Dr. Antonio G. García. Médico y Catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente de la Fundación Teófilo Hernando
Hoy no nos sorprende saber de congresos de estudiantes universitarios, que proliferan en las distintas ramas del saber. Lo sorprendente fue iniciar esta interesante actividad hace más de medio siglo, primero en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en 1977 y más tarde en la Universidad de Alicante (UA) en 1983. Justamente, quiero contarles una curiosa historia sobre el entonces denominado Minicongreso de Terapéutica Farmacológica de los Estudiantes de Medicina de la Universidad de Alicante, y de su sorprendente evolución al Congreso Nacional de los Estudiantes de Medicina de la Universidad Miguel Hernández de Elche.
Mi camino profesional me condujo de la Universidad Autónoma de Madrid a la naciente Universidad de Alicante (UA). Se iniciaba el curso 1982-1983 cuando a principios de octubre impartiera mi primera clase de farmacología al centenar de alumnos de la primera promoción de estudiantes de Medicina. Cuando aterricé en el Campus de San Vicente del Raspeig llevaba sobre mis hombros la experiencia de organización de los cinco primeros Minicongresos de los estudiantes de medicina de la UAM; y en mi corazón tenía acumuladas las numerosas emociones que había vivido con aquella rompedora actividad pedagógica, harto original para la época.
En 1977, los Minicongresos de Estudiantes de Medicina se implantaron por vez primera en la Universidad Autónoma de Madrid, catalizados casi cuatro décadas por el Departamento de Farmacología y Terapéutica
Con el apoyo de los profesores del joven Departamento de Farmacología y el de los alumnos, durante el curso 1982-1983 se planificó y llevó a cabo el I Minicongreso de Terapéutica Farmacológica, que resultó ser una actividad pedagógica original que despertó un interés y acogida excepcionales. Consistió en la preparación por los alumnos de tercer curso, bajo el asesoramiento de un profesor, de temas de estudio que recogían los más variados aspectos relacionados con la farmacoterapia; dichos trabajos se agruparon en temas afines y se expusieron oralmente por los alumnos en una sesión científica que duró todo el día 31 de mayo de 1983.
La sesión revistió todas las características de un congreso científico internacional bien organizado y realizado con rigor y seriedad, sin renunciar a actos sociales (descansos con bebidas, cena de clausura, tuna, baile en discoteca) que contribuyeron a crear una atmósfera cordial entre profesores y alumnos.
El éxito del I Minicongreso animó a profesores y alumnos a organizar y programar la II edición, que se celebró el 30 de mayo de 1984. La estructura organizativa fue similar a la del primero, con la modificación importante de que los ponentes de cada trabajo debían presentarlo oralmente; pero además tuvieron que confeccionar un panel con un resumen lo más estético y conciso posible, que recogía los objetivos del trabajo, material y métodos, resultados, discusión, conclusiones y bibliografía.
En 1983, la idea se exportó a la naciente Universidad de Alicante (UA); en mayo de ese año se celebró el I Minicongreso de Terapéutica Farmacológica, impulsado por el Departamento de Farmacología
Otra novedad del II Minicongreso fue la encuesta de opinión que hicieron los alumnos participantes. Destaco algunas de sus opiniones: «Por fin he descubierto que existen motivaciones más atractivas que los exámenes para estudiar y aprender»; «Cabe destacar el papel protagonista de los alumnos»; «Trabajo en equipo»; «Mejoría de la convivencia»; «Divertirse trabajando». Fue curioso constatar la unanimidad en la pregunta que inquiría si se debía continuar esta actividad: «Sí»; «Desde luego»; «Por supuesto que sí»; «Sería un grave error suspenderla».
Cuando los miembros del Departamento de Farmacología de la UA planeábamos la organización del III Minicongreso queríamos que esta interesante actividad tuviera futuro, cosa que no veíamos con claridad dado el exiguo número de alumnos de un solo curso (100) y el escaso número de profesores del joven Departamento. De ahí que decidiéramos extender esta actividad a toda la Facultad.
