Publicado en Diario Médico ”De entre todos los remedios que Dios ha puesto a nuestro alcance, nada más eficaz y potente que el opio”, decía Thomas Sydenham, el Hipócrates inglés que rediseñó el láudano. Y es que los derivados del opio, y más actualmente los opioides o sustancias análogas, usados desde tiempos remotos, son los medicamentos de elección para el control del dolor agudo, oncológico y crónico benigno. Sin embargo, su manejo sigue presentando luces y sombras derivadas no sólo de sus efectos secundarios adversos, sino más bien, del potencial riesgo de adicción, fenómeno del que ya se ha dado la voz de alarma en Estados Unidos y que ha obligado a su presidente, Barack Obama, a impulsar ciertas medidas de control. En este país, se producen 44 muertes diarias por consumo de opioides legales, según los datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, más que las que se registran por drogas consideradas ilegales.