«La enfermedad neumocócica invasiva ha vuelto a niveles prepandemia: debemos mantener una vigilancia activa y altas coberturas vacunales»

Dr. Enrique Mascarós Balaguer, especialista en medicina de familia y comunitaria y miembro del grupo de trabajo de Enfermedades Respiratorias de la Semfyc

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J.L.G / P.M.S
La enfermedad neumocócica invasiva (ENI) ha experimentado un efecto rebote tras la pandemia de Covid-19: en 2023 se notificaron en España 4.814 casos, una incidencia comparable a la previa a 2020. El Dr. Enrique Mascarós Balaguer, especialista en medicina de familia y comunitaria en el Centro de Salud de Ruzafa (Valencia) y miembro del grupo de Enfermedades Respiratorias de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), firma un documento como parte del ciclo de formaciones APDay 2025. El Dr. Mascarós subraya la necesidad de «mantener una vigilancia activa y altas coberturas vacunales para evitar no solo la enfermedad aguda sino la aparición de complicaciones y de resistencia» y destaca el papel de atención primaria para lograr los objetivos de cobertura vacunal marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Usted indica que los datos de vacunación frente a neumococo han recuperado los niveles prepandemia. ¿Qué ha ocurrido?
Lo que hemos visto tras la pandemia es un «efecto rebote» de la enfermedad neumocócica invasiva (ENI): en 2023 se notificaron 4.814 casos en España, con una incidencia acumulada de 9,91 por 100.000, cifras equiparables a las previas a 2020, después del descenso puntual ligado a las medidas Covid (mascarilla, confinamiento, distancias) que redujeron la transmisión respiratoria. Al relajarse esas medidas, la circulación del neumococo volvió a la normalidad y con ella la carga de enfermedad. En adultos destacan los serotipos 8 y 3 como predominantes, existiendo publicaciones actuales que también hablan de una elevación del serotipo 4.

«El aumento del uso de antibióticos durante la pandemia (especialmente azitromicina) favoreció un repunte de cepas no susceptibles a penicilina y cefalosporinas, sobre todo en infecciones respiratorias no invasivas»

Además de la reactivación epidemiológica post-Covid que se menciona en el capítulo, los nuevos datos del Frontiers in Pharmacology (2025) confirman que el aumento del uso de antibióticos durante la pandemia (especialmente azitromicina) favoreció un repunte de cepas no susceptibles a penicilina y cefalosporinas, sobre todo en infecciones respiratorias no invasivas. Esto, junto con la vuelta a la normal circulación de S. pneumoniae, explica el retorno a cifras prepandemia de enfermedad neumocócica invasiva (ENI) y subraya la necesidad de mantener una vigilancia activa y altas coberturas vacunales para evitar ciclos de resistencia.

¿En qué tasas de cobertura nos movemos y qué rol cumple primaria para llegar a los objetivos de la OMS?
No disponemos de una cifra única y homogénea de cobertura en adultos a nivel estatal; sí sabemos que sigue siendo insuficiente para alcanzar los beneficios poblacionales esperados y que la OMS marca como meta llegar al 90% de cobertura en su Agenda de Inmunización 2030. Ahí, atención primaria es decisiva: identificar sistemáticamente a personas mayores y pacientes crónicos, revisar el historial en cada contacto, aprovechar los programas de control de crónicos, registrar y citar activamente, y ofrecer, con financiación o sin ella, la opción más protectora conforme a las recomendaciones vigentes.

«Atención primaria es decisiva para cumplir las metas de cobertura de la OMS: identificar sistemáticamente a mayores y pacientes crónicos, revisar el historial en cada contacto, aprovechar los programas de control de crónicos, registrar y citar activamente, y ofrecer la opción más protectora conforme a las recomendaciones vigentes»

¿Qué particularidades presenta la infección por neumococo? Si estamos ante una cepa resistente, ¿qué vacuna se debe administrar?
S. pneumoniae causa neumonía, sepsis y meningitis, con más de 105 serotipos y una carga relevante de resistencia antimicrobiana. En 2019 se estimaron 829.000 muertes globales por infecciones del tracto respiratorio inferior atribuibles al microorganismo, hasta un 72% relacionadas con resistencia.

