..María Vargas. Directora de Relaciones Institucionales de iSanidad.
“¿Te has fijado en las marcas del brazo y su forma de reaccionar?”, le preguntó Lorena, enfermera con más de 15 años de experiencia, a Cristina, médico de Familia; ambas trabajadoras de un centro de salud de un barrio de Madrid. “Sí. ¿Tú crees que será…?”. Cristina no se atrevía a terminar la frase; su primera experiencia de este tipo le producía un escalofrío inversamente proporcional a su recorrido profesional. Hacía apenas un año que había acabado la residencia y, desde entonces, había conseguido solapar algunos contratos temporales. Sin embargo, para la enfermera no era la primera vez que debía enfrentarse a un caso semejante. “Sí, quizá sea un caso de violencia de género. Vamos a citarla de nuevo en consulta para asegurarnos y poder ayudarla”.
Puestas las miras en el próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, una de las cuestiones implícitas que lleva ya varios meses sobre la mesa es la violencia de género, en donde los profesionales sanitarios adquieren un papel relevante para su detección e intervención.
Las mujeres que sufren esta lacra acuden un 20% más a consulta que las pacientes que no son maltratadas
Según indica la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), las mujeres que sufren esta lacra acuden un 20% más a consulta que las pacientes que no son maltratadas, pero tan solo el 5% de los casos de violencia de género denunciados es finalmente detectado en Atención Primaria. Unos porcentajes que ponen de relieve el necesario protagonismo que deben ostentar los profesionales sanitarios del primer nivel asistencial.
Las víctimas confiesan un 20% más su situación cuando el profesional de enfermería que les atiende está formado en violencia de género
Las consultas basadas en la premura y la falta de formación de los sanitarios provocan que las mujeres maltratadas no siempre puedan ser ayudadas y orientadas cuando sufren violencia de género. De hecho, el sindicato de enfermería SATSE ha realizado un estudio que pone de relieve que las víctimas confiesan un 20% más su situación cuando el profesional de enfermería que les atiende está formado en violencia de género.
A día de hoy, y con las cifras tan escandalosas a la par que escalofriantes sobre mujeres fallecidas en manos de sus maridos, se debería promover esta formación específica para no solo dotar de herramientas a los profesionales, sino también para que las pacientes sepan que sus interlocutores pueden ser unos aliados, una ayuda inmejorable para frenar el calvario que están viviendo.