Publicado en El Confidencial Hay días en los que el cuerpo dice basta, ya sea por una gripe, un resfriado común o el retorno de las migrañas, y nos hemos visto obligados a pedirle un día de asueto al jefe. No somos infalibles. Ni inmunes. Y, en mayor o menor medida, nos encontramos con una respuesta comprensiva. Todos hemos estado ahí. Hay empatía. Sin embargo, todavía nos queda mucho para que la salud mental se empiece a tomar en serio en nuestro lugar de trabajo, al menos tanto como la física.