Una hoja de ruta para medir neurofilamentos en sangre e intentar desterrar las sillas de ruedas en pacientes con esclerosis múltiple

Los neurofilamentos de cadena ligera se han posicionado en poco tiempo con un biomarcador útil para conocer el daño cerebral de los paciente de esclerosis múltiple y poder adaptar de forma óptima los tratamientos. Ahora, el Proyecto NeuroPath-EM busca que se implante su uso en todos los hospitales posibles, ya que se identifica mediante un análisis de sangre

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Gema Maldonado Cantero
A principios de 2020, el Dr. Alfredo Rodríguez-Antigüedad, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Cruces (Bizkaia) daba a conocer en un foro específico sobre esclerosis múltiple la investigación en la que estaba inmerso junto a otros colegas sobre el valor que podían tener los neurofilamentos de cadena ligera como biomarcador de progresión de la enfermedad.

Menos de cinco años después, la determinación de estos neurofilamentos a través de un sencillo análisis de sangre ya se ha extendido en España a más de 80 hospitales, está en la cartera de servicios de varias comunidades autónomas y es un claro indicador de daño neuronal y destrucción cerebral que ya usan un nutrido grupo de neurológos con sus pacientes para optimizar los tratamientos disponibles y evitar la progresión de esta patología neurodegenerativa.

La determinación de estos neurofilamentos a través de un sencillo análisis de sangre como biomarcador en esclerosis múltiple ya se ha extendido en España a más de 80 hospitales

Este mismo miércoles, el Dr. Rodríguez-Antigüedad, junto con expertos en otras especialidades presentaban una hoja de ruta bien establecida para dar a conocer entre todos los neurólogos el potencial de este biomarcador y lo sencillo y económico de su determinación para poder predecir la evolución de la enfermedad, la respuesta a los tratamientos y mejorar la calidad de vida de los pacientes que viven con esta enfermedad, cuyo abordaje ha cambiado mucho en las últimas décadas.

Lo sabe el Dr. Jesús Porta-Etessam, presidente de la Sociedad Española de Neurología, que recuerda la cantidad de pacientes con esclerosis múltiple en silla de rueda que veía en la sala de espera al inicio de su carrera en comparación con la actualidad. “Cada vez vemos menos sillas de ruedas en las consultas de esclerosis múltiple y no queremos ver ninguna. Esperamos que el biomarcador neurofilamentos contribuya a ello”, terciaba la Dra. Luisa María Villar, inmunóloga del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.

Dra. Luisa María Villar: “Cada vez vemos menos sillas de ruedas en las consultas de esclerosis múltiple y no queremos ver ninguna. Esperamos que el biomarcador neurofilamentos contribuya a ello”

¿Por qué deben medirse los neurofilamentos y por qué es una medida coste-efectiva?

Los autores del Proyecto NeuroPath-EM, así se llaman la hoja de ruta para impulsar el uso de neurofilamentos en el abordaje de esta enfermedad, para la que han contado con el apoyo de la compañía Roche, buscan informar a los neurólogos, a los pacientes y a las autoridades sanitarias, desarrollar iniciativas como su inclusión en las guías clínicas (una de ellas, que incluye este biomarcador, está a punto de salir) y trabajar para que se incluya en la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud.

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En las investigaciones desarrolladas en estos años han visto que la fiabilidad del biomarcador“es del 100%”, afirmó el Dr. Rodríguez-Antigüedad ya que “los neurofilamentos reflejan el daño irreversible que se produce en el cerebro. Actualmente, nos conformamos cuando el enfermo no tiene un brote, porque no somos capaces de ver más lesiones que las que son visibles a través de resonancia. Por lo que es un gran avance poder saber qué pacientes que, aparentemente están bien controlados, no lo están, ya que esto nos permitirá mejorar el futuro de estas personas”.

