Fátima Del Reino Iniesta
La pornografía, gracias a internet y a la masificación de dispositivos móviles, se ha convertido en un fenómeno que atraviesa las consultas médicas y psicológicas. Desde adolescentes con cerebros en desarrollo, que no siempre comprenden los efectos de lo que consumen, hasta adultos con patrones de consumo problemático.
“Al igual que hay que preguntar sobre el consumo de pantallas hoy en día, lo siguiente es saber si el contenido sexual en internet es frecuente o no”
“Al igual que hay que preguntar sobre el consumo de pantallas hoy en día, lo siguiente es saber si el contenido sexual en internet es frecuente o no. El papel del profesional sanitario es básico. Si desde la atención primaria se consigue prevenir y normalizar esta atención, con la delicadeza e intimidad que requiere, habremos conseguido mucho”, ha destacado Jorge Gutiérrez, director de la asociación Dale Una Vuelta.
La necesidad de que los profesionales sanitarios cuenten con herramientas para abordar esta problemática es urgente. Sin embargo, los profesionales enfrentan barreras importantes desde la falta de formación específica hasta la ausencia de protocolos claros.
Falta de formación
Los expertos coinciden en que la formación en temas relacionados con la sexualidad y sus derivados, como la pornografía, es insuficiente en la mayoría de las especialidades médicas. Según la Dra. Idoia Jiménez, coordinadora del Grupo de Trabajo de Atención al Adolescente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), para los pediatras, la etapa de la adolescencia “genera inseguridad” en los profesionales, que a menudo evitan o no saben cómo iniciar una conversación sobre este tema, porque “no se suele recibir formación” durante la residencia.
“Es necesario mejorar la formación de cualquier profesional que tenga cerca a niños o adolescentes. Por otro lado, si hablamos de sexualidad en la adolescencia vamos tarde. La educación afectivo sexual es desde el nacimiento, adaptando la información y los mensajes a la edad y madurez del niño”, ha destacado la coordinadora.
“Si desde la atención primaria se consigue prevenir y normalizar esta atención, con la delicadeza e intimidad que requiere, habremos conseguido mucho”
Las distintas comunidades autónomas, ayuntamientos, asociaciones, fundaciones, sociedades científicas y profesionales están trabajando en la elaboración de guías y protocolos tanto para profesionales, como para familiares para prevenir, detectar de manera precoz y tratar este tema. En este contexto, asociaciones como Dale Una Vuelta han diseñado programas específicos para sensibilizar y capacitar a profesionales de la salud porque “no vemos, incluso hoy día, algo parecido, específico, dirigido a profesionales”, ha denunciado Gutiérrez.
El curso para profesionales sanitarios que ofrece la asociación profundiza en qué es y en cómo impacta la pornografía en la actualidad, así como sus consecuencias en adolescentes y adultos. Una gran parte de la guía está dedicada al efecto del consumo de pornografía en el cerebro y a la influencia de internet en el comportamiento humano. El tratamiento integral también tiene un lugar destacado. Además, incluye módulos sobre los efectos psicológicos, sociales y éticos del consumo de pornografía, así como herramientas para detectar posibles señales de alarma, como el uso compulsivo de dispositivos por la noche o el aislamiento social.
“Es necesario mejorar la formación en pornografía de cualquier profesional que tenga cerca a niños o adolescentes”
Otro ejemplo es la guía Ni Zorras Ni Héroes de la Diputación de Granada, un documento que ofrece herramientas para trabajar el consumo de pornografía y prácticas con jóvenes entre 13 y 18 años en cualquier espacio educativo y didáctico, dentro o fuera de las aulas. Además, esta guía pretende desmontar los mitos que la industria pornográfica transmite a los menores.
Desafío en el diagnóstico
Según José Luis García Fernández, psicólogo clínico y especialista en sexología, el acceso temprano a este contenido puede actuar como un “manual de instrucciones” para los adolescentes, configurando actitudes y prácticas sexuales distorsionadas. En las consultas, “es imprescindible normalizar el tema”, evitando moralizar y culpabilizar, creando un espacio seguro para que los adolescentes expresen sus inquietudes.
Detectar el impacto del consumo de pornografía no es fácil. “Por este motivo, pedimos que se normalice el abordaje y se vea como un aspecto más en la atención primaria. Si hubiera que buscar algunas señales en adolescentes, se podría preguntar por el uso excesivo de la tecnología, reducción de horas de sueño, trastornos como la ansiedad, TDAH y TOC, traumas y apego inseguro, uso de un lenguaje cada vez más sexualizado, aislamiento, descenso en el rendimiento académico, entre otros”, ha subrayado el presidente de la asociación.
En este sentido, los expertos coinciden en que la clave está en la prevención. La Dra. María Salmerón, coordinadora del Plan Digital Familiar de la Asociación Española de Pediatría (AEP), ha insistido en la importancia de una educación afectivo-sexual desde edades tempranas. “No se trata solo de decirles que el porno es irreal, sino de dotarles de herramientas para gestionar su exposición y comprender el impacto que puede tener en sus vidas”, ha afirmado.
“No se trata solo de decirles que el porno es irreal, sino de dotarles de herramientas para gestionar su exposición y comprender el impacto que puede tener en sus vidas”
En adultos, el problema puede manifestarse en trastornos sexuales, conflictos de pareja y aislamiento emocional. Además, la adicción a la pornografía puede estar asociada a patrones compulsivos de comportamiento. La exposición repetida a contenido sexual genera tolerancia, lo que lleva a buscar estímulos más extremos y a desarrollar dependencia psicológica.
Sin embargo, a menudo estas señales se pierden en consultas breves o en la falta de preguntas dirigidas. También, la vergüenza asociada al consumo de pornografía puede inhibir a los pacientes adultos, retrasando el diagnóstico y el tratamiento. Por ello, los especialistas insisten en que la formación en pornografía “no es una opción“, sino una necesidad donde el acceso al contenido sexual es “más fácil que nunca“, y que por lo tanto, los profesionales deben estar preparados no solo con conocimientos clínicos, sino también con la capacidad de generar un espacio seguro para abordar este tema de manera efectiva.