Los endocrinólogos piden que los tratamientos para la obesidad sean más accesibles con políticas públicas

Uno de los principales desafíos de los profesionales sanitarios es aumentar la adherencia a los fármacos para que los pacientes obtengan los resultados mostrados en los ensayos clínicos

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Redacción
Los nuevos fármacos para la obesidad han supuesto un “avance significativo” en el manejo de esta enfermedad y sus complicaciones. La Dra. Ana de Hollanda, endocrinóloga en el Hospital Clínic Barcelona, investigadora del CiberObn, tutora de residentes y coordinadora del Área de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), ha apuntado en el marco del Congreso de la SEEN que se está celebrando en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo del 16 al 18 de octubre, que estos medicamentos actúan sobre los mecanismos biológicos que regulan el apetito y el metabolismo, lo que permite una pérdida de peso más efectiva y sostenida a largo plazo y mejoran sustancialmente las comorbilidades asociadas a la patología.

Estos fármacos actúan en los centros del cerebro que regulan el apetito y la saciedad, lo que ayuda a los pacientes a reducir la ingesta de alimentos al sentir menos hambre o al sentirse saciados más rápidamente, lo que conduce a una pérdida de peso sustancial.

Los nuevos fármacos para la obesidad han supuesto un avance significativo en el manejo de esta enfermedad y sus complicaciones

Además, tienen un impacto positivo en el metabolismo: mejoran la sensibilidad a la insulina y facilitan el control de los niveles de glucosa en sangre. Asimismo, reducen los parámetros inflamatorios, la presión arterial, los niveles de colesterol, ralentizan la progresión de la enfermedad renal, reducen las apneas del sueño e incluso influyen en la disminución de nuevos eventos cardiovasculares.

Los tratamientos deben contemplarse en las políticas públicas 

El perfil de paciente que puede recibir estos medicamentos está definido por los criterios de inclusión que se han utilizado para los ensayos clínicos, por lo que son aquellas personas que tienen un índice de masa corporal (IMC) superior a 30 o con un IMC entre 27 y 30 que presentan comorbilidades asociadas como diabetes tipo 2, hipertensión o enfermedades cardiovasculares.

Asimismo, la facultativa ha insistido en la importancia de adoptar también cambios en el estilo de vida junto con un seguimiento adecuado por parte de un profesional para evaluar en general la salud del paciente, los posibles efectos secundarios y el éxito del tratamiento. Así, es fundamental que desde las instituciones se promuevan campañas de educación y concienciación sobre la obesidad como una enfermedad que requiere un enfoque integral y multidisciplinario. Por otra parte, es crucial facilitar también el acceso a tratamientos efectivos a través de políticas públicas, sobre todo para los pacientes con mayor riesgo.

La falta de adherencia a los tratamientos, uno de los mayores retos

Uno de los desafíos en el abordaje de la obesidad es su percepción social como un problema estético o de falta de voluntad, ya que “es una enfermedad crónica compleja determinada por múltiples factores”. Además, es necesario aumentar la adherencia al tratamiento a largo plazo para que los pacientes puedan obtener los beneficios demostrados en los ensayos clínicos. Asimismo, la Dra. de Hollanda ha indicado que el coste de los nuevos fármacos y el acceso a tratamientos integrales son factores también limitantes en el tratamiento de esta patología.

“Estamos empezando a generar los datos necesarios para ser más precisos con los pacientes en las intervenciones que les vamos a ofrecer”

El endocrinólogo desempeña un papel fundamental en el abordaje de la obesidad, ya que lleva a cabo una evaluación integral del paciente, diseña un plan de tratamiento personalizado y monitoriza el progreso y los posibles efectos secundarios de los medicamentos. Además, coordina el tratamiento con otros profesionales como nutricionistas, psicólogos y cirujanos, entre otros, para abordar todos los aspectos de la enfermedad.

La medicina de precisión identificará estrategias de prevención

Por su parte, el Dr. Emilio Ortega, médico especialista en Endocrinología y Nutrición e investigador del Ciberobn/Idibaps, miembro del Grupo Lípidos y Riesgo Cardiovascular de la SEEN, ha subrayado que la medicina de precisión en prevención cardiovascular “está aún en su infancia” y que “estamos empezando a generar los datos necesarios para ser más precisos con los pacientes en las intervenciones que les vamos a ofrecer”.

El médico especialista en Endocrinología y Nutrición ha explicado que la medicina de precisión en prevención cardiovascular se refiere a una manera de hacer medicina que pretende identificar las estrategias de prevención (farmacológica y/o de estilo de vida) que van a funcionar mejor en la reducción de eventos cardiovasculares para un grupo específico de personas. Para ello, estas personas se identificarán en función de una serie de características clínicas o fenotipos clínicos, genéticas o fisiopatológicas: “Intentamos ofrecer un traje a medida, y no la misma receta que ofrecemos a todos, porque prevemos que a esas personas esas medidas concretas les van a ir mejor en un momento específico y con un horizonte temporal determinado”.

