Enfermería, en primera línea frente al ictus

Silvia Morel, supervisora de Enfermería de Neurología y Neurocirugía del Hospital Universitario Ramón y Cajal, y vocal de la Junta Directiva de Sedene, participa en el nuevo episodio del podcast de iSanidad

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Juan León García
El ictus es una de las enfermedades vasculares más prevalentes en España, y la enfermería tiene un papel crucial a la hora de prevenirlo sensibilizando sobre los factores de riesgo o garantizando la correcta adherencia terapéutica. Es en estas labores donde enfatizan sus mensajes los órganos profesionales, como el Colegio Oficial de Enfermería de Madrid (Codem). Tanto para las primeras actuaciones tras la activación del código ictus, como para la labor preventiva y la educación sanitaria de pacientes y de sus cuidadores.

En la actualidad, 125.000 personas sufren algún evento y unas 25.000 mueren cada año por ictus, según el Ministerio de Sanidad. No obstante, la Dra. Mª Mar Freijo, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN), advirtió que en menos de 15 años la cifra de casos podría aumentar un 35% debido al envejecimiento poblacional. Por eso, piden que se le ponga freno actuando cuanto antes.

Para hacer una radiografía de la actual situación del ictus en nuestro país desde la primera línea, es vital que las enfermeras estén preparadas “para dar los mejores cuidados al paciente”, señala Silvia Morel, supervisora de Enfermería de Neurología y Neurocirugía del Hospital Universitario Ramón y Cajal, y vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Enfermería Neurológica (Sedene), en un nuevo episodio del podcast de iSanidad.

Este es otro de los motivos para impulsar la especialización de las enfermeras en este campo. “No solo para la disciplina sino para la calidad de los cuidados que vamos a hacer”, razona. También porque permitiría investigar en unidades donde se genera y difundir conocimiento.

“El paciente no debe abandonar el tratamiento si no se lo quita el facultativo”

La adherencia es otro de los puntos esenciales en disminuir el riesgo de que un paciente debute o bien recaiga en otro evento de ictus. “El paciente no debe abandonar el tratamiento”, sentencia Morel. La nueva generación de fármacos, los anticoagulantes de acción directa (ACOD), han mejorado el seguimiento y deberían de facilitar el cumplimiento. De asegurarlo depende mucho la figura de la enfermera.

“Tenemos que aprovechar cualquier consulta para revisar todos los factores de riesgo y ver cómo se está comportando el paciente”, explica Morel. En este sentido, también adquiere una dimensión importante el tratamiento no farmacológico, como la buena dieta, la higiene del sueño o el consumo de tóxicos (alcohol).

Continuidad asistencial

El trabajo en equipo entre distintos niveles asistenciales permite afianzar la continuidad asistencial. Desde primaria, con la que hay que estar en contacto “no solo para cuando viene [el paciente] sino para cuando sale del hospital”, agrega, y hasta el ámbito hospitalario, es importante que cada profesional sepa cuál es su función.

Trabajar en equipo, estar bien preparados, tener competencias y saber cuál es nuestra función cada uno para saber lo que aportamos desde nuestra perspectiva. En definitiva, sentencia: “Lo importante del código ictus es que se hagan las cosas bien y se hagan rápidas”.

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