Publicado en Diario Médico Hace unos años, pensar en cuidados paliativos remitía de manera inequívoca a un enfermo terminal, seguramente de cáncer, muy probablemente ingresado en un hospital y con un pronóstico de supervivencia que rondaba los dos meses. Hoy este concepto ha cambiado y en su lugar se está instalando con fuerza el término ‘atención paliativa’, que amplía el espectro de oportunidades y toma en cuenta a todos los pacientes que sufren y tienen un impacto psicosocial importante, aunque no estén propiamente ante el final inminente de su vida. En este nuevo concepto se incluye a las personas con una enfermedad avanzada, progresiva y con un pronóstico de vida limitado. Además, considera otras condiciones agravantes, como la multimorbilidad, la dependencia y la presencia de otros trastornos, como la demencia. Esto representa, sin duda, una mejora en el abordaje del final de la vida, pero pone de relieve el reto de identificar correctamente y de manera precoz a las personas que podrían beneficiarse de este tipo de atención, que en muchas ocasiones no requiere de recursos adicionales por parte de los centros asistenciales y sociosanitarios, sino simplemente de formación específica de los profesionales y una mejor organización, explica a Diario Médico Xavier Gómez-Batiste, director de la cátedra de Cuidados Paliativos de la Universidad de Vic, en Barcelona, y del Observatorio Qualy, del Instituto Catalán de Oncología (ICO).