..Dr. Antonio G. García. Catedrático Emérito de Farmacología de la UAM y Presidente de la Fundación Teófilo Hernando.
Cada año pregunto a los alumnos, al finalizar la Escuela, que escriban su opinión sobre la misma. Un alumno daba las gracias por permitirle “disfrutar del curso en este entorno privilegiado”. Se refería a la Península de la Magdalena en Santander. En efecto, paisajísticamente España cuenta con parajes singulares en toda su geografía: la laurisilva de los escarpados montes de La Palma, los montes de Jaén vestidos con interminables hileras de olivos, el valle de Arán con sus bosques en verano y su nieve en invierno, o el Hayedo de Montejo.
Pero abrir la ventana del dormitorio del Palacio de la Magdalena al amanecer supone un baño de estímulos para los sentidos: el mar Cantábrico con sus colores y oleaje cambiante cada día, las hermosas hortensias y jardines que rodean el palacio, los montes que abrazan la bahía de Santander, el pausado paseo matutino pisando la mullida grama bajo gigantescos árboles, el olor a tierra mojada, los acantilados en los que se rompen las olas.
Pero esta belleza incomparable no tendría importancia si no fuera porque alberga, desde 1932, una amplia serie de cursos de verano que permiten la interacción intelectual y personal de viejos profesores y jóvenes alumnos, garantía de un futuro halagüeño para España. Así, una alumna apuntaba: «Ha sido una experiencia inolvidable, que me ha enriquecido tanto académica como personalmente».
La Escuela de Farmacología “Teófilo Hernando” prosigue su camino de casi dos décadas, en el marco de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo
Las Escuelas son una modalidad de cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). En 1996, el profesor Luis Gandía y yo creamos la Escuela de Farmacología “Teófilo Hernando”, a petición del entonces rector José Luis García Delgado. A lo largo de estas dos décadas hemos celebrado 18 ediciones sobre diversos temas. Durante la primera semana de julio 2019 celebramos la Escuela sobre una temática de gran actualidad, el diagnóstico precoz, incluso en estadios presintomáticos, de la enfermedad de Alzheimer. Pasamos en las Caballerizas de La Magdalena la inolvidable primera semana de julio.
Éramos 9 profesores y 23 alumnos de Estados Unidos, Italia, Irlanda, Reino Unido y España. Los alumnos hacían, mayoritariamente, sus tesis doctorales y en las sesiones de tarde presentaban su trabajo de laboratorio. Por las mañanas los profesores, que investigaban el alzhéimer desde distintas ópticas, impartían sus clases. Desde hace un quinquenio, en línea con el espíritu internacional de la UIMP, la Escuela de Farmacología se imparte en inglés. Ello no es un obstáculo pues los alumnos españoles, italianos y de otros países hablan un inglés que ya lo quisiera para mí.
Tras una semana de vibrantes discusiones, en las que no hubo necesidad de estimular a los alumnos para que formularan preguntas al finalizar la charla de cada profesor, nos quedamos con una idea: hay que identificar pronto a los sujetos con riesgo de alzhéimer para, eventualmente, cuando dispongamos de tratamientos eficaces, retrasar la aparición de la sintomatología y enlentecer la progresión de la enfermedad hasta el estado de demencia.
Pero ¿cómo se hace eso? La demencia tipo alzhéimer (un 65 % del total) comienza 15 o 20 años antes de que se instauren los primeros síntomas. Los pacientes de riesgo ya tienen placas de amiloide que se visualizan con tomografía de emisión de positrones (PET) y con marcadores moleculares (amiloide y proteína tau).
