Gema Maldonado Cantero
La percepción social de la obesidad está cambiando, pero aún perviven prejuicios que llevan al estigma. La vieja idea de que la obesidad no es más que un factor de riesgo en muchas enfermedades está dejando paso a la conciencia de que se trata de una enfermedad, pero aún pervive el convencimiento de que con dieta y ejercicio se puede evitar completamente.
Son algunos de los resultados de la encuesta que ha llevado a cabo GAD3 para Novo Nordisk sobre la percepción de la obesidad de España, realizada a más de 3.000 personas de distintas comunidades entre el 22 y el 30 de octubre de este año. El análisis de las respuestas muestra que el motivo principal por el que las mujeres cuidan el peso es la autoestima, mientras que en los hombres es la salud cardiovascular. “Hay mucha presión social sobre la estética que, a lo mejor, es más exigente en las mujeres que en los hombres”, apuntaba este lunes en el Colegio de Médicos de Madrid la Dra. Mar Malagón, presidenta de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo).
El 75% de las personas encuestadas reconocen la obesidad como una enfermedad, pero esa misma cifra piensa que la causa es la mala alimentación y el sedentarismo
Mensajes que calan y prejuicios que perduran
El 75% de las personas encuestadas reconocen la obesidad como una enfermedad, pero esa misma cifra piensa que la causa es la mala alimentación y el sedentarismo. Menos de la mitad nombra el factor genético. La práctica de ejercicio (65%) y una dieta para adelgazar (60%) son las medidas que los encuestados tomarían como primera opción para perder peso y solo el 13% estaría dispuesto a recibir tratamiento farmacológico. Estas ideas también permanecen en parte del sector sanitario.
“Hay estigmatización por parte del personal sanitario, muchas veces por desconocimiento. Hay un problema de formación de los propios sanitarios que, además, no tienen las herramientas. Por ejemplo, la composición corporal es mucho más importante que el IMC, y ahora no hay herramientas para medirla. Tenemos que informar y disponer de conocimiento sobre la oferta de tratamiento frente a la obesidad, incluido el tratamiento farmacológico. Nadie va a cuestionar que un paciente con hipertensión se trate con antihipertensivos, y lo mismo hay que aplicar a las personas con obesidad: si hay un tratamiento, tienen derecho a tenerlo en las indicaciones disponibles y como parte de un abordaje integral y personalizado”, ha defendido la presidenta de Seedo.
Tratar la obesidad como una enfermedad crónica también es algo que aún cuesta en consulta
Tratar la obesidad como una enfermedad crónica también es algo que aún cuesta en consulta. La especialista hace hincapié en que el seguimiento “debe ser a largo plazo” y da las razones. “Una vez que la obesidad está instaurada cambia todo el sistema de ingesta y de gasto de energía, por tanto, es muy fácil ganar peso de nuevo. La obesidad es crónica y recurrente porque la alteración que provoca es muy fuerte. Se necesita un tratamiento crónico”, explica.
Los encuestados conocen que la obesidad es un factor clave en patologías como la diabetes o la hipertensión y el riesgo cardiovascular. El 93% dice que conoce el concepto de IMC, pero solo el 55% sabe definirlo. Sin embargo, sobre el perímetro abdominal, uno de los indicadores clave de la asociación entre obesidad y riesgo cardiovascular, solo el 37% dice habérselo medido en alguna ocasión.
Dra. Malagón: “La obesidad es una enfermedad crónica y recurrente porque la alteración que provoca es muy fuerte. Se necesita un tratamiento crónico”
Otro de los aspectos que muestra la encuesta es el desconocimiento general sobre el aumento del riesgo cardiovascular que supone la menopausia en las mujeres. Preguntadas por los efectos que más asocian con la menopausia, la mitad responde que los sofocos, el 30% habla del aumento de peso y el 16% de cambios en el estado de ánimo. Solo un 5% respondió un mayor riesgo cardiovascular.
La Dra. Malagón, señala que ese aumento de peso que conoce el 30% de las encuestadas se produce sobre todo en la zona abdominal, que, “si se suma al exceso de peso que ya traen muchas mujeres, puede exacerbar el riesgo cardiovascular” que, en esta época de la vida, puede multiplicarse hasta por cuatro. Además, con la pérdida de estradiol que trae la menopausia también se ve afectada la regulación de la ingesta de alimentos.
Otras conclusiones que pueden extraerse de la encuesta es que la población conoce el impacto que la obesidad tiene en la salud emocional. Siete de cada 10 personas afirman que su estado de ánimo está muy o bastante relacionado con su peso. Una cifra que crece entre la población femenina y joven hasta el 84%.
Dra. Malagón: “Entran en la percepción universal de que perder peso es cuestión de voluntad personal. Interiorizan que la culpa es suya y no van a la consulta”
Por último, el 80% afirma haber estado por encima de su peso ideal. Pero la realidad es que, cuando ese peso se vuelve un problema en forma de obesidad, les cuesta acudir a consulta. Una vez más, el estigma tiene que ver con esta falta de acción. “Entran en la percepción universal de que perder peso es cuestión de voluntad personal. Interiorizan que la culpa es suya y no van a la consulta. Cuando llegan, lo hacen por tratarse la hipertensión o la diabetes porque piensan que no hay solución para esto, que la solución está en ellos”, explica la Dra. Malagón.
Esta misma semana tiene lugar el congreso anual de la Seedo, donde se presentará una nueva guía de abordaje de la obesidad en la que se han implicado más de 40 sociedades científicas. El consenso es claro. “Los profesionales y el sistema de abordaje de la obesidad tenemos que cambiar para plantear un enfoque integral, personalizado, con apoyo psicológico, nutricional, de ejercicio y de tratamiento farmacológico cuando lo recomienden las indicaciones. Y tenemos que hablar de todo esto con el paciente, porque el abordaje tiene que ser flexible y adaptado a la situación de cada persona”, concluye la experta.