Juan León García
“Quizá la ciencia, la neurotecnología de este tiempo, puede ser un elemento de ayuda para hacernos pensar, conversar y convertirnos”. La gestión sanitaria y el acto clínico viven una redefinición, a juicio del profesor Fernando Bandrés Moya, director del Centro de Estudios Gregorio Marañón de la Fundación Ortega-Marañón (FOM), presidente de la Fundación Tecnología y Salud, codirector de la Cátedra Tecnología, Salud y Sociedad, y catedrático de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). El académico ha reflexionado este martes sobre el futuro de una medicina que estará muy marcada por la tecnología.
Como ha señalado la directora general de la FOM, Lucía Sala Silveira, la jornada se trataba de parar, pensar, dialogar y buscar cómo mejorar la sociedad. Es en este campo donde la neurotecnología tiene una especial relevancia, ya que está “revolucionando” el área de la neurociencia, ha añadidod el Dr. Enrique J. Gómez Aguilera, presidente de la Sociedad Española de Ingeniería Biomédica y catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). La llegada de innovaciones como la estimulación cerebral no invasiva, la magnetoencefalografía o las técnicas de neuroimagen han cambiado el paradigma vigente hasta hace unas décadas. Incluso cada vez se está más cerca de frenar la progresión de enfermedades como la de Parkinson o Alzheimer.
El sector de las tecnologías sanitarias, a la vanguardia y alineado con un enfoque de investigación e innovación responsable, también en neurotecnología
La jornada, organizada de manera conjunta por la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) y la FOM, tenía entre sus objetivos visibilizar cómo el sector de la tecnología sanitaria está a la vanguardia y “muy alineado con un enfoque de investigación e innovación responsable”, ha apuntado Carmen Aláez, adjunta a la secretaría general de Fenin y codirectora de la Cátedra Tecnología, Salud y Sociedad. Aláez ha dado a conocer además que la Fundación Tecnología y Salud pronto cambiará el nombre al de Fundación Fenin.
La trinchera ética
Pero el desembarco de innovaciones destinadas, en un principio, al tratamiento de diversas enfermedades de origen neurológico también deja abierta una puerta a la mejora de las capacidades del ser humano. De ahí que la ministra de Sanidad (2002-2004), presidenta de AMA y miembro del Patronato de la Fundación Ortega-Marañón, la Dra. Ana Pastor Julián, haya advertido de que “hay que tener en cuenta” los dilemas de carácter ético.
Para el Dr. Álvaro Pascual-Leone, catedrático de Neurología en la Facultad de Medicina de Harvard y uno de los mayores expertos mundiales en el área de las neurociencias, no es para nada descabellado prever que en el futuro se tendrán las capacidades para entender el origen de la mente y descifrar así la esencia de cada individuo. “Lo que abre un abanico de cuestiones éticas”, ha subrayado.
A futuro, con la probable masificación de los distintos sensores para medir las funciones cerebrales y así anticipar y frenar una determinada patología a tiempo, en paralelo surgen ya dilemas respecto a la eficacia, la seguridad y la protección de los datos, ha desgranado Francisco de Paula Rodríguez Perera, director de Estrategia de Medtronic. Si bien, respecto a la cuestión deontológica, ha defendido que el desarrollo de nuevas tecnologías “no debería enfocarse en modificar y ampliar las capacidades convencionales” de una persona.
Algo que la empresa estadounidense NeuraLink comparte de forma abierta en su web: su misión principal es desarrollar una interfaz cerebral para restaurar la autonomía de aquel paciente con necesidades clínicas insatisfechas hoy. “Y desbloquear el potencial humano, mañana”, hace referencia De Paula.
La prevención, una condición innegociable
Como ha reflexionado el Dr. Pascual-Leone, las políticas sanitarias deberán ir encaminadas hacia la inversión “en prevención y en futuro”. Aspecto clave en el caso de enfermedades de origen neurológico, que pueden desencadenarse incluso décadas antes de que aparezca la sintomatología, como ha precisado la Dra. Pastor.
Desde su punto de vista, será también esencial contar con “profesionales bien formados”. Al lado de la exministra, la catedrática de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid y vicepresidenta segunda de la Fundación Ortega-Marañón (FOM), la Dra. María Inés López-Ibor, ha recordado la importancia de que el trabajo en ese sentido sea cada vez más multidisciplinar e incluso que en algunas áreas la psiquiatría y la neurología tengan vínculos comunes. Ya las técnicas de neuroimagen o neuroimagen funcional permitieron llevar a cabo investigaciones que posibilitaron detectar “alteraciones en circuitos cerebrales”, con un claro impacto social: “permitieron desestigmatizar”, por ejemplo, el trastorno obsesivo-compulsivo. “Ahora vemos que enfermedades mentales son enfermedades cerebrales”, ha concluido la Dra. López-Ibor.