Gema Maldonado Cantero
Cuenta el Dr. Juan Ramón Casal, urgenciólogo y portavoz de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), que cuando fueron conscientes del apagón generalizado, volvieron aquellas sensaciones casi olvidadas de los comienzos de la pandemia hace cinco años; «la incertidumbre, no saber qué pasaría o cuánto tiempo iba a durar« les trajeron los recuerdos del Covid-19 en una mañana de abril de 2025 que empezó como otra cualquiera, y que terminó convirtiéndose en una jornada en la que una buena parte de los esfuerzos de los servicios móviles de urgencia se centraron en los pacientes dependientes de oxígeno.
A lo largo de la guardia que vivió este lunes Raúl Álvarez de Miguel, técnico de emergencias en la Comunidad de Madrid, este fue el principal problema al que dieron respuesta desde su UVI móvil: acudir a los avisos de pacientes con patologías respiratorias, de edad avanzada en su mayoría, porque «las botellas de oxígeno que tenían en sus domicilios no tenían oxigeno o porque los concentradores portátiles no tenían batería», explica a iSanidad. Más del 50% de los avisos a los que le tocó acudir fueron por esta causa. En su caso, «se pudieron resolver sin realizar traslados a hospital».
Algunos centros sanitarios optaron por pedir a los pacientes que necesitaban oxígeno que acudieran al hospital, en otros, se cedieron bombonas de O2
Algunos familiares de estos pacientes que pudieron acercarse a sus hospitales de referencia solicitaron allí mismo una bombona de oxígeno para llevar a casa. En varios hospitales evitaban dejar salir estas «balas», ante el miedo de quedarse sin oxígeno; en otros, sí que fue posible llevarse una a casa. «Sabemos de algún paciente al que le han dado oxígeno en el Hospital de la Princesa en Madrid», señalaba a iSanidad Mariano Pastor, presidente de Federación Española de Asociaciones de Pacientes Alérgicos y con Enfermedades Respiratorias (Fenaer).
Desde su experiencia, como usuario de una unidad de presión positiva continua en la vía respiratoria (CPAP), y la de otros pacientes con los que ha podido contactar, el apagón se vivió «con mucha ansiedad y preocupación». No solo por la falta de oxígeno, también porque a muchos de ellos les cogió el apagón en la calle y, cuando quisieron regresar a casa, no tenían manera de subir con los ascensores parados. «Tenemos una paciente en Ferrol que está esperando un trasplante pulmonar y vive en un sexto. Con su marido al lado, con una silla y con mucha paciencia terminó pudiendo subir», cuenta Pastor.
El presidente de Fenaer señala «la ansiedad y preocupación» que vivieron los pacientes dependientes de oxígeno durante el apagón
El 90% de los pacientes oxigenodependientes tienen sistemas que dependen de la luz: si se va, se acaba el oxígeno. Y no siempre tienen una bala de O2 de repuesto. Las baterías de los concentradores de oxígeno portátiles «suelen tener una autonomía de una hora», pero no son los sistemas más habituales, según explica el presidente de Fenaer.
En otros casos, bien por sus propios medios o a través de servicios de emergencias y fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, estos pacientes terminaron en el hospital en busca del oxígeno que necesitaban. Según información facilitada por Semes, en Cantabria todos los pacientes con concentradores de oxígeno en vez de bombona tuvieron que ir al hospital. En Navarra, los pacientes que llamaron al 112 por esta causa fueron derivados también al hospital. «Tuvimos alguno bastante malito por habérsele acabado el oxígeno», señalan desde Semes en esta comunidad.

En Aragón y Cataluña han atendido casos similares en sus hospitales, incluso reservando un área de alguno de los centros catalanes «por si vienen pacientes solo por O2». La Policía Local de Getafe (Madrid) y Protección Civil informaron del traslado de al menos 17 pacientes al hospital desde sus domicilios o residencias de mayores por este mismo motivo.
Desde Semes en Navarra señalan que tuvieron que atender diversos casos: «Tuvimos alguno bastante malito por habérsele acabado el oxígeno»
La Asociación Nacional de Pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (Apepoc) ha reclamado la creación de un registro de electrodependientes sanitarios y el establecimiento de protocolos de actuación para que estos pacientes puedan ser localizados rápidamente si se produce otra situación de corte del suministro eléctrico y solventar sus necesidades.
La coordinación y comunicación de los servicios de urgencias y emergencias en un día en el que las telecomunicaciones fallan resultó clave. En el caso de Madrid, el centro coordinador del summa 112, el contacto con los dispositivos de guardia se basaba en «mensajes cortos y muy precisos para no saturar las comunicaciones», señala el técnico de emergencias Raúl Álvarez. Desde allí les indicaban «a qué hospital había que trasladar a los pacientes que necesitaban ingreso» o incidencias como el cierre de la M-30. También se les comunicó que debido a la falta de oxigenoterapia en los domicilios por el apagón los vehículos sanitarios de intervención rápida (VIR) alargaban su horario de trabajo.
Retomando la «costumbre» de aquellos meses de pandemia, los comités de crisis de los servicios de urgencia volvieron a reunirse, conscientes de que «las urgencias es uno de los lugares donde no se puede cerrar; incluso pacientes de otros centros sanitarios que no tenían luz acudían a los servicios de urgencias», señala el Dr. Casal. Estos comités «se han seguido reuniendo» hasta que a lo largo de la mañana de este martes se ha podido ir retomando la normalidad.