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Diversos estudios han demostrado en los últimos años la asociación entre el consumo de soja y la reducción del riesgo de padecer cáncer de mama. Esto es así porque la soja contiene unas moléculas llamadas isoflavonas que presentan propiedades similares a las de los estrógenos. La presencia de estas moléculas previene, además, de otros trastornos y enfermedades como la osteoporosis.
En uno de los últimos congresos de la Sociedad Española de Senología y Patología Mamaria se puso de manifiesto que el consumo de las isoflavonas es significativamente superior entre las mujeres orientales. Las tasas de cáncer de mama y endometrio en estas mujeres es también notablemente inferior que en las occidentales. El consumo medio de estas moléculas de soja en la mujer oriental es de 40 mg, mientras que el de la mujer occidental no llega a 5mg.
La soja contiene unas moléculas llamadas isoflavonas que presentan propiedades similares a las de los estrógeno
El jefe clínico de Ginecología del Hospital Clínico de Valencia, el Dr. Antonio Cano, ha comentado en alguna ocasión la eficacia de estas partículas. Dicha eficacia se debe a “que poseen una estructura química que, sin ser hormonas, se difunden en el organismo de la mujer supliendo el papel de los estrógenos, cuya ausencia durante la menopausia provoca la aparición de sofocos, sudoraciones y enfermedades cardiovasculares, cáncer y osteoporosis”.
Por otro lado, un estudio publicado en Cmaj revelaba que la ingesta de estas moléculas de la soja se asocia a un riesgo más bajo de recaída entre las pacientes posmenopáusicas. Este estudio analizó la ingesta de isoflavonas en 524 pacientes que habían pasado por una cirugía de cáncer de mama. En las pacientes posmenopáusicas el riesgo de recaída fue significativamente más bajo en el cuartil con mayor ingesta de isoflavonas.
El informe concluía que “la evidencia epidemiológica sugiere que la exposición a altas concentraciones de las isoflavonas de la soja durante la adolescencia puede tener un efecto protector en relación con el cáncer de mama durante la edad adulta”. Y reconocía que “hay una evidencia creciente de que las isoflavonas de la soja pueden tener un efecto protector en la iniciación y progresión del cáncer de mama porque inhiben la producción local de estrógenos en los precursores del tumor en circulación”.
Un estudio publicado en Cmaj revelaba que la ingesta de estas moléculas de la soja se asocia a un riesgo más bajo de recaída
Según los investigadores del estudio Xinmei Kang, Qingyuan Zhang, Shuhuai Wang, Xu Huang y Shi Jin; estos resultados son importantes “a la hora de recomendar la ingesta de soja junto con la terapia endocrina”. Estos resultados corroboraron los de otro estudio epidemiológico citado por estos investigadores. Dicho estudio demostró que el riesgo de recaída se reducía con el aumento del consumo de isoflavonas para los tumores que fueran receptores positivos de estrógenos y progesterona. En cambio no se demostró para aquellos tumores receptores negativos de estrógenos y progesterona.
Aunque todavía se necesitan estudios más completos, actualmente estas moléculas tienen “un perfil extraordinariamente prometedor”, en palabras del Dr. Cano. Especialmente frente al cáncer hormonodependiente como el de mama y endometrio. Por esta razón, los expertos recomiendan administrar dos dosis de soja al día; una por la mañana y otra por la tarde. De esta forma se podría asegurar que se mantienen de forma constante los niveles de fitoestrógenos, especialmente durante la menopausia.