Premio Nobel de Química 2018 para el desarrollo de proteínas y anticuerpos que curan enfermedades

..Emilio Ramirez
La medicina y la química han ido de la mano a lo largo de la historia y, buen ejemplo han sido los Premios Nobel para ambas categorías en este año. Y es que sí James Allison y Tasuku Honjo han sido los ganadores del Nobel de Medicina 2018 porque según el jurado del Instituto Karolinska de Estocolmo, sus descubrimientos, deben ser considerados esenciales para el desarrollo de la inmunoterapia frente al cáncer y “constituyen un hito en la lucha contra el cáncer”, Frances H. Arnold, George P. Smith y Sir Gregory P. Winter han recibido el Premio Nobel de Químia por emplear los principios de la evolución para llevar a cabo el desarrollo de proteínas y anticuerpos que curan enfermedades y elaborar sustancias químicas que, como biocombustibles o fármacos, lo desarrollan de una manera más limpia y eficiente, lo que redunda en beneficio del medio ambiente y en la salud del paciente.

Frances Arnold, la quinta mujer en la historia que recogerá un Premio Nobel de Química

Frances Arnold, profesora de la Universidad de California será la quinta mujer de la historia que recogerá el Nobel de Química cuando se le entregue en diciembre en la capital de Suecia. En el año 1993 consiguió la primera evolución directa de una enzima en el laboratorio.

La otra mitad del premio, o mejor, el resto de este triunvirato, son George P. Smith, de la Universidad de Harvard y Sir Gregory P. Winter de la Universidad de Cambridge.

En el año 1985, Smith creó una técnica que, mediante el uso de fagos-virus que actúan sobre las bacterias- originó una serie de alteraciones genéticas en estos microorganismos y fabricar de esta forma proteínas. El método es conocido como visualización de fagos,

Winter consiguió en 2012 el Premio Príncipe de Asturias

Por su parte, Winter fue el primero que consiguió producir un anticuerpo monoclonal 100% humano. La pregunta del millón, ¿Cómo? Pues con la técnica de Smith humanizó anticuerpos de ratón. Esta técnica le fue reconocida con el Premio Príncipe de Asturias en 2012 y, mediante ella, pasado ya más de un lustro, abrió una “puerta” nueva para que se fabriquen medicamentos basados en proteínas humanas y enfocados para neutralizar las toxinas, enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide o la psoriasis y el cáncer metastásico.

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