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La importancia del medicamento innovador en sus distintas vertientes, entre ellas la referida a sus efectos sobre la economía y los sistemas sanitarios, junto a las evidencias sobre las cifras globales de salud y esperanza de vida, donde mejor se maniestan los efectos positivos de la innovación farmacéutica es en cada una de las enfermedades concretas cuyos pacientes se benefician de las terapias innovadoras. El informe El valor del medicamento desde una perspectiva social, elaborado por el centro de estudios en economía de la salud Weber con el apoyo de Farmaindustria y publicado en marzo, recoge resultados concretos para 12 de estas enfermedades o grupos de enfermedades que, a juicio del presidente de la Fundación Weber, Álvaro Hidalgo Hidalgo, resultan muy esclarecedores.
En el cáncer los tratamientos oncológicos producidos entre 1989 y 2005 en Estados Unidos evitaron 1,55 millones de días de hospitalización en 2013
En Estados Unidos, los tratamientos oncológicos producidos entre 1989 y 2005 evitaron 1,55 millones de días de hospitalización en 2013, reduciendo los costes en 4.800 millones de dólares en dicho año, mientras que en Canadá las nuevas terapias que surgieron entre 1980 y 1997 evitaron hasta 1,7 millones de días de hospitalización al año, lo que en términos monetarios se traduce en una reducción del gasto hospitalario de 4.700 millones de dólares canadienses en 2012.
En las dolencias cardiovasculares, un estudio del impacto sobre los costes sanitarios de la introducción de nuevos medicamentos antitrombóticos en el Sistema Nacional de Salud Británico (National Health Service-NHS) concluye que aplicar un tratamiento anticoagulante a pacientes con fibrilación auricular se asocia a un ahorro neto per cápita para el sistema sanitario de 412 libras a corto plazo y 2.408 libras a lo largo de la vida del paciente, además de un ahorro para la sociedad de 94 y 1.379 libras, respectivamente.
En antihipertensivos, en Estados Unidos, el uso de estos medicamentos en la década de los 90 evitó en 2002 un coste sanitario directo de 16.500 millones de euros por infarto de miocardio y accidente cerebrovascular
En lo que se refiere a la familia de los antihipertensivos, en Estados Unidos, los cálculos indican que el uso de estos medicamentos a lo largo de la década de los 90 evitó en 2002 un coste sanitario directo de 16.500 millones de euros por infarto de miocardio y accidente cerebrovascular, correspondiendo el 70% a costes hospitalarios, lo que supuso un importante ahorro neto respecto a los 8.800 millones de dólares a los que ascendió la factura por estos mismos tratamientos en 1998.
Los datos disponibles sobre VIH/sida demuestran que los avances farmacológicos han sido coste-efectivos gracias a la ganancia de años de vida que han logrado. En concreto, los nuevos antirretrovirales aprobados en Estados Unidos, si bien es cierto que multiplicaron por seis el gasto farmacéutico entre 1993 y 2001, a cambio redujeron a la mitad el gasto hospitalario asociado a dichos pacientes y aumentaron la esperanza de vida en 13,4 años.
Un estudio concluye que si no se hubieran aprobado los nuevos antirretrovirales el gasto sanitario directo anual por paciente habría sido un 26% inferior, pero no se habría producido la ganancia en esperanza de vida atribuible a los medicamentos (un 60% de la mejora en esperanza de vida total producida en este colectivo entre 1993 y 2001).
Ahorros en salud mental; el incremento del coste farmacológico en Estados Unidos fue compensado con menores costes sanitarios y no sanitarios (la productividad laboral mejoró en un 10%)
También se registran ahorros en el terreno de la salud mental, en concreto en el caso de los pacientes con depresión, donde el incremento del 243% del coste farmacológico para tratar la enfermedad entre 1990 y 2000 en Estados Unidos, que se tradujo en un aumento de 934 dólares per cápita, fue compensado con creces con unos menores costes sanitarios y no sanitarios (la productividad laboral mejoró en un 10%). Finalmente, el coste global, sanitario y no sanitario, de tratar a un paciente con depresión pasó de 9.721 a 8.419 dólares, lo que supone una reducción de costes del 13,4%.
En asma, un estudio desarrollado en Irlanda y publicado en 2011, muestra que el uso de un anticuerpo monoclonal en pacientes con asma severo durante seis meses logró un ahorro sanitario neto de más de 800 euros por paciente, que contemplando también los costes sociales asciende a 2.400 euros, al reducir las exacerbaciones, disminuir el consumo de recursos sanitarios y propiciar una menor pérdida de días de trabajo.
En esclerosis múltiple, aplicar terapias innovadoras a una muestra de pacientes se tradujo en un mayor coste de tratamiento farmacológico (2.520 frente a 1.012 dólares) frente al tratamiento tradicional, si bien este aumento resultaba ampliamente compensado a través de los ahorros generados en el resto de costes directos sanitarios, que se veían reducidos en un 64%, e indirectos (un 26% menos), generando un ahorro neto total de costes del 28%, es decir, de 2.595 euros por paciente.