Según un informe de Amnistía Internacional, “más de 3.500 personas perdieron la vida en el mar, huyendo de conflictos, persecución y pobreza en 2014”. Esta situación se mantiene, ya que en el primer trimestre de 2015, sólo en el Mediterráneo central, ya superarían los 1.800, cien veces más que en el mismo periodo del año anterior.
El Dr. Francisco Javier Fernández López, del Grupo de Cooperación, Inmigración y Adopción de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), citando a Save the Children, destaca que “las cifras aún producen más vergüenza si se trata de menores, ya que en lo que va de año, 3.747 niños migrantes han llegado a las costas italianas, de los que 2.272 lo han hecho solos y muchos otros han perdido la vida en el intento”. Según esta organización, 2.500 niños podrían morir este año en el Mediterráneo si la Unión Europea no cambia su política migratoria y restaura las operaciones de rescate al nivel de la Mare Nostrum.
Recientemente, con motivo del Día Mundial del Refugiado, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) daba a conocer los últimos datos de sus estadísticas que ponen de manifiesto que en 2014 más de 60 millones de personas han sido desplazadas a causa de los conflictos y la persecución, la cifra más alta registrada. Cerca de 20 millones de ellas son refugiados y más de la mitad son niños. “Estas cifras están aumentando a un ritmo cada vez más rápido y cada día un promedio de 42.500 personas se convirtieron en refugiados, solicitantes de asilo o en desplazados internos, es decir, cuatro veces más que tan sólo hace cuatro años”, señala este pediatra de AEPap.
El informe de ACNUR Tendencias globales, desplazamiento forzado en 2014 también refleja cómo sufren este fenómeno los menores: en 2014 unas 34.300 solicitudes de asilo fueron presentadas por menores no acompañados en 82 países. Los menores de 18 años fueron el 51% de la población refugiada en 2014, frente al 41% en 2009, la cifra más elevada en más de un decenio.
La Comisión Europea ha propuesto que los Estados de la Unión Europea ofrezcan un total de 40.000 plazas de reasentamiento adicionales para refugiados procedentes de fuera de la Unión, “una cifra demasiado pequeña para contribuir adecuadamente al reparto internacional de la responsabilidad, sobre todo si la comparamos con las 380.000 personas sólo de Siria, que según ACNUR se encuentran en necesidad de ser reasentadas”, comenta este especialista.
Las Naciones Unidas, a través de ACNUR, reconocen que factores como la globalización económica o la desigualdad en las condiciones de vida, tanto de un mismo país como entre países diferentes, han contribuido a determinar un aumento de los flujos migratorios internacionales. En este sentido, desde el Grupo de Cooperación, inmigración y adopción de la AEPap denuncian que “muchas personas dejan su país en busca de oportunidades de empleo o educación, o porque tratan de reunirse con sus familiares; pero también muchas se ven obligadas a dejar su hogar por causa de conflictos bélicos, persecución o violencia. Por otra parte, las difíciles condiciones de vida en los países menos desarrollados y el endurecimiento de las políticas migratorias en los países industrializados han provocado, en los últimos años, un incremento alarmante de delitos como la trata y el tráfico de personas”.
Además, la AEPap recuerda que “en el caso de los niños emigrantes y solicitantes de asilo, la comunidad internacional en su conjunto, y cada estado en particular, tiene la obligación de proporcionarles una protección especial que garantice en todo momento que se respeta el interés superior del menor”. En algunas ocasiones se trata de menores que ya han sufrido graves violaciones de los derechos humanos: explotación laboral, reclutamiento en grupos armados, violencia y castigo físico, explotación sexual, mutilación genital femenina,…
“La protección de las personas emigrantes, desplazadas, refugiadas y solicitantes de asilo, especialmente si son menores, no es una cuestión meramente política o humanitaria, sino de justicia y respeto a los derechos humanos”, concluye.