En su décimo octava edición, la Escuela se ha centrado en los nuevos enfoques, diagnósticos tempranos y nuevas dianas terapéuticas, de la enfermedad de Alzheimer
John Hardy (Instituto de Neurología, University College London) expuso el complejo tema de la genética (solo el 2 % de los pacientes sufren alzhéimer familiar precoz). Por su parte, Juan Fortea (Hospital San Pablo, Barcelona) contó su experiencia con una cohorte numerosa de pacientes con Down que a partir de los 40 años van a acabar teniendo alzhéimer. Por su parte, Michel Duchen (University College London) se explayó con sus estudios de bioenergética de la mitocondria y Jack de la Torre (University of Texas) defendió su controvertida hipótesis vascular de la enfermedad de Alzheimer.
Yo me centré en los cientos de ensayos clínicos fallidos, así como en las causas de esos fracasos, en busca de un medicamento que frene el avance del alzhéimer o que retrase su aparición. Expuse también las nuevas dianas farmacoterápicas, distintas de tau y amiloide, que se están investigando en los 220 ensayos clínicos activos en la actualidad, con un centenar de moléculas distintas.
Francesco di Virgilio (Universidad de Ferrara) abundó en el tema y propuso que se enfocaran algunos ensayos clínicos dirigidos a combatir la neuroinflamación, tema que también trató Manuela García López (Instituto Fundación Teófilo Hernando, UAM). Por su parte, Miguel Medina (Ciberned, Centro “Reina Sofia” para la Investigación del Alzheimer) y Tobias Engel (Royal College of Sugeons of Ireland) se centraron en biomarcadores y en las técnicas de imagen para el diagnóstico presintomático del alzhéimer.
En el marco de las actividades culturales de la UIMP, su vicerrectora, Mar García Hernández, me invitó para que impartiera una charla de divulgación, abierta al público de Santander, que se celebró en el Paraninfo. Obviamente, los asistentes me asaetaron a preguntas sobre las expectativas de encontrar pronto una solución preventiva o farmacoterápica para el creciente problema del alzhéimer que en España afecta a 900.000 personas y altera la vida de 4 millones de ciudadanos, familiares y cuidadores.
La Escuela tuvo carácter pluridisciplinar y en ella participaron científicos de distintos países que investigan temas relacionados con el alzhéimer. Los alumnos también presentaron sus trabajos de tesis doctorales
Les resumí las ideas emanadas de los científicos que participaban en la Escuela. Pero no caí en el engaño del sensacionalismo y les conté la verdad: la proteína amiloide y tau no son la causa de la enfermedad (como se ha creído durante 30 años), sino su consecuencia. Por tanto, hasta que no conozcamos el origen de la enfermedad tampoco sabremos desarrollar una terapia efectiva. Afortunadamente, se están invirtiendo cada vez más cuantiosas sumas en la búsqueda de dianas terapéuticas alejadas del dogma amiloide/tau. Y esto abre esperanzas para el diagnóstico y tratamiento precoz de la enfermedad.
Nadie mejor que una alumna, Alba González García, para describir la atmósfera de la XVIII Escuela de Farmacología “Teófilo Hernando”: “Enhorabuena por la organización del curso. Ha estado muy bien, con variedad en el tema de las charlas y en la procedencia de los ponentes (nacionalidad, instituciones).
Uno de los factores que me motivó a venir a este curso fue su carácter internacional; he aprendido muchísimo, no solo sobre hipótesis y nuevas ideas en la enfermedad de Alzheimer, pero también sobre ciencia en general, de profesores y resto de estudiantes. Ha habido muy buen ambiente, los profesores han estado muy cercanos y motivadores y me han dado muchas ganas de continuar en la ciencia”.
Quiero terminar con un apunte poético, haciendo honor al primer secretario general cofundador de la UIMP, el poeta Pedro Salinas, que tanto y tan bien cantara al amor: “¡Si me llamaras, sí; / si me llamaras! / Lo dejaría todo…”. En el curso de esta edición décimo octava, como en las anteriores, estudiantes y profesores leían alguna poesía de sus poetas favoritos. Formación para el intelecto, pero también para el alma. ¡Espíritu de la UIMP!