El estudio del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) (Llamosí et al., 2025) evidencia que los serotipos 19A, 14, 9V y 11A concentran la mayor resistencia a β-lactámicos, mientras que los nuevos serotipos de PCV21 (15A, 23B, 24F) presentan menor resistencia. Esto respalda el uso de vacunas conjugadas ampliadas (VNC20 y próximamente VNC21) como herramienta preventiva frente a clones resistentes e hipervirulentos.

«La elección de vacuna no se hace por el perfil de resistencia antibiótica del aislado clínico, sino por cobertura de serotipos y pauta por edad/riesgo»

Las vacunas conjugadas han demostrado reducir enfermedad y uso de antibióticos. La elección de vacuna no se hace por el perfil de resistencia antibiótica del aislado clínico, sino por cobertura de serotipos y pauta por edad/riesgo: en adultos, la regla general actual en España (PAPPS 2024) es una dosis de VNC20; si se utiliza VNC15, completar con VNP23 al menos 1 año después. En personas previamente vacunadas, adaptar la pauta según historial y comunidad. En breve, dispondremos de vacunas conjugadas con más serotipos y será la circulación de estos lo que marque cual será la vacuna que cubra un mayor número de los mismos.

Para mejorar la cobertura, propone incorporar la inmunización en los programas de control de crónicos. ¿Por qué no está implementada? ¿Ejemplos y resultados?
Porque arrastramos barreras organizativas (carga asistencial, circuitos no integrados, variabilidad autonómica en financiación y agendas) y de sistemas de información (alertas y citación proactiva aún desiguales). La evidencia nacional de carga hospitalaria 2016–2022 indica que reforzar esquemas de vacunación en mayores y crónicos reduciría hospitalizaciones y mortalidad, lo que respalda integrar la vacuna como un “acto más” del seguimiento del crónico. A nivel internacional, el ACIP ha amplió en 2024 la recomendación de PCV a ≥50 años, una decisión de salud pública orientada a adelantarse a la edad de mayor riesgo. Es un buen ejemplo de política que favorece la integración y la oportunidad vacunal, aunque su financiación y operativa varíen por país.

«Reforzar esquemas de vacunación en mayores y crónicos reduciría hospitalizaciones y mortalidad, lo que respalda integrar la vacuna como un acto más del seguimiento del crónico»

¿Qué perfiles de pacientes requerirán más de una vacuna frente al neumococo?
Los grupos de riesgo: inmunodeprimidos (incluida asplenia), enfermedad renal crónica avanzada y hemodiálisis, cardiopatía o neumopatía crónicas, hepatopatía y alcoholismo crónico, mayores institucionalizados, y otros recogidos en el calendario de riesgo del Ministerio. En estos casos puede indicarse pauta secuencial o refuerzos en función de edad, condición y antecedentes vacunales.

Señala falta de educación y concienciación. ¿Por qué la sociedad ha normalizado la gripe y no el neumococo?
Porque la gripe cuenta con campañas anuales muy consolidadas, financiación y un mensaje simple (“cada temporada, una dosis”), mientras que en neumococo hay mayor complejidad percibida (serotipos, tipos de vacuna, pautas secuenciales) y desigualdades culturales y sociales en la aceptación que llevan a coberturas subóptimas. Además, la infección neumocócica no siempre se percibe como “evitable” por vacuna en el adulto. Necesitamos simplificar mensajes (“si tienes X años o Y condición, te corresponde esta vacuna”), integrar recordatorios en crónicos y reforzar la recomendación activa desde primaria.

«Hay que aprovechar cada visita del paciente crónico a atención primaria para vacunar y registrar; es una intervención coste-efectiva que reduce hospitalizaciones, uso de antibióticos y, por tanto, resistencias»

¿Quiere añadir algo?
Sí: tres ideas claras para atención primaria. Primera, revisar el historial y no retrasar la vacunación en comórbidos: la ENI en 2023 volvió a cifras prepandemia y su letalidad en mayores es elevada. Segunda, ofrecer VNC20 como opción de elección en no vacunados y pautas secuenciales cuando corresponda, explicando beneficios, aunque no siempre estén financiados. Tercera, aprovechar cada visita del paciente crónico para vacunar y registrar; es una intervención coste-efectiva que reduce hospitalizaciones, uso de antibióticos y, por tanto, resistencias.

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