Redacción
Los pacientes con cáncer tienen tres veces más riesgo de sufrir trombosis y duplican el riesgo de tener una hemorragia. Así lo afirmó la Dra. Elena Pina, especialista en Hematología, Trombosis y Hemostasia del Hospital Universitario de Bellvitge, Barcelona, durante la celebración del Congreso Nacional de Hematología, Hemoterapia, Trombosis y Hemostasia, #Hemato2024, celebrado recientemente en Palma de Mallorca.
Durante la ponencia de la Dra. Pina, denominada ‘Trombosis y cáncer, mecanismos de recurrencia y cuándo parar la anticoagulación’, la facultativa destacó “el aumento de la incidencia de trombosis asociada a cáncer durante los últimos 20 años”. En concreto, se calcula que el 30% de todos los eventos trombóticos se asocian a enfermedades oncológicas. Además, la especalista destacó que “el riesgo de padecer trombosis y su evolución clínica depende, sobre todo, del tipo de tumor y su estadio”. Por último añadió que “la trombosis se asocia a más morbimortalidad, sobre todo, por el aumento de la recurrencia y las hemorragias”.
En palabras de la hematóloga “el aumento de la incidencia se debe a la mayor longevidad de la población y al aumento de las comorbilidades asociadas“. La Dra. Pina también indicó que las nuevas técnicas diagnósticas y las novedades terapéuticas oncológicas han supuesto un incremento en la esperanza de vida de los pacientes con cáncer a pesar de que lleven asociado un riesgo de complicaciones y de toxicidad relacionada con el tratamiento.
Aumento del riesgo de recurrencia
Otro de los puntos que trató la experta es que se ha observado que “los pacientes con trombosis asociada a cáncer tienen más riesgo de recurrencia”. Esta posibilidad persiste más allá de los seis meses y depende, fundamentalmente, del tipo y estadio del tumor. En palabras de la Dra. Pina, “el riesgo de recurrencia de tromboembolismo venoso (TEV) en los pacientes con cáncer depende del tratamiento anticoagulante, de factores relacionados con el cáncer y de aspectos vinculados con el paciente”.
Otras causas potenciales de TEV en estos pacientes guardan relación con la aparición de algunas complicaciones, como la trombocitopenia inducida por heparina. También puede ser perjudicial un tratamiento inadecuado, la infradosificación, las interrupciones, los problemas de absorción, una mala adherencia o las interacciones. Igualmente, como explica esta experta, la refractariedad al tratamiento, es decir, una mala respuesta terapéutica, puede ser motivo de recurrencia de tromboembolismo venoso. En todo caso, “siempre se debe descartar la progresión del cáncer”, matizó.
Otro punto que se trató fue un aspecto que genera controversia: la duración del tratamiento de la trombosis asociada al cáncer. Aquí, la Dra. Pina aconsejó “tener en cuenta la experiencia clínica desde una perspectiva multidisciplinar. Y también se debe hacer un balance riesgo-beneficio de las opciones terapéuticas, con un enfoque ético”.
Y no menos importante a valorar en el momento de fijar la duración de esta terapia, a juicio de esta especialista, es “la preferencia del paciente”. Siguiendo este hilo se puso el foco en la importancia que tiene en estos casos la comunicación médico-paciente. En todo caso, la especialista abogó por “mantener el tratamiento antitrombótico siempre que el cáncer esté activo y el riesgo hemorrágico lo permita, con una revaloración periódica”.
Manejo del síndrome antifosfolipídico
Los avances en el diagnóstico y tratamiento del síndrome antifosfolipídico también tuvieron cabida en este congreso. Esta enfermedad autoinmune sistémica, caracterizada por sucesos trombóticos, tiene una incidencia de 1-2 casos/100.000 habitantes/año y una prevalencia de 17-50 casos/100.000 habitantes.
En esta reunión, el Dr. Ricard Cervera, especialista del Hospital Clínic de Barcelona, expuso algunas manifestaciones poco conocidas de este síndrome, analizando los nuevos criterios clasificatorios y las recomendaciones terapéuticas para hacer frente a sus principales manifestaciones clínicas.
