Nieves Sebastián Mongares
La relación entre pacientes, sociedades científicas y compañías farmacéuticas ha llegado a un momento de ‘madurez’. Así lo expusieron los participantes de la mesa redonda ‘Innovación y Sostenibilidad en Sanidad: Un Diálogo entre Pacientes, Sociedades Científicas e Industria Farmacéutica’ desarrollada en el marco de la presentación del ‘Informe Ciclos Communis 2024’, impulsado por iSanidad.
Los participantes abordaron cómo ha evolucionado la relación entre todos los agentes y qué impacto tiene en la sostenibilidad del sistema sanitario. En palabras de Susana Gómez-Lus, directora médica de Lundbeck Iberia, “venimos de un modelo en el que la relación entre industria farmacéutica, pacientes y sociedades científicas era muy puntual y ahora es mucho más colaborativa”. Gómez-Lus destacó además que la transparencia y la ética cada vez tienen más protagonismo.
Cristina Avendaño, presidenta de la Federación de Asociaciones Científico-Médicas Españolas (Facme), coincidió en la importancia de esta colaboración. “Tenemos que trabajar todos juntos para garantizar que la decisión final que tomemos como sistema sea la mejor posible y la más informada”, destacó. También se refirió a los conflictos de interés indicando que, aunque sea obligatoria su declaración, hay que asegurarse de que cualquier decisión que se tome esté libre de sesgos, con el foco en la aportación para pacientes y profesionales.
Para Javier Velasco, Franchise Head Breast Cancer de Oncología en Daiichi Sankyo, en este contexto de colaboración es necesario entender el valor estratégico de la industria farmacéutica en términos de innovación. “Se está evolucionando mucho, siempre basados en criterios éticos y de transparencia”. Velasco subrayó también que, siendo España puntera en investigación clínica, es más importante si cabe seguir potenciando la participación de los pacientes en los ensayos clínicos y en la medición del impacto de la innovación a través de herramientas como los PREMs y los PROMs.
Dado el momento de ‘madurez’ logrado a nivel de colaboración entre agentes, los expertos coincidieron en seguir avanzando, con la transparencia como protagonista
Pedro Carrascal, director general de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), también puso de relieve el crecimiento que ha experimentado esta colaboración. “Hemos pasado de representar a los pacientes en un sistema en que se dice que estos están en el centro, a que participen como un actor más y se normalice esta relación desde una capacidad más estructurada”.
También Beatriz Lozano, directora de Comunicación, Pacientes y RSC de Roche Farma, coincidió, considerando que el momento actual es “muy bueno para que estas aspiraciones sean cada vez más una realidad, pero se necesita una voluntad real”. Lozano defendió que, dado que existen las herramientas y unos valores compartidos, es momento de impulsar esta relación.
¿Hacia dónde debe dirigirse esta colaboración?
En cuanto a las perspectivas de futuro de esta relación, Lozano señaló que “la sostenibilidad del sistema es una preocupación y una obligación que tenemos todos los que formamos parte del sistema sanitario desde hace mucho tiempo”. Lozano apuntó que, en un momento de grandes avances tecnológicos y en el que se tiende cada vez más hacia la medicina personalizada, informes como el resultante de los Ciclos Communis ponen de relieve la necesidad de cambiar de mentalidad, evolucionando el concepto de coste a inversión y adoptando una visión más estratégica. En este sentido, Lozano recordó que todas las decisiones al respecto “deben basarse en parámetros reales que midan el valor real de cada terapia en el entorno sanitario”.
Carrascal recordó que el concepto de sostenibilidad también interpela a los pacientes. No obstante, remarcó que en esta ecuación “más allá de trabajar en generar competitividad y ahorro, hay que orientar la sostenibilidad a mejorar la calidad de vida de los pacientes”.