Dr. Rodríguez-Antigüedad: “Los neurofilamentos reflejan el daño irreversible que se produce en el cerebro. Es un gran avance poder saber qué pacientes con esclerosis múltiple que, aparentemente están bien controlados, no lo están”

La resonancia, una prueba costosa y que no se debe hacer muy a menudo, y la entrevista con el paciente para saber cómo se siente, si nota empeoramientos o brotes, no son suficientes para tomar las mejores decisiones terapéuticas posibles. “Tenemos que tener muy claro cuándo se va a hacer un cambio terapéutico, y medir los neurofilamentos va a permitir optimizar los recursos y tratar a los pacientes de la mejor manera”, apuntaba el Dr. Porta-Etessam.

Los neurofilamentos son el “esqueleto” de la las neuronas y axones. Cuando se daña la neurona, esos neurofilamentos salen y pueden encontrarse en el líquido encefalorraquídeo y en mucha menor medida en la sangre. “Por tanto, encontrar neurofilamentos en la sangre es la evidencia irrefutable de que se ha producido un daño en neuronas y axones y, con ello, evaluamos el daño que se ha producido en el cerebro”, explicó el Dr. Rodríguez-Antigüedad.

La bajada de neurofilamentos en sangre indica a los médicos que el paciente tiene una respuesta óptima al tratamiento frente a la esclerosis múltiple

Hasta hace muy poco tiempo la tecnología no permitía detectar y medir cantidades extremadamente pequeñas de una sustancia en la sangre. Ahora es posible y se hace mediante la plataforma tecnológica Simoa. Otras dos plataformas ya se están validando. Se puede hacer cuantas veces sea necesario porque requiere una prueba poco invasiva como es el análisis de sangre y su determinación no es compleja. La bajada de neurofilamentos en sangre indica a los médicos que el paciente tiene una respuesta óptima al tratamiento actual frente a la esclerosis múltiple.

Pero este biomarcador no es útil solo para esta enfermedad y ya se investiga su uso en otras patologías, hasta el punto que algunos autores hablan de los neurofilamentos como la futura PCR de los neurólogos. “Es un biomarcador útil en la vasculitis, nos puede ayudar a hacer un diagnóstico diferencial; en migraña podemos usarlos para ver si, durante la fase de inflamación, se produce afectación de las neuronas o no. Cuando se descubre un biomarcador que nos habla de daño neuronal lo podemos ir expandiendo a otras enfermedades neurológicas, habrá que ir validándolo. Una vez que esté metido en la cartera de servicios se pueden ahcer nuevos estudios para ver su utilidad en otras patologías”, ha explicado el presidente de la SEN.

Dr. Porta-Etessam: “Cuando se descubre un biomarcador que nos habla de daño neuronal lo podemos ir expandiendo a otras enfermedades neurológicas, habrá que ir validándolo”

Desde la plataforma tecnológica Simoa en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid se hacen muchas de las determinaciones de este biomarcador que se envía después a los neurólogos de otros hospitales. En otros países europeos, en Estados Unidos y Canadá se está implementando este biomarcador, en cuya identificación e investigación han sido pioneros los investigadores españoles. Si aún no se ha extendido más es “por desconocimiento más que por dificultad o coste para introducirlo” porque su potencial no genera duda entre los neurólogos. “Es la primera vez que tenemos un biomarcador para medir el daño en el cerebro”, afirmó el Dr. Rodríguez-Antigüedad.

El siguiente paso es garantizar la equidad: que todos los pacientes que lo necesiten tengan acceso a esta determinación. “Ya se ha empezado a consolidar en protocolos y se va utilizando en hospitales, pero no podemos depender de la atomizacion en el sistema, ir gerencia por gerencia convenciendo para que se incorpore en cada centro, sino que es necesario dar el salto para incorporarlo a la cartera de servicios comunes del SNS para que se implemente con equidad”, reflexionó durante la presentación del Proyecto NeuroPath-EM el director de Corporate Affairs de Roche Farma España, Federico Plaza.

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