Dres. Santiago Moreno y José Antonio Pérez: “La época en la que el mundo de las infecciones exóticas quedaba muy lejos de casa terminó hace tiempo”

La reciente pandemia por el virus Zika ha contribuido a que la sociedad tome conciencia de una realidad que se ha instalado entre nosotros desde hace años: los microorganismos no conocen fronteras y además viajan rápido. La sensación creciente de amenaza por diversos patógenos se explica por la confluencia de varios factores. Los movimientos poblacionales asociados a las migraciones y los viajes han aumentado exponencialmente en las últimas tres décadas.

El año pasado, el número de viajeros que cruzaron las fronteras de sus países sobrepasó los 1.000 millones. A este factor decisivo, hay que añadir el incremento de la población mundial (que ya supera los 7.000 millones de personas), la rapidez de los desplazamientos (es posible llegar a cualquier parte del mundo en menos de 24 horas), la dispersión de vectores transmisores de enfermedades (como el mosquito tigre), la agresión al medio ambiente y el calentamiento global. Todos estos ingredientes producen un cóctel ideal para que los microorganismos patógenos se propaguen eficaz y rápidamente.

En este contexto se inscribe la amenaza y los temores suscitados por el virus Zika. Este virus se transmite por la picadura de mosquitos del género Aedes (principalmente Aedes aegypti que es muy común en los trópicos), aunque también es posible su transmisión por vía sexual, transfusiones y de madre a hijo. Aunque se descubrió en el año 1947, este virus pasó desapercibido durante décadas hasta el año 2007 en el que hubo un brote en la isla de Yap (Micronesia). Por primera vez se detectaba el virus fuera de África y Asia. En los años 2013-2014 se extendió por las islas del Pacífico, alcanzando las Islas Cook, la Polinesia Francesa, Nueva Caledonia y la Isla de Pascua, desde donde saltó al continente americano, para diseminarse de forma explosiva.

Una población no expuesta previamente, la movilidad de las personas y la amplia distribución del vector transmisor (A. aegypti) han favorecido su extensión. Hasta el 16 de junio de 2016, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el virus se transmite de forma activa en 60 países y territorios en el mundo, y el número de casos sospechosos y confirmados en América es superior a 430.000. La enfermedad que produce es benigna, siendo asintomática en casi el 80% de los casos. Sin embargo, en esta epidemia se ha visto que el virus zika puede causar microcefalia en los hijos de mujeres que se infectan durante el embarazo, y otra complicación neurológica como es el síndrome de Guillain Barré. Ya no es sólo un problema de salud para la persona que lo sufre, sino también puede serlo para su descendencia. Si a esto unimos la posibilidad de la transmisión sexual se entiende el grado de alarma que se ha generado. Pero, ¿estamos ante una amenaza real?, ¿es posible que este virus se instale en los países donde hay vectores competentes?

En Medicina, como en otras disciplinas, hay que intentar medir la magnitud de los riesgos para hacer recomendaciones juiciosas, discernir entre lo posible y lo probable. El riesgo de infección por virus zika para los viajeros durante los Juegos Olímpicos, basado en estimaciones hechas a partir de la epidemia de dengue que hubo en Brasil en el año 2008, parece que es muy bajo cifrándose entre 0,18 y 3,2 casos por 100.000 turistas. Hay que tener en cuenta que se celebrarán en el invierno austral cuando la actividad del vector es mucho menor. Sirva como ejemplo que en el pasado mundial de fútbol de Brasil, sólo se detectaron tres casos de dengue importado en viajeros. Cuestión aparte son las mujeres gestantes o que desean quedarse embarazadas. Aunque el riesgo de infección sea bajo, y el de malformaciones parece que también lo es (hay estudios que lo cifran en un 1%-13%), las graves consecuencias desaconsejan correr ese riesgo. Por ese motivo también deben evitarse las relaciones sexuales sin uso de preservativo entre varones que hayan podido infectarse y sus parejas embarazadas, o que quieran quedarse embarazadas, al menos durante 6 meses.

Con respecto a la diseminación de este virus por otros países fuera de América, hay que tener en cuenta que ya está presente en África y Asia, y que deben darse varias condiciones simultáneamente para que esto ocurra: pacientes virémicos que puedan transmitirlo, vectores competentes que se infecten y además piquen a otras personas susceptibles. Fuera de los trópicos el mosquito A. aegypti sobrevive con dificultad o no está presente. El mosquito tigre (A. albopictus), que está presente en nuestro país, es más resistente y está más extendido pero aunque puede transmitir el virus zika no está tan claro que sea un vector eficiente. En España se dispone además de los sistemas de vigilancia y alerta para detectar precozmente la existencia de casos autóctonos, y controlar la aparición de brotes. Como estimación podemos usar la epidemia por virus chikungunya que afectaba al Caribe y América en 2015, y de la que hubo en España cientos de casos importados sin que se detectara uno sólo de transmisión autóctona.

La época en la que el mundo de las infecciones exóticas quedaba muy lejos de casa terminó hace tiempo. Las distancias se han empequeñecido y las interacciones de las personas con el entorno y con otras personas han aumentado enormemente. Es con esos ojos globales como debemos ver y prevenir las nuevas epidemias.
..Dres. José Antonio Pérez Molina y Santiago Moreno Guillén. Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Ramón y Cajal

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