Medir el valor real de las terapias en el entorno sanitario garantizará que su integración tenga un beneficio sobre todos los agentes
Para Velasco, desde el prisma de las compañías hay que considerar dos vertientes al hablar de sostenibilidad. “La incorporación de la innovación lleva un impacto en los presupuestos, pero también en el manejo de la enfermedad en su totalidad, por lo que la colaboración con asociaciones de pacientes, sociedades científicas, grupos cooperativos y sistemas sanitarios tiene que ayudarnos a generar datos que permitan ser más predecibles en la medición del impacto de la innovación”. Siguiendo este hilo expresó que, si bien esta innovación forma parte del modelo de negocio de la industria farmacéutica, implica una mejora en la calidad de vida, por lo que genera un beneficio común y un impacto social positivo que necesitamos ser capaces de cuantificar.
Avendaño manifestó que, por parte de las sociedades científicas, aunque al hablar de sostenibilidad la parte relativa a los presupuestos queda fuera, entran otros aspectos como los cambios organizativos que requiera la incorporación de la innovación. “Creo que necesitamos una mayor institucionalización de la participación de los expertos en el Sistema Nacional de Salud (SNS), también respecto a los aspectos sociales, viendo en qué queremos invertir mayoritariamente”. Avendaño afirmó que esta planificación implica una “conversación seria” sobre reorganización sanitaria.
Y, Gómez-Lus también se refirió a que esta colaboración ha de desarrollarse teniendo en cuenta la aportación a todos los niveles, “sabiendo las necesidades del paciente e invirtiendo en ellas, lo que hace que se reinvierta en I+D, con el potencial de que la innovación que se genere llegue a todos los que la necesiten”.
Papel en la evaluación de tecnologías sanitarias
Otro tema que se abordó fue el papel de cada agente en el marco del real decreto de Evaluación de Tecnologías Sanitarias por llegar. Avendaño opinó que este debe garantizar la participación de sociedades científicas y expertos en el proceso de toma de decisiones, con el foco en que aquellos que participen a título personal sean designados por sus pares, avalando su experiencia y conocimiento de la especialidad médica. “Esta designación de expertos debe hacerse con una declaración de intereses para que puedan asesorar y contribuyan en la toma de decisiones informadas, con el reconocimiento de la sociedad científica”, agregó.
En este proceso, Carrascal valoró que también se está observando un cambio de tendencia respecto al rol de los pacientes. “En la regulación por fin aparecen las asociaciones de pacientes, lo que es muy esperanzador, dándose pasos para que realmente participen”. Sin embargó resaltó que el reglamento debe garantizar que esta participación sea efectiva y que no sea una medida únicamente sobre el papel. “También hay que definir cómo hacer que esto sea sostenible y que podamos aportar lo que el sistema espera de nosotros”, puntualizó.
Los expertos coincidieron en el avance que supone que el RD de Evaluación de Tecnologías Sanitarias refleje la participación de todas las partes, aunque resaltaron que ha de garantizarse que la implicación sea efectiva
“Lo que es importante en el real decreto de Evaluación de Tecnologías Sanitarias es que estemos todos los que estamos aquí representados”, expuso Gómez-Lus. Desde la parte de las compañías, se refirió a la importancia de explorar otros modelos de pago para asegurar que la innovación se produce y llega a quienes la necesitan.
Velasco también abundó en esta idea añadiendo que todos los agentes implicados han de ver cómo acelerar este acceso de una manera efectiva y no sólo haciendo uso de los mecanismos de acceso temprano a fármacos. “También hay que velar por un acceso más a largo plazo, de ahí la importancia de involucrar a todos los agentes y trabajar en todo de lo que seamos capaces para adelantar el diálogo”, afirmó.
“Es una buena noticia que se amplíe la participación de todos los agentes y que abracemos el acceso a la innovación desde una colaboración más abierta”, consideró Lozano. Asimismo, apuntó a tener en cuenta el concepto de sostenibilidad desde una perspectiva global, teniendo en cuenta todo lo que aportan las terapias innovadoras, midiendo el impacto en salud y en calidad de vida, y dando lugar tanto a la innovación disruptiva como incremental, aprovechando todos los beneficios de las nuevas tecnologías.