El especialista del Clínic indicó que actualmente, el tratamiento del síndrome antifosfolipídico trombótico “se basa, principalmente, en la anticoagulación a largo plazo con fármacos anti-vitamina K. Sin embargo, se están evaluando diversas terapias biológicas con acción directa sobre el sistema inmunitario”, ha indicado este experto. En este sentido, incidió sobre el problema que plantea el síndrome antifosfolipídico catastrófico refractario, que sufren algunas personas que no responden a los tratamientos de primera línea (como la anticoagulación, los glucocorticoides o los recambios plasmáticos).
Recientemente, los pacientes con síndrome antifosfolipídico han reclamado mayor visibilidad. En este sentido, el jefe de Servicio de Enfermedades Autoinmunes del Clínic de Barcelona, ha defendido la necesidad de que “se reconozcan las diversas discapacidades que pueden generarse con este síndrome en algunos pacientes”.
Nuevas terapias en diátesis hemorrágica
Desde el Hospital Universitario Virgen del Rocío (Sevilla), el Dr. Ramiro Núñez resumió las principales novedades terapéuticas que existen actualmente en diátesis hemorrágica. Este es un trastorno genético de la coagulación poco frecuente, que se caracteriza por una tendencia al sangrado de leve a moderado.
Así, el especialista expresó que “la disponibilidad de nuevas terapias en hemofilia, algunas ya consolidadas, junto con otras en fase de desarrollo, conforman un panorama actual que supone un impulso destacable a los tratamientos para esta enfermedad”.
A pesar de que todavía no se pueda hablar de cura en hemofilia con las terapias génicas, estas han supuesto un impulso destacable en los tratamientos para la enfermedad
Por otra parte apuntó que “los factores de vida media prolongada son una realidad desde hace ya años y, próximamente, dispondremos de fármacos que extienden aún más su actividad en el tiempo”. El Dr. Núñez afirmó que con este avance se consigue una mayor protección frente a los sangrados, así como un menor número de infusiones en los pacientes que requieran tratamiento profiláctico.
Además, el facultativo del Virgen del Rocío puso el foco en que otro tipo de fármacos, como los miméticos del FVIII de los que afirmó que “son una realidad”. Este subrayó el caso de “emicizumab, con sus resultados de eficacia y comodidad de administración por vía subcutánea, que se ha convertido en un referente en el tratamiento de los pacientes con hemofilia A grave e inhibidor”.
Otro de los aspectos sobre el que habló el Dr. Núñez fue el relativo a los resultados prometedores publicados en relación con las terapias ‘rebalanceadoras’. “Tienen un mecanismo de acción novedoso y la cualidad potencial de ser aptas para pacientes con hemofilia A y B con y sin inhibidor”, explicó.
Esto, sin dejar de lado la terapia génica, que ocupa también un papel relevante entre las novedades terapéuticas, gracias a la expresión sostenida de FVIII o FIX. De hecho, como manifestó el Dr. Núñez, “ya existen terapias para hemofilia A y B aprobadas por las autoridades regulatorias europeas”, aunque advirtió que “aún hay algunas incertidumbres sobre la durabilidad y efectos adversos (fundamentalmente, la elevación de transaminasas)”.
Perspectivas en hemofilia
En cuanto al caso de la hemofilia, el Dr. Núñez aseguró que “en la actualidad, aún no es posible hablar de curación”, aunque se han logrado progresos significativos. Y es que, muchas las terapias que están incorporándose al arsenal terapéutico obtienen niveles de hemostasia que permiten modificar el fenotipo hemorrágico de los pacientes con hemofilia. De esta manera, se pueden transformar en un fenotipo leve o incluso normal desde el punto de vista hemorrágico. “De ahí que empiece a manejarse el concepto de normalización de la hemostasia, que, si bien no supone la curación de la hemofilia, al menos sí lo sería desde un punto de vista funcional”, aseveró.