La propuesta fue aceptada con entusiasmo y, así, el congreso se celebraría el 31 de mayo de 1985 con el nombre de I Minicongreso de Patología y Terapéutica (Tercer Minicongreso de los Estudiantes de Medicina de la Universidad de Alicante). Para asegurar la transición de una actividad monodepartamental a su extensión a todos los departamentos de la Facultad, yo mismo presidí el Comité Organizador y conté con los profesores Manuel Lite como vicepresidente (Departamento de Medicina), Inmaculada Meseguer como secretaria (Departamento de Microbiología) y María José Mayol como tesorera (Departamento de Anatomía Patológica). Conté también con cinco vocales de distintos departamentos (Farmacología, Cirugía, Obstetricia y Ginecología, Pediatría) y doce vocales alumnos de tercer curso.
En mayo de 1985 se extendió el Minicongreso a estudiantes y profesores de toda la Facultad, con la idea de incrementar su impacto y asegurar su futuro
Otro año de cambio en la historia de los minicongresos fue 1992, ya que esta edición, la décima, pasó a denominarse Congreso de Estudiantes de Medicina. Para conmemorarlo se hizo una exposición de los libros y carteles de los congresos anteriores. Se fijaron las fechas de celebración en la segunda semana de octubre, se invitó a los estudiantes de toda España a acudir al evento, se solicitó a los departamentos que valoraran los trabajos bajo su tutela como una actividad formativa regular y se amplió el programa de actividades sociales.
En esta X edición, el Congreso recibió la declaración de interés científico-sanitario por parte de la Comunidad Valenciana, tras una evaluación por la Consejería de Sanidad de las actividades del mismo; desde entonces se ha mantenido este reconocimiento. Además, el número de ponencias y el programa social motivaron que su duración se ampliase, por primera vez, a tres días.
En ediciones sucesivas, se consolidó el carácter nacional del Congreso, estrechándose cada vez más las buenas relaciones entre los estudiantes de la UA y los de otras facultades de medicina de España. Este carácter nacional se refrendó en la XIV edición del Congreso de 1996, con la aceptación, por parte de S.A.R. D. Felipe de Borbón, príncipe de Asturias, de la presidencia de honor de esta edición. Además, este año impartí yo la conferencia inaugural del Congreso, esbozando su origen y trayectoria.
El Minicongreso fue creciendo con los años y continuó celebrándose por los estudiantes de Medicina cuando la Facultad se trasladó en 1997 a la recién creada Universidad Miguel Hernández de Elche
En 1997, en el marco de un convenio de colaboración entre el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert y la recién creada Universidad Miguel Hernández de Elche (a la que quedó adscrita la Facultad de Medicina de la Universidad de Alicante), se consignó una dotación presupuestaria suficiente para el desarrollo anual del Congreso. La previsión de que esa dotación pudiera mantenerse en los años sucesivos animó al Comité Organizador a incluir, por vez primera, la calificación de «nacional» en el nombre del Congreso.
Así, el XV Congreso Nacional de Estudiantes de Medicina se celebró ya en la Universidad Miguel Hernández, en octubre de 1997. La principal novedad del mismo consistió en una serie de becas para estudiantes foráneos, que se mantiene hasta la actualidad, cuyo fin era facilitar a los estudiantes de otras facultades su asistencia al encuentro. Se dispuso por primera vez de una página web y de una dirección de correo electrónico, y se realizó una intensa campaña de información al resto de facultades. Así las previsiones de participación más halagüeñas se superaron.
El XVI Congreso de 1998 superó con creces al anterior, y en esta edición se reconocieron las distintas modalidades de participación en el mismo con una valoración en créditos, en el marco del nuevo plan de estudios de la licenciatura en la Universidad Miguel Hernández. La edición de 1999 superó aún más a los precedentes, con casi seiscientos estudiantes inscritos de toda España. S.M. la reina doña Sofía aceptó la presidencia de honor del Congreso y el Ministerio de Sanidad lo declaró de interés sanitario nacional, lo cual reconoce el esfuerzo del Comité Organizador presidido por la profesora Juana Gallart, y el de los que le precedieron, para potenciar la calidad científica del mismo. Cincuenta y cinco comunicaciones en forma de panel, sesenta y cuatro comunicaciones orales y tres mesas redondas (dieta mediterránea, balance de la década del cerebro, salidas profesionales adicionales a la vía MIR) y casi seiscientos asistentes dan cuenta del enorme atractivo que cobraba el Congreso.
