Anuario iSanidad 2024
María del Mar Vázquez Jiménez, portavoz del grupo Parlamentario Popular en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados
La sanidad en España es una de las joyas más preciadas del país. Su modelo universal, accesible y mayoritariamente gratuito se ha convertido en un referente internacional, garantizando que cualquier ciudadano, sin importar su condición económica, pueda acceder a atención médica de calidad. Sin embargo, detrás de esta fachada admirable, se esconden desafíos estructurales que amenazan su sostenibilidad y efectividad.
El sistema sanitario español ha sido un baluarte en momentos críticos. Durante la pandemia de Covid-19, demostró su capacidad de adaptación y resistencia, protegiendo a millones de personas en circunstancias extraordinarias. La red de atención primaria, los hospitales públicos y el personal sanitario fueron la columna vertebral de la respuesta nacional, mostrando una dedicación inquebrantable frente a la adversidad.
Sin embargo, esta crisis también expuso fisuras importantes en el sistema: falta de personal, saturación de los servicios y una infraestructura que, en algunos casos, no estaba preparada para enfrentar una emergencia de tal magnitud. Si bien la pandemia fue un desafío global, en España puso de manifiesto la urgente necesidad de renovar y reforzar un modelo que no puede seguir funcionando al borde del colapso.
El desafío de la financiación
El sistema sanitario español, aunque eficiente en términos de gasto comparado con otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), enfrenta un problema crónico de infrafinanciación. Según los últimos datos, el gasto en sanidad pública representa aproximadamente el 7% del PIB, una cifra que se encuentra por debajo de la media europea. Este presupuesto limitado ha llevado a recortes, precarización del empleo sanitario y una creciente dependencia del sector privado.
La atención primaria, el corazón olvidado
Uno de los grandes pilares de la sanidad española es la atención primaria, considerada durante décadas como un modelo de excelencia. Sin embargo, esta base fundamental se encuentra en un estado crítico. Los médicos de familia y pediatras enfrentan agendas interminables, falta de recursos y condiciones laborales que no reflejan la importancia de su rol en el sistema.
Y esto tiene consecuencias directa: una mayor presión sobre los servicios de urgencias hospitalarias, tiempos de espera más largos y una atención menos personalizada. Esto no solo afecta a los pacientes, sino que también mina la moral de los profesionales sanitarios, muchos de los cuales optan por emigrar o abandonar la profesión.
La crisis del personal sanitario
El personal sanitario en España es uno de los más capacitados de Europa, pero también uno de los peor remunerados y con condiciones laborales menos atractivas. Enfrentan contratos temporales, jornadas extenuantes y falta de estabilidad, lo que dificulta la retención del talento.
Esta situación es particularmente preocupante en un contexto de envejecimiento poblacional. Con una esperanza de vida de las más altas del mundo, España necesita más que nunca reforzar su plantilla sanitaria para atender a una población cada vez más envejecida y con enfermedades crónicas. Sin embargo, sin incentivos adecuados, corremos el riesgo de no contar con los recursos humanos necesarios para enfrentar este desafío.
Los retos en innovación y tecnología
Otro aspecto crítico es la integración de la tecnología y la innovación en el sistema sanitario. La digitalización de la sanidad, que incluye la historia clínica, la telemedicina y el uso de la inteligencia artificial, es clave para mejorar la eficiencia y la calidad de los servicios. Todavía hay una brecha considerable entre las comunidades autónomas en términos de acceso y adopción tecnológica. La coordinación entre los niveles asistenciales y la interoperabilidad de los sistemas son desafíos que requieren atención prioritaria.
Hacia el futuro
La sanidad en España necesita un pacto de Estado que la coloque como prioridad en la agenda política. Este pacto debe trascender intereses partidistas y garantizar una financiación suficiente, una planificación a largo plazo y el fortalecimiento de la red pública.
Es necesario invertir en infraestructuras, mejorar las condiciones laborales del personal sanitario, reforzar la atención primaria y fomentar la innovación. Pero también es imprescindible educar a la población sobre la importancia de un uso responsable de los recursos sanitarios, promoviendo la prevención y el autocuidado como elementos centrales del sistema. El futuro de la sanidad española depende de las decisiones que tomemos hoy. ¿Seremos capaces de protegerla y renovarla para las generaciones futuras? La respuesta debe ser un rotundo sí.