Gema Maldonado Cantero
Se sabe que las alergias alimentarias se han incrementado considerablemente en las últimas décadas, pero no es fácil hacer una estimación adecuada, ni una prevalencia de este problema de salud. Se requiere un diagnóstico clínico, se contabilizan los casos de ingreso en UCI por anafilaxia, pero no es sencillo obtener una cifra.
Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura cifraba la población mundial en 8,6 billones de personas de la que unos 900 millones sufren reaccionen adversas a alimentos, casi en su totalidad habitan en los países industrializados. En España, se sabe que hasta 2015 había aumentado hasta un 5% el ingreso de niños menores de un año por alergias alimentarias y un estudio australiano indicó en 2005 que los ingresos en UCI por anafilaxia causada por alimentos creció un 5%. En Estados Unidos se registraron en 2008 30.000 ingresos anuales en UCI por la misma causa.
Se han aislado y caracterizado más de 1.000 alérgenos que pertenecen a 40 familias de proteínas, cuando existen más de 12.200 descritas. El 90% de las alergias alimentarias están causadas por proteínas de nueve alimentos
El problema existe y es claro. Lo ven a diario los alergólogos en sus consultas. Y es mucho peor verlo en forma de anafilaxia en el hospital porque algunas personas no sobreviven. Pero ¿qué es lo que causa este aumento de las reacciones adversas por alimentos?
No hay una única respuesta, pero sí un resumen claro: “Hemos alterado la composición de la comida de tal manera que sus propiedades de digestión, entre otras, las hemos cambiado sin ser conscientes”, afirma este miércoles la Dra. María Gasset, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en un seminario para periodistas organizado por la Fundación PharmaMar en colaboración con la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS).
Hay publicaciones científicas de 1951 que ya avisaban de que la acción humana estaba impactando en muchos aspectos ambientales sin que fuéramos conscientes de esos cambios. “Hemos seleccionado especies, formas y formatos en los alimentos que nos parece que cumplen una serie de requisitos a los que les hemos dado prioridad y nos hemos dejado atrás otros que son importantes”, apuntaba la experta.
“Hemos seleccionado especies, formas y formatos en los alimentos que nos parece que cumplen una serie de requisitos a los que les hemos dado prioridad y nos hemos dejado atrás otros que son importantes”
Algunos de los ejemplos tienen que ver con la leche de larga duración. Suiza, donde el consumo de leche fresca o solo pasteurizada es más habitual, las alergias a este alimento son casi inexistentes. Los procesados para conseguir que dure en buen estado más tiempo, concretamente el UHT, provocan la producción de compuestos de proteínas que no están en la leche solo pasteurizada, y que “pueden ser una potencia de alergenicidad”.
La mayoría de los alérgenos son proteínas de origen vegetal y animal. Se han aislado y caracterizado más de 1.000 alérgenos que pertenecen a 40 familias de proteínas, cuando existen más de 12.200 descritas. El 90% de las alergias alimentarias están causadas por proteínas de nueve alimentos: leche, huevo, pescado, marisco, cacahuete, frutos secos, soja, trigo y sésamo. Los cambios que la mano humana ha ido produciendo sobre ellas han podido tener mucho que ver en todo el aumento de las reacciones adversas a alimentos.
La experta señala como causas de las alergias la aberración en la colonización microbiana temprana, la erradicación de infecciones protectoras frente a alérgenos y la inmadurez de la inmunidad de las mucosas que facilitan el acceso de los alérgenos. Al factor genético que puede influir en el desarrollo de estas alergias y que tiene que ver con la integridad epitelial de la persona y al sistema inmune que tengamos, se unen la exposición temprana y los cambios en el entorno, incluidos los cambios en la comida, que pueden influir.
El paso a la vida urbana, la erradicación de infecciones y la exposición a cientos de miles de nuevas moléculas en los últimos años han influido en el incremento de las alergias alimentarias
El factor ambiental engloba aspectos como el paso de la vida rural a la urbana “en detrimento de nuestra maquinaria genética”, la erradicación de infecciones, como, por ejemplo, las parasitarias, “ha dejado a un ejército de inmunoglobulinas IgE, perfectas para destrozar al parásito que nos invade, perdidas”.
La exposición a nuevas moléculas, solo “en la última década nos hemos expuesto a más de 300.000”, como por ejemplo los detergentes, o los bajos niveles de vitamina D3 “el guardián de la inmunidad de la barrera de los epitelios”, son algunos de los ejemplos que ha puesto sobre la mesa la investigadora. La vida sedentaria también influye.
“Averiguar qué hace que una proteína se convierta en alérgeno permitiría avanzar en la calidad de diagnóstico”
El diagnóstico actualmente siempre viene como consecuencia de una exposición, tal y como ha indicado la Dra. Gasset, por lo que “averiguar qué hace que una proteína se convierta en alérgeno permitiría avanzar en la calidad de diagnóstico”. Respecto a las terapias, hasta hace pocos años, la recomendación era evitar el alimento que provocaba reacciones adversas. Ahora hay estrategias de desensibilización, que suelen ser lentas, y terapias inmunológicas que suelen aplicarse en combinación con la desensibilización. Pero queda un largo camino que recorrer, con investigaciones y algunos estudios con vacunas o con intervenciones en el microbioma.