Unas 842.000 personas de todo el mundo mueren cada año de diarrea por la insalubridad del agua y la mala higiene de las manos, y es que así lo informa la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, avisa de que en 2025, la mitad de la población del planeta vivirá en zonas con escasez de agua.
Se calcula que la contaminación del agua potable provoca más de 502.000 muertes por diarrea al año. Además, las aguas contaminadas están relacionadas con la transmisión de enfermedades como la cólera, disentería, hepatitis A, fiebre tifoidea y poliomelitis. Esto es debido, principalmente, a una gestión inadecuada de las aguas residuales urbanas, industriales y agrícolas.
De hecho, la esquistosomiasis, una enfermedad aguda y crónica causada por gusanos parásito que penetran en la piel durante el contacto con aguas infestadas, como estima la OMS, en 2014 al menos 258 millones de personas necesitaron tratamiento.
“Al menos 1.800 millones de personas usan fuentes de abastecimiento de agua para beber que están contaminadas con materias fecales. Una proporción considerable de agua corriente está contaminada, especialmente cuando el abastecimiento es intermitente o el tratamiento es inadecuado e, incluso, cuando la fuente es buena, el agua puede contaminarse durante el transporte o el almacenaje”, explica la OMS.
Ante ello, el organismo ha recordado que cuando el agua está tratada y es accesible para toda la población se obtienen importantes beneficios a nivel sanitario y económico. En concreto, al tener agua en buenas condiciones, las personas gastan menos tiempo y esfuerzos en recogerla físicamente, lo que deriva en una mayor productividad en otras áreas; mejora la seguridad personal porque reduce la necesidad de hacer largos desplazamientos o peligrosos para recoger agua; reduce el gasto sanitario porque hay menos posibilidades de enfermar y por ende, las personas están en mejores condiciones para físicas para permanecer económicamente productivas.
Asimismo, para lo población infantil, el acceso a aguas potables ahorra tiempo del que pasan recogiendo agua, mejora su salud (361.000 menores de cinco años mueren por las condiciones del agua) y aumenta el índice de asistencia a la escuela.
Prácticas eficaces de evaluación y gestión de riesgos
La Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció en 2010, el derecho humano al abastecimiento de agua y al saneamiento. Y es que declaraba que “todas las personas tienen derecho a disponer de forma continuada de agua suficiente, salubre, físicamente accesible, asequible y de una calidad aceptable, para uso personal y doméstico”.
Con el objetivo de reducir el índice de muertes y mejorar las condiciones de sanidad de la población, la OMS está promoviendo prácticas eficaces de evaluación y gestión de riesgos entre todos los grupos, incluidos los proveedores de agua potable, las empresas de tratamiento de aguas residuales, los agricultores, las comunidades y los particulares.
Junto a UNICEF, además está llevando a cabo un programa de acción mundial para acabar con las muertes infantiles prevenibles por neumonía y diarrea para 2025 y, espera que en 2030, haya un acceso universal de agua en todos los centros sanitarios y hogares del mundo.
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