“Para la prevención de los riesgos y la promoción de la salud cerebral necesitamos neurotecnologías”

Uno de los principales líderes mundiales en neurotecnología y plasticidad cerebral, el Dr. Álvaro Pascual-Leone, visita Madrid como parte de una jornada organizada por Fenin y las fundaciones Tecnología y Salud y Ortega-Marañón

Dr. Álvaro Pascual-Leone Harvard neurotecnología (4)

Juan León García
“Una de las mentes científicas más influyentes del mundo” para Thomson Reuters; “Mejor científico” y “Líder en neurociencia” para Research.com. Estos calificativos van dirigidos a la figura del Dr. Álvaro Pascual-Leone, catedrático de neurología en la Facultad de Medicina de Harvard y director médico del Centro Deanna y Sidney Wolk para la Salud de la Memoria en Hebrew SeniorLife en Boston (EE UU). Quien, con motivo del segundo Foro Tecnología, Salud y Sociedad, organizado por la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin), la Fundación Tecnología y Salud y la Fundación Ortega-Marañón, acudió hasta Madrid para reflexionar sobre el estado de las neurociencias que, en un futuro no muy lejano, podrían leernos (esta vez sí, de verdad) la mente.

¿Qué supone para usted participar en un foro como este? Desde su punto de vista, ¿qué simbiosis hay entre tecnología, salud y sociedad en la actualidad?
Es un privilegio. Y lo es porque me parece que es un tema muy importante. Creo que la Medicina, la sanidad, necesitan entroncar, adaptar, utilizar las tecnologías de vanguardia y, al mismo tiempo, mantener la esencia de humanidad que representa el arte de la medicina.

“Lo que tenemos que hacer es prevenir la enfermedad neurológica, y eso supone un enfoque en salud cerebral”

El cómo hacer ambas cosas es algo que nos enseñó el Dr. Gregorio Marañón. Es algo que, en cierto modo, hemos olvidado por toda clase de razones. Entre otras, porque la gente se hiperespecializado tanto que hemos roto al enfermo en trocitos. Y tenemos que volver a juntarlo en una unidad; enfocarnos en la persona. Ahora tenemos las tecnologías para abordar a esa persona de forma sistemática y realmente entrar en comprender principios fundamentales de la organización del organismo. En mi caso, del cerebro.

Aprender cosas nuevas a base de una especie de ingeniería reversa que comience por la clínica y tratar un caso al tiempo. Ayudar al enfermo y entender principios fundamentales, por ese orden. Eso es casi el reverso de la traslación habitual: no es hacer ciencia y ver cómo se traduce a la clínica; es hacer clínica y ver cómo la deconstruyes en investigación. Pero para hacer esto tenemos que cambiar la sociedad: desde la clínica, a la forma que la gente entiende estas tecnologías.

Ver un foro que plantea exactamente esto, sanidad, tecnología, sociedad, promueve y requiere una interacción entre diversas especialidades que creo que es necesario para poder hacerlo real.

¿Cómo valora el estado de la Neurología española?
Creo que, en general, la Neurología en todas partes del mundo está muy bien. Sabemos muchas cosas del cerebro que no sabíamos; sabemos más que antes de enfermedades que afectan al cerebro.

Pero también sabemos que, en cierto sentido, hemos perdido el tren. Porque seguimos enfocados en tratar discapacidades, y con eso lo que conseguimos es mantener a gente discapacitada. No conseguimos quitar la discapacidad. Realmente para eso lo que tenemos que hacer es prevenir la enfermedad neurológica, y eso supone un enfoque en salud cerebral.

“Espero que cambie fundamentalmente la Neurología y se integre más con la Psiquiatría u otros aspectos de las enfermedades cerebrales”

Y, entre otras cosas, que no esperemos a que el enfermo vaya al especialista sino que tenemos que empoderar a los médicos de cabecera a hacer chequeos de salud cerebral, promover salud cerebral, entender cuáles son los retos… Tenemos que hacer en Neurología lo que hemos en diabetes, en cáncer. Mantener a los especialistas en la especialidad, pero saber qué, cómo y con qué herramientas hacer un programa de toda la vida de salud cerebral.

Y Neurología, ni aquí ni en ninguna parte del mundo, ha acabado de aprender a hacer eso. Sin embargo, estamos en el intento. Sabemos que hace falta.

En los próximos años, espero que cambie fundamentalmente la Neurología. Que se integre más con la Psiquiatría u otros aspectos de enfermedades cerebrales y que consigamos realmente prevenir o minimizar el tipo o riesgo de discapacidad por enfermedades del sistema nervioso. Que por cierto, hoy por hoy es la causa número uno de discapacidad. Más que el cáncer y las enfermedades cardiovasculares juntas.

El tema de su ponencia gira en torno a neurotecnología y salud cerebral. ¿De qué manera se conectan ambas?
Para poder hacer lo que acabo de decir, de prevenir y de identificar el riesgo individual, o de promover la salud cerebral, necesitamos tecnologías. Usar neurotecnologías para leer el cerebro, ver lo que hay debajo del capó del coche. No solo para ver con claridad cómo está funcionando, sino para poder modificar ese cerebro y hacer que vaya mejor y prevengamos posibles consecuencias negativas.

