Nuevos conocimientos sobre dos moléculas fundamentales en la autorregulación del hierro permiten avances en su metabolismo

Los avances en el metabolismo del hierro se deben al mejor conocimiento de dos moléculas fundamentales en la homeostasis de este mineral: la hepcidina y la eritroferrona. “Cuando la primera está crónicamente elevada, se predice una baja disponibilidad del hierro plasmático, con persistente hipoferritina –es el caso de las anemias de los procesos crónicos-; por el contrario, cuando se produce una deficiencia crónica de hepcidina, se genera una sobrecarga de hierro”, explica la doctora Ana Villegas, catedrática de Hematología en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y coordinadora, del curso “Avances en Hematología” del Grupo de Eritropatología de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH). “Se encuentran en vías de desarrollo numerosos preparados que buscan disminuir o neutralizar la producción de hepcidina, o bloquear su interacción con la ferroportina”.

La anemia es un síndrome que se caracteriza por la disminución anormal del número o tamaño de los glóbulos rojos que contiene la sangre o de su nivel de hemoglobina. Puede ser ferropénica –la más común, que afecta al 24,8% de la población y está producida por deficiencia de hierro- o hemolítica –caracterizada por una reducción de la supervivencia de los hematíes-. Estas últimas, además, pueden ser congénitas o adquiridas. “El desarrollo de las técnicas de secuenciación masiva (NGS) ha mejorado drásticamente el diagnóstico de las anemias hemolíticas congénitas, que pueden originarse por defecto de la membrana del hematíe, fallo enzimático o trastorno de las hemoglobinas”, afirman los expertos. Además, “los agonistas de la hepcidina-peptidos minihepcidinas pueden tener importantes opciones terapéuticas en las anemias congénitas con sobrecarga de hierro”.

Las talasemias, por su parte, son anemias hereditarias que cursan con una destrucción de los glóbulos rojos de la sangre. Se presentan preferentemente en individuos de países mediterráneos y se deben a un trastorno en la producción de hemoglobina. “Su diagnóstico biológico y molecular ha permitido profundizar en los distintos genotipos, necesarios para realizar un correcto consejo genético y diagnóstico prenatal, o incluso un diagnóstico preimplantacional”, explica el doctor F. Ataúlfo González, miembro del Servicio de Hematología del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, y co coordinador del curso Avances en Hematología junto con la doctora Villegas. Desde el punto de vista terapéutico, “se han introducido nuevas moléculas y quelantes de hierro, así como los anteriormente referidos agonistas de la hepcidina, con el objetivo de disminuir la absorción de hierro y, por lo tanto, aligerar la sobrecarga férrica”. Se calcula que la talasemia alfa afecta al 2% de la población española, mientras que la prevalencia de la talasemia beta es inferior al 1%.

La diseritropoyesis congénita es un grupo heterogéneo de enfermedades hereditarias cuya principal característica es la de una anemia no regenerativa, con reticulocitos disminuidos y necesidades transfusionales periódicas que producen sobrecarga férrica a largo plazo. “En el momento actual, se conoce el gen responsable de los tres tipos de diseritropoyesis que hay (I, II y III)”, señala el experto. Asimismo, “se han descrito nuevas variantes, una de ellas ligada al cromosoma X”, añade. Tanto en Europa como en España existe un registro que recoge estos casos, estimándose una incidencia global europea de 0,5 casos por millón de habitantes. El tipo II es el más frecuente, con 0,71 casos/millón, seguido del I, con 0,24 casos/millón. El tipo III es una rareza.

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