Nuestra señora de París y cómo sostener la sanidad

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MaríaVargas..María Vargas Tabuenca. Directora de Relaciones Institucionales de iSanidad.
Me llegó la notificación de la noticia al móvil. Eché un rápido vistazo, sin dar excesiva importancia a la pantallita que acababa de aparecer. Tuve que mirar dos veces porque no creía lo que estaba leyendo: la catedral de Notre Dame en llamas. Un monumento, no solo emblema de París, también símbolo de la cultura europea y de referencia mundial. Desde su construcción en 1163, testigo de la evolución de muchas generaciones y sobreviviente de guerras y conflictos bélicos. Ayer, con la caída de la aguja de su torre, parecía que no cabía lugar a la esperanza. A las puertas de las elecciones generales, esta circunstancia me pareció un símil a cómo debemos sostener la sanidad.

Nuestra sanidad es una estructura sólida, con muchos menos años de edad, pero con amplias bóvedas que permiten cobijar tanto a fieles como a refractarios. Cuya entrada no ha sido concebida para denegar el paso. Con unas grandísimas obras de arte fruto del trabajo de muchos años como son profesionales sanitarios, estudios de investigación o tratamientos pioneros. Con unos ventanales, que al pasar la luz de la Medicina, permiten que enfermedades antes no curables, ahora sí sean tratables. Con unos pasadizos laberínticos que, al ser solucionados, llevan a la calidad de vida del paciente, sea cual sea. Con una sacristía que esconde el propio conocimiento científico.

Falta el reconocimiento de sus profesionales, a pesar de que son el espíritu de la catedral

Sin embargo, esa estructura sólida lleva ya un tiempo con un cierto fuego. Parece que no hay sitio para todos. Se deniega el paso a la gente hasta dentro de varios meses. Se descuidan las grandes obras de arte. Falta el reconocimiento de sus profesionales, a pesar de que son el espíritu de la catedral. Con unos laberintos difícilmente resolubles. Pero eso sí, con la sacristía siempre imponente, latente de la ciencia y la medicina.

Cuidemos de nuestra señora de París, en definitiva, de cómo debemos sostener la sanidad

La aguja de nuestra torre española está comenzando a caer. Es solo símbolo de que no se terminan de hacer bien las cosas, que no somos capaces de apagar el fuego. Incendios que parece que nadie quiere apagar, porque conllevan mucho tiempo y proyectos a largo plazo. Pero no podemos permitirnos ser meros espectadores de la caída. Al final, todos somos parte del sistema, de la estructura. Y los pactos, independientemente del color de nuestras ideas, tienen que prevalecer con respecto a aquello que nos separa. Cuidemos de nuestra señora de París, en definitiva, de cómo debemos sostener la sanidad.

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