza una práctica ya existente en muchos centros de salud, proporcionando un marco legal que protege tanto a las enfermeras como a los pacientes.

El debate sobre la nueva guía para la prescripción de antibióticos por parte de las enfermeras en España no parece tener una solución sencilla. Mientras que algunos ven en esta medida un avance hacia la autonomía de las enfermeras y una mejora en la eficiencia del sistema de salud, otros temen que pueda comprometer la seguridad del paciente y la calidad del servicio.

Lo que queda claro es que, en el actual contexto de la sanidad en España, la colaboración entre los diferentes colectivos y el respeto a sus competencias profesionales serán esenciales para asegurar que cualquier cambio en el modelo asistencial sea verdaderamente beneficioso para los pacientes.

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