Redacción
La rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) representa una de las principales amenazas para la carrera de muchas deportistas de élite. Esta lesión afecta hasta cuatro veces más a las mujeres que a los hombres en deportes como el fútbol o el baloncesto.
Ante esta realidad, un equipo de la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia San Juan de Dios – Comillas (EUEF) está desarrollando una línea de investigación centrada en factores poco explorados en la prevención del LCA: el ciclo menstrual, la fuerza muscular, el descanso y la recuperación.
Esta línea comenzó en 2020 bajo la dirección de Néstor Pérez, jefe del Laboratorio de Biomecánica y Fisioterapia de la EUEF. “Durante años hemos recogido datos de jugadores sanos, lesionados y en distintos niveles competitivos. Gracias a esta base, podemos hablar con evidencia científica sobre cuándo y por qué se producen estas lesiones, y cómo prevenirlas desde la raíz. Este estudio es solo el inicio de una serie de publicaciones que tenemos en marcha para los próximos años”, explica Pérez.
Uno de los estudios más recientes apunta a una correlación entre la baja fuerza en los isquiotibiales y un mayor riesgo de lesión de rodilla
Además, uno de los estudios más recientes, realizado con jugadoras del club de baloncesto Movistar Estudiantes, apunta a una correlación entre la baja fuerza en los isquiotibiales y un mayor riesgo de lesión de rodilla. “No podemos dar todavía cifras concluyentes, pero la tendencia observada en nuestras mediciones indica que adaptar el entrenamiento a la fisiología femenina podría reducir significativamente el riesgo de lesión”, añade.
Raúl Coto, profesor e investigador del centro, insiste en la importancia del ciclo menstrual: “Conocer qué ocurre con la fuerza en el ciclo menstrual nos puede dar luz a adaptar planes de recuperación y prevención adecuados a la situación de las jugadoras, lo que revertirá en una mejora del rendimiento y menor número de lesiones”.
El papel del descanso y la calidad del sueño, variables determinantes
Además de los factores musculares, el equipo estudia el papel del descanso y la calidad del sueño como variables determinantes. “El descanso es tan importante como el entrenamiento. Hemos identificado cómo una mala gestión del sueño o la recuperación entre partidos puede elevar el riesgo lesivo”, señala Lucía Cuéllar, integrante del grupo investigador.
La investigación también incluye comparaciones con deportistas masculinos, lo que ha permitido generar publicaciones científicas sobre parámetros como el equilibrio entre cuádriceps e isquiotibiales y su relación con la estabilidad articular.
Mª Jesús Martínez, profesora e investigadora de la EUEF, destaca el enfoque integral del proyecto: “No solo analizamos fuerza o técnica, sino también aspectos como la recuperación o la carga emocional. Este enfoque multidimensional es esencial si queremos transformar realmente la prevención en el deporte femenino”.
El objetivo final de esta línea de trabajo es trasladar el conocimiento generado a clubes, federaciones y servicios médicos deportivos. Personalizar las cargas de trabajo en función del ciclo hormonal, corregir desequilibrios musculares o ajustar tiempos de descanso puede marcar un punto de inflexión en la salud y el rendimiento de las deportistas.