“Cuando la enfermedad ya ha aparecido es imprescindible iniciar el tratamiento lo antes posible para minimizar los daños que ocasiona”

Asimismo, los beneficios de la medicina de precisión incluyen mejorar la calidad de vida del paciente, reducir el riesgo de eventos cardiovasculares y disminuir el número de manifestaciones de la enfermedad vascular aterosclerótica. Por ello, en algunos casos se postpondrá o adelantará un tratamiento farmacológico, en otros se empleará una mayor intensidad de un grupo de fármacos y menor de otro y se podrá elegir también mejor la familia de fármacos con el fin de tener menores efectos secundarios.

El Dr. Ortega ha puntualizado que, en el caso de la Endocrinología y Nutrición, la medicina de precisión está íntimamente ligada al riesgo vascular aterosclerótico: “Desde las enfermedades más prevalentes de las que somos referentes clínicos (diabetes, obesidad, dislipemias) o en las que participamos en el seguimiento y diagnóstico diferencial (hipertensión), pasando por enfermedades como la acromegalia, el síndrome de Cushing y las lipodistrofias o situaciones como el tratamiento hormonal crónico en personas transgénero que, aunque son menos prevalentes, precisan el mismo abordaje de precisión que persiga reducir complicaciones cardiovasculares y mejorar la calidad de vida”.

Enfermedad coronaria: un coste de más de 282.000 millones 

Por su parte, el Dr. Jaume Marrugat, responsable del Grupo de Investigación Regicor en el Hospital del Mar Research Institute – IMIM de Barcelona y de la Cibercv del ISCIII de Madrid, ha resaltado que la predisposición a padecer enfermedades o desarrollar factores de riesgo cardiovascular “está inscrita crípticamente en los genes que heredamos de nuestros progenitores”.

Las enfermedades monogénicas aparecen con tan solo la alteración en un gen, sin embargo, la mayoría de enfermedades son poligénicas, ya que intervienen cambios en muchos genes que facilitan que se desencadene la enfermedad por la presencia de factores de riesgo, como la enfermedad coronaria que se manifiesta como infarto de miocardio o angina de pecho. La enfermedad coronaria es la causa de muerte más frecuente en el mundo (24% de todas las muertes) y supone un coste para Europa de más de 282.000 millones de euros al año, lo que equivale a alrededor del 5% de su gasto sanitario total.

“Uno de los esfuerzos más efectivos que ha conllevado la orientación de la medicina personalizada es el desarrollo de puntuaciones genéticas de riesgo”

En este sentido, la prevención es esencial en el abordaje de las patologías cardiovasculares porque si se tratan los factores de riesgo y toda la población llevara una dieta saludable y practicara ejercicio físico se podría prevenir aproximadamente el 50% de los casos de estas enfermedades. “Cuando la enfermedad ya ha aparecido es imprescindible iniciar el tratamiento lo antes posible para minimizar los daños que ocasiona”, especifica el epidemiólogo.

La prevención se basaba hasta hace poco tiempo en la estimación del riesgo de desarrollar alguna forma de cardiopatía isquémica o enfermedad cardiovascular, en un plazo estimado de diez años, con funciones matemáticas que incluían información sobre factores de riesgo en cada persona (edad, sexo, consumo de tabaco, diabetes, hipertensión, colesterol total y HDL).  Sin embargo, el experto alude también a la importancia de la medicina de precisión, ya que en las últimas décadas se ha abogado por mejorar el pronóstico mediante la introducción de nuevos factores (biomarcadores).

La detección, cuantificación y características de la aterosclerosis son esenciales para evitar las manifestaciones clínicas de esta enfermedad silente y lentamente progresiva

En palabras del Dr. Marrugat, “uno de los esfuerzos más efectivos que ha conllevado la orientación de la medicina personalizada es el desarrollo de puntuaciones genéticas de riesgo, ya que con alrededor de 12 características genéticas se puede calcular una puntuación que mejora significativamente la predicción de las funciones de riesgo”.

Por último, el Dr. Ortega ha incidido en que los últimos avances han permitido generar, recoger y analizar los datos clínicos para analizar la historia de la enfermedad cardiovascular en subgrupos específicos de pacientes, comprender mejor el papel de la genética como factor de riesgo cardiovascular e incorporar pruebas de imagen. “La detección, cuantificación y características de la aterosclerosis son esenciales para evitar las manifestaciones clínicas de esta enfermedad silente y lentamente progresiva”, ha finalizado.

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