Pilar Díaz Ruiz. Coordinadora del Grupo Español de Atención Farmacéutica en Enfermedades Neurológicas de la SEFH (GEAFEN). Jefa del Servicio de Farmacia en el Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria (Tenerife)
En los últimos años la farmacia hospitalaria se ha convertido en una especialidad imprescindible en el manejo de múltiples patologías. Campos terapéuticos como la oncohematología, enfermedades infecciosas, entre otros, han abierto el camino de la integración de especialistas en farmacia hospitalaria en los equipos sanitarios, hasta el punto de que su participación resulta imprescindible para garantizar un abordaje integral eficaz y seguro.
La enfermedad de Parkinson es una patología neurológica que afecta a millones de personas en todo el mundo, de manera que atenuar el deterioro de su estado de salud y mejorar su calidad de vida es un auténtico reto sanitario en el que desde la especialidad de farmacia hospitalaria tenemos mucho que aportar.
Atenuar el deterioro de los pacientes con enfermedad de Parkinson y mejorar su calidad de vida es un reto en el que la farmacia hospitalaria tiene mucho que aportar
La complejidad de esta enfermedad, el elevado número de pacientes afectados por ella y el carácter limitado de los recursos disponibles, hacen que el trabajo colaborativo de los diferentes perfiles profesionales sanitarios sea fundamental para optimizar los resultados.
Se trata de un modelo de atención en el que cada experto aporta un conjunto único de habilidades y conocimientos que, cuando se combinan, ofrecen un enfoque más completo y coordinado del cuidado del paciente. La comunicación constante entre los miembros del equipo permite la identificación y resolución temprana de problemas, ayuda a mejorar la adherencia al tratamiento y reducir el riesgo de interacciones farmacológicas y efectos adversos. De esta manera el paciente es realmente el centro de un sistema en el que el equipo sanitario que lo atiende se comunica y trabaja coordinadamente para mejorar su salud.
Por otro lado, participar en equipos multidisciplinares facilita un intercambio continuo de conocimientos y experiencias que enriquece la práctica clínica y genera una formación continua. Este entorno de cooperación favorece que los profesionales sanitarios dispongan de información actualizada, algo que beneficia directamente a los pacientes, dado la complejidad e innovación del manejo terapéutico de la enfermedad de Parkinson.
El trabajo cooperativo a través de equipos multidisciplinares favorece el intercambio de conocimiento y que los profesionales dispongan de información actualizada, lo que beneficia a los pacientes
Dentro de estos equipos, los farmacéuticos hospitalarios se aseguran de que la farmacoterapia del paciente sea adecuada, segura y eficaz. También vela por que el tratamiento prescrito por el neurólogo se cumpla en el contexto del plan de abordaje general del paciente. Además, al trabajar en estrecha relación con otros profesionales de la salud como neurología, rehabilitación o enfermería, no solo aportamos nuestra experiencia y conocimientos en farmacoterapia para mejorar la salud del paciente, sino que también recibimos retroalimentación valiosa que puede influir positivamente en nuestra práctica diaria y en la formación de futuros profesionales.
El seguimiento terapéutico en la enfermedad de Parkinson requiere un conocimiento profundo de las opciones de tratamiento disponibles. Por lo tanto, como especialistas en farmacia hospitalaria, dedicados a la atención a las personas que conviven con esta enfermedad, debemos de disponer de experiencia y formación específica que nos capacite para manejar las complejidades del tratamiento, minimizar efectos adversos y maximizar la eficacia. Este proceso formativo no solo debe implicar un conocimiento profundo de las opciones terapéuticas actuales, sino también una comprensión integral de la enfermedad, incluidas sus manifestaciones clínicas, los desafíos psicosociales de los pacientes, y las estrategias para mejorar la adherencia al tratamiento.
Conseguir los objetivos terapéuticos pasa por informar y dotar de capacidades a pacientes y cuidadores para el manejo de su enfermedad. Por lo tanto, es una labor que debe ser compartida por todo el equipo sanitario y debe hacerse de forma coordinada y complementaria, reforzando el mismo mensaje desde las diferentes perspectivas profesionales.
Conseguir los objetivos terapéuticos pasa por informar y dotar de capacidades a pacientes y cuidadores para el manejo de su enfermedad
En cualquier tratamiento la adherencia es fundamental para poder alcanzar los resultados buscados pero en el caso de la enfermedad de Parkinson es especialmente determinante ya que las fluctuaciones en los niveles de medicación pueden agravar significativamente los síntomas de la enfermedad y complicar de forma severa la situación clínica del paciente, por lo que debemos proporcionar la formación necesaria sobre la importancia de seguir el régimen de medicación pautado, reconocer y gestionar los efectos adversos o conocer cómo algunos factores externos pueden interactuar con el tratamiento.
Desde la Farmacia Hospitalaria se mantiene contacto frecuente con pacientes y cuidadores, lo que nos da la oportunidad de ofrecer formación y seguimiento terapéutico continúo permitiendo conectar al paciente con el resto de los profesionales del equipo de una forma dinámica según las necesidades detectadas.
En definitiva, la colaboración y coordinación con otros profesionales sanitarios y la formación continuada de calidad nos permiten ofrecer una atención integral que responde a las necesidades complejas de las personas que conviven con la enfermedad de Parkinson, permitiendo que reciban el mejor abordaje posible y fomentando un entorno sanitario más efectivo en el que el paciente sea realmente el centro del sistema.