Quien espera, desespera

Mayte Segura, directora de Comunicación de la Fundación IDIS

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Mayte Segura, directora de Comunicación de la Fundación IDIS
Vuelvo a echar mano de refranero popular y solo puedo pensar en el siguiente dicho: quien espera, desespera. Los recientes datos del Ministerio de Sanidad no hacen más que confirmar una realidad que millones de ciudadanos sufren: las listas de espera, tanto quirúrgicas como para consultas con especialistas, ambas en niveles inaceptables, según vemos en los datos del último informe Sisle (Sistema de Información sobre Listas de Espera) publicado por el Ministerio de Sanidad con datos de junio de 2024.

Y es que, a poco que nos detengamos en este informe y en los de períodos precedentes, observamos que, entre junio de 2023 y junio de 2024, el número de pacientes en lista de espera quirúrgica aumentó en un 3,4%, mientras que el tiempo medio de espera para una intervención ha crecido hasta los 121 días. Las consultas con especialistas, por su parte, muestran una espera media de 94 días, una cifra que sigue en aumento. Estos números reflejan un sistema que parece estancado e incapaz de absorber las demandas asistenciales de la población, mientras una parte de los pacientes pierde la paciencia y los ciudadanos esperan y desesperan. Porque no hay peor situación que la de estar enfermo, con la sintomatología y la incertidumbre que eso conlleva, y no poder acceder a un especialista que te diagnostique. Y muy parecida ha de ser la angustia de ser diagnosticado y tener que esperar para una intervención quirúrgica solo por motivos ajenos a tu voluntad, devenidos de un sistema que no es capaz de atender adecuadamente a las demandas de sus usuarios.

Las consultas con especialistas muestran una espera media de 94 días

Pongamos pues sobre la mesa que cuando las esperas se prolongan tanto que los pacientes deben pasar meses sin recibir la atención que necesitan, se socava uno de los pilares esenciales del sistema sanitario: su accesibilidad. La joya de la corona de nuestro estado de bienestar está pues deslucida, dañada y en peligro. Y si no vemos esto, alguien nos ha de explicar que la realidad es que las listas de espera se han convertido en un problema estructural que requiere de soluciones urgentes.

No podemos obviar que las reformas profundas que necesita el sistema han de incluir una mejora en la productividad del propio SNS. No es suficiente con aumentar el presupuesto sin hacer una revisión exhaustiva de cómo se gestiona. Y hay que tener también en cuenta todas las opciones que la innovación tecnológica nos brinda (IA generativa, etc.), cuya incorporación es necesaria también para mejorar la productividad. Por otro lado, una mayor eficiencia y optimización de los recursos permitiría reducir los tiempos de espera y atender a más pacientes con los mismos medios. Pero, además, en el corto plazo, el apoyo del sector privado puede ser clave para garantizar que el sistema no se desborde.

Los conciertos con el sector privado podrían ser una solución temporal para paliar una situación de emergencia

Si nos preguntamos si tiene sentido permitir que las listas de espera sigan creciendo cuando existe una infraestructura sanitaria privada capaz de absorber parte de esta carga, la respuesta sería que hemos de usar todos los medios a nuestro alcance para garantizar que nadie se quede sin la atención que necesita. En otras palabras, los conciertos con el sector privado podrían ser una solución temporal para paliar una situación de emergencia.

Los pacientes no tienen una paciencia infinita y la salud requiere de unos cuidados que han de llegar cuando se precisan. No vale llegar cuando es tarde para alguien.  No vale dejar pasar el tiempo sin afrontar las medidas necesarias, poniendo en peligro tanto la salud de los ciudadanos como la sostenibilidad del propio SNS. Porque lo que está en juego no es solo la eficiencia del sistema, sino la salud de millones de personas que esperan, desesperan, y pueden encontrarse en el punto de que para ellos sea demasiado tarde.

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