“Hoy la discapacidad por enfermedades del sistema nervioso es la causa número uno de discapacidad, por encima del cáncer y las enfermedades cardiovasculares juntas”

De hecho, creo que ese abordaje solo se puede hacer con neurotecnologías. Y, al mismo tiempo, esas neurotecnologías tienen el riesgo potencial de hacer cosas que tenemos que nos toca plantear si es éticamente adecuado hacer o no. Porque, si podemos promover la salud o minimizar el riesgo de enfermedad, quizá también podremos aumentar capacidades, hacer a la gente más lista o leer de tu cerebro cosas que tú no quisieras que reveláramos. Todo esto no es ficción.

Y, por lo tanto, hay que anticipar la realidad de ese tipo de potenciales intervenciones y plantear un discurso serio de la ética y, a su vez, una regulación adecuada de ese tipo de tecnologías.

La tecnología sanitaria ha marcado un antes y un después en el diagnóstico, tratamiento y abordaje de diversas enfermedades. En el caso del cerebro, ¿qué transformaciones ha supuesto y qué innovaciones ha generado su aplicación en el estudio del cerebro y de las patologías de origen neurológico?
El número de avances es enorme. Normalmente, la crítica en los EEUU de la Neurología es que esta consiste en “diagnose and adiós”. Es decir, diagnosticas y no puedes hacer nada más. Pues bueno, ese ya no es el caso. Hemos pasado de una neurotecnología excelsa en identificar el problema a tener herramientas que hacen esa identificación infinitamente más fácil y que, de hecho, empoderan a médicos y otros especialistas. Incluso a enfermos a tener la posibilidad de detectar problemas sin tener que ver al especialista. Pero, sobre todo, a tener herramientas que pueden tratar y minimizar riesgos.

“Hay que plantear un discurso serio de la ética en medicina y una regulación adecuada respecto a las neurotecnologías”

Y eso va desde nuevas tecnologías de medicinas más precisas, más dirigidas y específicas, hasta tecnologías de estimulación cerebral, neuromodulación cerebral invasiva o no invasiva; detección de actividad cerebral; bucle cerrado para modificarla; ultrasonidos; luz… Hay un auténtico abanico de tecnologías que hace real el hecho de que podamos tratar a los enfermos, reducir su sufrimiento y mejorar su pronóstico.

Esa es una razón de esperanza. Creo que estamos en la puntita del iceberg de ese desarrollo. O sea, que creo que va a ir rápidamente a más. Pero sigo diciendo que, sin embargo, tenemos que enfocarnos en prevenir los problemas y promover salud antes de tener que enfrentarnos a reducir discapacidades.

¿Por qué es tan relevante hablar de estimulación cerebral no invasiva? ¿Cómo funciona y cómo mejora los actuales tratamientos?
Lo que sabemos hoy en día es que la unidad funcional del cerebro son ensambles de neuronas. No es una zona del cerebro que hace una cosa. Es una red de neuronas, de áreas, activa en un cierto patrón de actividad. Eso lo podemos medir. Podemos detectarlo. Podemos identificar el sustrato del problema. Podemos demostrar la alteración en esos circuitos o ensambles. Y sabemos que esos ensambles están en una cierta área y usan electricidad, entre otras cosas, para determinar el patrón de actividad.

Eso nos da una diana de intervención donde podemos ‘forzar’ la normalización o modificación de ese patrón de actividad. Se puede hacer con distintas técnicas. Yo lo que me he dedicado es a desarrollar tecnologías electromagnéticas no invasivas para poder hacer eso. No es la única forma, pero es la única de la que sé algo.

“Hay un auténtico abanico de tecnologías que hace real el hecho de que podamos tratar a los enfermos, reducir su sufrimiento y mejorar su pronóstico”

Eso permite modificar la actividad de tal manera que induzcas un cambio y revierta en una mejora de los síntomas y de forma drástica además altera el proceso patológico. O sea, que mejora la función y, al mismo tiempo, reduce el riesgo de que la enfermedad siga empeorando.

Yo la forma en que realmente pienso en ello, y estamos al principio de todo lo que se puede conseguir, es de la siguiente forma: imagina que yo quiero beber un vaso de agua y llenar este vaso de agua. Lo que hacemos tradicionalmente en medicina es abrir el techo, hacer que llueva aquí, se llena el vaso, nos mojamos todos (lo que llamamos efectos secundarios), pero yo he llenado el vaso y puedo beber. No es preciso, es eficaz, tiene problemas.

El abordaje con neuromodulación a lo que ayuda es a poner un goterito en ese vaso, llenarlo selectivamente de agua, pararlo en un momento adecuado y no tocar nada más. Y para eso necesitamos un abordaje de precisión que, hoy por hoy, con farmacología, bioquímica, etc., no podemos hacer. Pero con estimulación cerebral sí podemos. Bastante preciso. No a nivel celular, pero sí a nivel de ensambles de neuronas.

Opinión

Multimedia

Especiales

Atención primaria

Sanidad privada

iSanidadental

Anuario

Accede a iSanidad

Síguenos en