Víctor Rodríguez, presidente de la Asociación INVI
Durante años, las puertas de la ciencia estuvieron entreabiertas para los hombres con cáncer de mama. No había espacio para ellos en los protocolos, ni en las campañas, ni mucho menos en los ensayos clínicos. Recibían diagnósticos tardíos y tratamientos diseñados para otra realidad biológica, como si el cuerpo de un hombre y el de una mujer fueran intercambiables. Como si hablar de diferencias fuera incómodo.
Desde INVI llevamos tiempo diciendo algo que hoy, por fin, empieza a resonar en voz alta dentro de la comunidad científica: el abordaje del cáncer de mama en varones no puede ser una réplica del femenino. Es una enfermedad que comparte nombre, pero no contexto. Afecta a órganos similares, sí, pero en cuerpos, hormonologías y tiempos distintos. No se puede seguir metiendo en el mismo saco dos realidades clínicas tan diferenciadas.
El abordaje del cáncer de mama en varones no puede ser una réplica del femenino
Ese reconocimiento, que durante mucho tiempo nos fue negado, hoy empieza a tomar forma. La comunidad científica especializada ha comenzado a asumir públicamente esta necesidad de cambio. Y eso ya es un hito.
Proyectos como Arderne, un estudio traslacional pionero en Europa con casi 800 hombres incluidos, demuestran que la investigación por fin empieza a mirar también hacia nosotros. El uso de inteligencia artificial en cribado, con tasas de detección superiores al 99 %, añade una herramienta valiosa a este nuevo enfoque. Pero no basta con tecnología: necesitamos voluntad. Voluntad de adaptar los protocolos, de incluir a los hombres en los ensayos, de dejar atrás los estándares que han invisibilizado durante décadas nuestra realidad.
Este giro no es solo técnico. Es político. Y profundamente humano. Porque cuando se ignora a un colectivo en la investigación, lo que se deja atrás no es solo información: son personas. Desde INVI celebramos este momento. Aplaudimos el paso adelante, pero lo recibimos con memoria. Porque sabemos lo que ha costado llegar hasta aquí. Porque hemos escuchado demasiadas veces: «Esto no va contigo». Y porque aún queda camino por recorrer hasta que la equidad clínica no dependa de tu género ni de lo que diga tu estadística.
Hoy la ciencia empieza a escucharnos. Ahora toca responder con hechos.
