..Juan Pablo Ramírez.
..Elena Santa María (fotos y vídeo).
La figura del psicooncólogo comienza a surgir con fuerza en nuestro sistema sanitario. Marta de la Fuente, responsable de Psicooncología de MD Andreson Cancer Center Madrid, nos cuenta la importancia de la comunicación a la hora de tratar con un paciente con cáncer. El médico no debe tener miedo a la hora de expresar emociones y mirar a los ojos de su paciente.
¿Cómo surge la figura del psicooncólogo y que implantación existe en el SNS?
Es una especialidad dentro de la psicología que surge por las necesidades del paciente oncológico y su familia. Se trata de una subespecialidad que se dedica a mejorar la calidad de vida, hacer prevención a los pacientes, dar información y proporcionar cursos para llevar la enfermedad de la mejor manera posible. También se centra en la investigación y en trabajar con el personal sanitario para darle recursos y estrategias sobre la relación emocional con este tipo de pacientes. La implantación en la sanidad depende de las comunidades autónomas y de los hospitales. La realidad es que en España hay muchos hospitales que no cuentan con un servicio de piscooncología. Quizás no hay los recursos suficientes o porque hay especialistas como psiquiatras que están asumiendo ese papel de la psicooncología. Pero sí que hay mucha demora en las consultas y la mayoría de los pacientes oncológicos y sus familias se podrían beneficiar de este tipo de servicios. No dan abasto con el trabajo que tienen.
¿Qué herramientas le puede ofrecer el psicooncólogo al especialista?
El psicoongólogo puede trasladarle un gran número de estrategias al servicio de oncología médica, informarle y formarle. Un médico no deja de ser una persona que experimenta emociones cuando está en consulta. En muchas ocasiones, no tiene herramientas para la gestión de sus propias emociones. En la facultad de Medicina los alumnos me preguntan qué pueden hacer cuando sientan tristeza o miedo ante un paciente. Siempre les digo que el piscooncólogo puede dar estrategias de gestión de nuestras propias emociones. A la vez podemos trabajar habilidades de comunicación con los pacientes y con la familia, cómo abordar situaciones complejas, cómo trasladar esa información… En definitiva, también ayudarle a empatizar más con el paciente para que se sienta comprendido. A día de hoy no solo valora al profesional sanitario por sus capacidades médicas sino también por la parte humana, por cómo gestiona los tiempos, las emociones, la comunicación y el saber estar.
El paciente no solo valora al profesional sanitario por sus capacidades médicas sino también por la parte humana
¿Se puede aprender a manejar estas herramientas?
Por supuesto. Como todo en esta vida requiere un entrenamiento. No vamos a ser excesivamente positivos diciendo que con una charla y una formación se pueden adquirir estrategias en autorregulación emocional. Pero igual que nosotros trabajamos con nuestra salud física, también podemos trabajar con la salud emocional. Las emociones están implicadas en nuestro día a día. Es clave saber gestionarlas, pero requiere tiempo, requiere dedicación, entrenamiento, una metodología de trabajo y un profesional que pueda asesorarle.
¿Qué es lo más difícil de contar a un paciente?
Diría que el diagnóstico pero también el pronóstico de la enfermedad en el caso de que no se pueda curar y haya un desenlace final. También el momento cuando ya se han quedado sin vías de tratamiento y ese paciente no se puede beneficiar de ninguna terapia. Entramos en la parte final en la que ya no podemos hacer nada desde la parte médica. Es de los momentos más complicados. También cuando le comunicamos que va a tener un empeoramiento significativo en su calidad de vida. Es complicado decírselo, porque aparece lo que llamamos en psicología el duelo anticipado. Los familiares empiezan a adelantar la pérdida de un ser querido. Son las situaciones más complejas.
Mis compañeros me suelen decir que se siente muy impotentes cuando dan una mala noticia de estas características
¿Qué sienten cuando dan una mala noticia?
