Redacción
El dolor crónico, una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo, ha experimentado un cambio en su abordaje clínico en los últimos años.
Las técnicas intervencionistas han ganado protagonismo como una opción
preferente frente a los tratamientos farmacológicos tradicionales, que a menudo
vienen acompañados de efectos secundarios indeseables. En el centro de la
transformación se encuentra Manuel Herrero, especialista comprometido con la formación de profesionales y fundador del Pain Institute of Spain (PIOS), institución dedicada a mejorar la calidad del tratamiento del dolor.
Este ha visto una evolución importante en los últimos años, con un cambio de paradigma que ha favorecido el uso de técnicas intervencionistas sobre los tradicionales tratamientos farmacológicos. Según Manuel Herrero, especialista en el área, “la mayor parte de los médicos que nos dedicamos al tratamiento del dolor consideramos que el intervencionismo es la mejor opción que podemos ofrecer a nuestros pacientes”. Esta preferencia se basa en la experiencia acumulada que señala que los tratamientos farmacológicos, aunque efectivos en comparación con placebos, no siempre ofrecen un control del dolor satisfactorio para los afectados.
Los tratamientos farmacológicos, explica Herrero en una entrevista con iSanidad, “ofrecen al paciente una mejora de los síntomas, pero en un porcentaje alto de casos, a costa de sufrir efectos secundarios como sedación, dificultad de concentración, náuseas, y estreñimiento”. Estos efectos pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida del perjudicado, reduciéndola considerablemente y, en ocasiones, exponiéndolos a nuevos riesgos derivados del uso crónico de estos fármacos, especialmente si no hay un seguimiento médico estrecho. En contraposición, las técnicas intervencionistas buscan aliviar el dolor sin necesidad de recurrir a medicamentos o minimizando su uso al máximo.
La prevalencia del dolor crónico, en aumento
Sin embargo, a pesar de los avances en los tratamientos, Herrero subraya que persisten importantes carencias en la formación de los médicos. “Las limitaciones
en la información y conocimientos disponibles sobre la enfermedad siguen siendo necesidades no cubiertas”, comenta, destacando la falta de acceso a una formación reglada en el manejo del dolor. La prevalencia del dolor crónico está en aumento, en parte debido al envejecimiento de la población. Además, no ha sido acompañado por una expansión en la capacitación especializada en España.
La institución se creó con la misión de abordar esta necesidad. “La idea fundacional de PIOS fue desarrollar una comunidad donde poder ofrecer una formación reglada y organizada, teórico-práctica, para unificar esa búsqueda de los médicos a una formación de calidad”, señala Herrero. Su propia experiencia personal lo motivó a establecer este proyecto, tras haber enfrentado muchas dificultades para obtener la formación necesaria durante su residencia.
Herrero: “Cuanto más tiempo se tarde en tratar de forma correcta un dolor crónico, este puede volverse más refractario y difícil de controlar”
El infradiagnóstico del dolor también es un desafío significativo en el campo, resultando en “un tratamiento subóptimo, inexistente o erróneo de la patología del paciente”. Herrero enfatiza que “cuanto más tiempo se tarde en tratar de forma correcta un dolor crónico, este puede volverse más refractario y difícil de controlar”. Para él, un diagnóstico correcto depende de que el médico tenga “los conocimientos anatómicos y fisiopatológicos adecuados y un mínimo de destreza en técnicas intervencionistas”.
El futuro pasa por la IA
Mirando hacia el futuro, Herrero destaca el potencial de la inteligencia artificial (IA) y las nuevas tecnologías para transformar el abordaje del dolor. “La IA se está utilizando para desarrollar sistemas de diagnóstico médico avanzados que ayudan a detectar y diagnosticar enfermedades de forma más eficiente y precisa”, explica. Además, están emergiendo dispositivos de vigilancia que miden signos vitales y detectan signos de dolor en el cuerpo humano, permitiendo a los médicos actuar más rápidamente.
El reconocimiento del dolor como un área de capacitación formal es otro de los objetivos que Manuel Herrero espera ver materializado en un futuro cercano. La Sociedad Española del Dolor (SED) está trabajando para que el Ministerio de Sanidad cree un Diploma de acreditación en dolor, lo que, según el especialista, “daría una garantía de seguridad al paciente” y ayudaría a homogeneizar el tratamiento del dolor en España, siguiendo los estándares internacionales.