En su nueva sede, el Minicongreso se transformó en un «Macrocongreso» Nacional de Estudiantes de Medicina, en cuya edición 41 participaron 600 estudiantes de España y del extranjero
La idea de los organizadores de los sucesivos congresos era brindar la posibilidad de reunir anualmente al mayor número posible de estudiantes de Medicina, con el fin de intercambiar puntos de vista sobre diversos aspectos de los estudios, salidas profesionales, actualizar información sobre temas relevantes mediante la presencia de aquellos profesionales que participan directamente en su generación y, sobre todo, motivarles para su inicio en la investigación y el debate científico. Esta actividad no está representada en los planes de estudio y, sin embargo, es esencial para la formación de buenos profesionales. Aprender a seleccionar la información científica relevante, interpretarla con espíritu crítico y transmitirla correctamente al resto de la comunidad médica son los objetivos centrales de esta actividad.
Tras un quinquenio en la UA, en 1987 retorné a la UAM. En años sucesivos seguiría en contacto con mis antiguos colaboradores de la Universidad de Alicante, sobre todo para mantener viva la llama de la colaboración en temas de neurociencia y neurofarmacología. No seguí de cerca los aspectos docentes de la Facultad, ni siquiera cuando se creó la Universidad Miguel Hernández en Elche y la incorporación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Alicante a la nueva universidad.
Años después, en la primavera de 2005, me encontraba en la Facultad de Medicina de la Universidad Miguel Hernández para asistir a una tesis doctoral. Al salir del acto académico se dirigieron a mí dos estudiantes de Medicina, Elena Calderón y Jorge Jiménez. Hacían de secretarios del Comité Organizador del XXIII Congreso Nacional de Estudiantes de Medicina. Querían hacer un homenaje al Comité Organizador del I Minicongreso de Farmacología y Terapéutica de la UA, que luego evolucionaría a ese fantástico foro nacional de estudiantes de Medicina, al que acuden también estudiantes extranjeros.
Los días 19 a 21 de octubre de 2005 se celebró aquel Congreso Nacional número 23, al que asistí gustosamente. Su sede fue el magnífico Palacio de Congresos del Colegio de Médicos de Alicante. Su presidente, el doctor Ricardo Ferré, me decía que estaba muy satisfecho cediendo las instalaciones del Colegio a los 840 estudiantes de Medicina de toda España que habían acudido a la llamada de la Universidad ilicitana.
La edición 42 se celebrará el próximo octubre de 2024
El acto académico de homenaje al Comité Organizador del Primer Minicongreso de la UA se celebró en el patio de armas del Castillo de Santa Bárbara. Lo presidió el decano, profesor Juan Caturla. El acto comenzó con las palabras de bienvenida del decano y con la proyección de un curioso vídeo realizado por dos estudiantes del Comité Organizador, Cristian Escolano y Ariadna García-Grajalva. Para montar el vídeo los estudiantes utilizaron las grabaciones que habían hecho a varios miembros del Comité Organizador del Primer Minicongreso de Farmacología y Terapéutica de la UA, presidido por la doctora Pilar Pérez Hervás, actuando como secretaria Rosa Sempere y como vocales Ricardo Borges, Jesús Cancillo, José Castejón, Vicente Elvira, Joaquín Ferrer, Francisco Pascual, José M. Sempere, María José Serralta y Paloma Vela. Hoy, aquellos estudiantes de Medicina son flamantes médicos y, algunos, también profesores de universidad.
La fiesta de clausura del XXIII Congreso Nacional de Estudiantes de Medicina se celebró en el Castillo de Santa Bárbara, con su impresionante vista al Mediterráneo. Tras los discursos del homenaje hubo cena y música estridente. Me acerqué a la muralla que rodea la mole del castillo. Una hermosa luna llena proyectaba su luz sobre las aguas mediterráneas de la bahía de Alicante. Sentí una dulce brisa sobre mi cara y pensé que en educación médica sí que se podían crear todavía actividades docentes más allá de la clase teórica y los seminarios.
El Minicongreso había sido una de las actividades pedagógicas más atractivas de las que había practicado en mi camino docente, pues ayudaba al profesor a enseñar a pensar a sus estudiantes, a resolver problemas con una actitud crítica e inquisitiva, a implicarse activamente en el proceso docente, a trabajar en equipo. Todo ello les ayudaría a ejercer mejor la práctica futura de su oficio de médico. Pensé también que aquel homenaje que los estudiantes de Medicina de la Universidad Miguel Hernández fue lo mejor que me había ocurrido en mi vida académica.