Juan León García
Detrás del Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF) hay nombres y vidas condicionadas por el consumo de alcohol. Un problema del que el Ministerio de Sanidad se hizo eco el pasado septiembre, cuando acogió la séptima conferencia internacional de la Alianza Europea frente a los TEAF (EUFASD, por sus siglas en inglés). Si bien se tiene constancia de que la prevalencia del consumo de alcohol durante el embarazo puede situarse en torno al 40% y el 60%, según Sanidad, la del TEAF en nuestro país se desconoce.
Por tanto, la referencia son países similares a España: el Ministerio comparte que está entre el 4% y el 7% de los recién nacidos con este trastorno que afecta al desarrollo neurocognitivo.
No obstante, es un gran desafío precisamente porque es de las pocas patologías que se puede evitar completamente. Basta con no consumir alcohol durante el embarazo. “El alcohol básicamente daña el sistema nervioso central del feto. Produce una inflamación que genera daños permanentes” que pueden derivar en TEAF. Aunque no hay una relación directa entre consumo y daño, precisa el Dr. Daniel Álvarez Cabo, director general de la Clínica Universitaria de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y médico especialista en medicina preventiva y salud pública.
Detrás del desarrollo de TEAF “puede haber otros factores”, desgrana durante su intervención en el podcast de iSanidad. Pero el matiz importante es que es evitable en un momento crítico del desarrollo del feto: cuando se conforma su sistema nervioso central.
Microcefalia, ausencia del pliegue del labio superior en la boca o impulsividad en el comportamiento, rasgos característicos de una persona con TEAF
De ahí que sea habitual que los daños causados por el consumo de alcohol se traduzcan en síntomas visibles después. Entre otros, el Dr. Cabo cita la microcefalia, la ausencia del pliegue del labio superior en la boca, que estos labios también sean más finos y ojos muy pequeños. “No todas las personas tienen todas las manifestaciones físicas, pero sí se presentan”. A estos se añaden rasgos característicos como la impulsividad, ya que son individuos “que no comprenden bien las consecuencias de sus actos”.
Todo lo anterior conlleva una mayor dificultad para mantener unas relaciones sociales normales, tanto a nivel de amistad como a nivel laboral, donde se les dificulta el acceso a un trabajo. En definitiva, resume el Dr. Cabo: “El vivir una vida plena”.
La formación de los profesionales, clave
Aunque la evidencia científica sobre las consecuencias del consumo de alcohol son incontestables, también poco a poco el TEAF se va conociendo más entre los profesionales sanitarios. A la vez, hay más opciones para que se formen respecto a este trastorno. Como reconoce el experto, hay pocas iniciativas en España: hospitales como el Niño Jesús en Madrid o el Sant Joan de Déu (SJD) en Barcelona sí que investigan y tratan a los menores con sospecha de tener TEAF.
Además de en centros especializados, como es el caso de la Clínica Universitaria URJC. “Desde hace más de 6 años tenemos experiencia en este campo: contamos con dos neuropsicólogas que hacen la parte de evaluación neuropsicológica para hacer test de desarrollo cognitivo que son aplicables a cualquier persona pero centrados en pacientes TEAF. Y además tenemos una médico formada con el Dr. García Algar. Ella se encarga de realizar una valoración física”.
Desde la propia entidad se impulsa la parte formativa desde el Máster de Psicología Cognitiva de la URJC, agrega. El aportar conocimientos y herramientas es especialmente relevante teniendo en cuenta que la evaluación de un posible caso es “larga y complicada, hace falta paciencia”.
Un perfil cambiante
Según su experiencia, el Dr. Cabo reconoce que el perfil del paciente con TEAF ha ido variando en estos años. Si al principio la mayoría eran niños adoptados en orfanatos de Europa del Este. “En estas zonas con mayor prevalencia de casos con TEAF, el consumo de alcohol es muy superior en estos países que en España, y la regulación seguramente sea más laxa que en nuestro país. Niños adoptados de madres que por circunstancias sociales, personales y familiares, han tenido muchos problemas. Esto es un cóctel explosivo”, relata.
Sin embargo, hoy “cada vez con más frecuencia” empiezan a detectar casos de niños, jóvenes y adultos “a los que se les detecta TEAF en etapas más tardías”. Para llegar a las personas que integran este colectivo trabajan de forma estrecha con la asociación Visual TEAF.
Por último, el Dr. Cabo identifica barreras también a nivel administrativo y cultural. Por un lado, reforzando los mensajes de prevención con mensajes “más rotundos por parte de las autoridades sanitarias”. Y, por otro, por el arraigo que tiene el consumo de cerveza y vino, “elementos de nuestra cultura y que están presentes en la cultura social y familiar”.