Va a depender de la personas. La mayoría de las personas siente angustia, injusticia, impotencia, frustración, rabia, incertidumbre porque no sabemos qué va a pasar… Mis compañeros me suelen decir que se siente muy impotentes cuando dan una mala noticia de estas características. Esa intensidad emocional va a depender de la persona que tengamos en frente, del tipo de relación y del momento en que se encuentre. No es lo mismo dar una mala noticia a una persona con hijos pequeños o joven.
¿Cómo cambia el mensaje cuando se le comunica por primera vez un tumor, cuando hay una recaída o cuando se acaban las posibilidades de tratamiento?
La comunicación cambia porque ya la persona es experta. Ya tiene conocimientos de oncología, ha estado en tratamiento previamente o ha sido diagnosticada. Ya no le tenemos que dar información sobre qué es el cáncer, en qué consiste la enfermedad… Ya empieza a hacer preguntas más allá: ¿Esto qué significa? ¿Qué va a pasar? ¿Qué pronóstico? ¿Para qué me tengo que preparar? A veces cometemos el error de ser demasiado paternalistas, dándoles la información justa y necesaria para no exponer al paciente. Pero el que viene de una recaída, ya es experto. Es muy importante el tema de la empatía, normalizar las emociones que va a sentir el paciente. ¿Qué quiere decir normalizar? La recaída es un momento emocional muy complicado. Hay pacientes que me trasladan que lo pasan peor en una recaída que en el primer diagnóstico, porque ya saben lo que van a encontrar, ya tienen esa información acerca del empeoramiento de su calidad de vida, pero es muy importante normalizar esas emociones. Es normal que se sienta triste, que sienta injusticia y permitir esos espacios para expresar esas emociones. Hay que cuidar la comunicación para no caer en esas frases del tipo “piensa en positivo”, “el ánimo es muy importante”, “debes tener esperanza”… Yo mantendría más los silencios, una mirada serena, dejarles espacios para que haga preguntas.
A veces cometemos el error de ser muy paternalistas, dándoles la información justa y necesaria para no exponer demasiado al paciente
¿Cómo podemos mejorar la comunicación entre el médico y el paciente?
Es un tema polémico. Podríamos mejorar la comunicación si los médicos tuvieran más tiempo para atender a los pacientes. Es clave aumentar el tiempo de las consultas. También podríamos mejorar la comunicación mirando a los ojos, mirando al paciente, no centrándonos en una pantalla del ordenador. En el momento en que sentimos unas emociones desagradables de tristeza, de enfado o de rabia, como medida de protección miramos a la pantalla. Hay que mirarle, escucharle, hablar de una manera tranquila, gestos relejados, que el paciente no perciba que nos estamos poniendo nerviosos ante esta situación, que no nos angustie el hecho de emocionarnos con un paciente, porque a veces tenemos esa barrera. Experimentar emociones nos hace más humanos y eso lo valoran los pacientes. Que perciban que es único, que es especial, que es su momento.
¿Puede llorar un médico delante del paciente?
Sí, eso mismo lo hablé con alumnos de medicina. Se le pueden poner los ojos vidriosos, se puede caer una lágrima, hacer un suspiro… Eso hace que el paciente se sienta especial. No podemos pretender ser robots o máquinas. Es imposible y ahí caemos a veces en el error de deshumanizarnos.
Podríamos mejorar la comunicación si los médicos tuvieran más tiempo para atender a los pacientes
¿Hasta que punto el especialista puede requerir los servicios de un piscooncólogo?
La consulta de psicooncología no solo está para pacientes y familiares sino también para el personal sanitario. A veces somos muy reacios a pedir ayuda. Pensamos que por el hecho de ser profesionales sanitarios y dedicarnos a lo que nos dedicamos ya tenemos una buena gestión de situaciones complicadas. Cada día me encuentro con más profesionales sanitarios que vienen a pedir ayuda.. Me gusta mucho porque eso hace que la persona se interese por su propio cuidado. El autocuidado del profesional es clave para dar un servicio de calidad. Hay veces que damos tanto que no nos damos cuenta de nosotros mismos. Eso perjudica los cuidados. ¿Puedo ayudar a un profesional sanitario? Claro que sí, como persona que es y siente emociones.