..Cristina Cebrián.
La seguridad del paciente es y será un principio fundamental de la atención sanitaria. Así lo indica la Organización Mundial de la Salud (OMS) y así lo consideran los expertos en esta área. Sin embargo, sigue siendo necesaria una buena formación en seguridad del paciente por parte de los profesionales sanitarios.
Para el Dr. Jesús María Aranaz, jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Ramón y Cajal; y director del Máster Universitario en Gestión de la Seguridad Clínica del Paciente y Calidad de la Atención Sanitaria de UNIR; esta área todavía no ha entrado con fuerza en el ámbito académico. Su importancia radica en el grado de peligrosidad inherente a cada paso del proceso de atención de salud. Así, la mejora de la seguridad del paciente requiere de un esfuerzo complejo por parte de todo el sistema sanitario.
¿Por qué es necesario que los profesionales sanitarios se formen en el área de seguridad del paciente?
Hay varias razones. La primera viene condicionada por la magnitud del problema. Los problemas de seguridad del paciente son la tercera causa de muerte en EE.UU. Además, ocupa un lugar destacado no solo en muertes sino también en morbilidad.
Por su frecuencia, magnitud e impacto, es necesario abordar este problema. Para ello, la mejor manera de hacerlo es con profesionales capacitados y cualificados. Además, la OMS considera que la seguridad del paciente es una prioridad en todo el mundo. De hecho, es uno de los trece problemas importantes a atajar y esto no es casualidad.
La seguridad del paciente se puede abordar desde la intervención de los profesionales y de las organizaciones. Para ello, debemos contar con profesionales capacitados
En 2017 la OMS planteó el tercer reto en seguridad del paciente, que era el uso seguro del medicamento. Todo ello con el propósito de que, en dos años, se redujesen a la mitad los problemas asociados al uso del medicamento. Además, se planteó el día 17 de septiembre como el Día Mundial de la Seguridad del Paciente.
Es un problema que se puede abordar desde la intervención de los profesionales y de las organizaciones. Para ello, debemos contar con profesionales capacitados. Desgraciadamente, hasta la fecha no es un cuerpo de doctrina que se explique convenientemente en ciencias de la salud. Esto no quiere decir que no haya programas universitarios que enseñen estas materias en el grado de ciencias de la salud. Pero todavía no ha entrado con la suficiente fuerza en la academia.
Por tanto, hoy tenemos unos profesionales activos y, los más jóvenes, ya han recibido una inmersión en esta doctrina. Sin embargo, los no tan jóvenes no han recibido ninguna versión en esta cuestión. Por tanto, hay que hacer esfuerzos y así lo recomienda la propia OMS. En España también lo recomienda el Ministerio de Sanidad con el acuerdo de las CC.AA. Estoy convencido de que la seguridad del paciente, en breve, formará parte de una de las áreas de capacitación de muchos especialistas. Entre ellos, los de medicina preventiva y salud pública.
El único programa máster acreditado por la ANECA en esta materia es el Máster de Gestión de la Seguridad Clínica del Paciente y Calidad de la Atención Sanitaria de UNIR
No existen programas reglados y homogéneos en el grado de ciencias de la salud, aunque sí hay en el posgrado. En nuestro país, el único programa máster acreditado por la ANECA en esta materia es el Máster de Gestión de la Seguridad Clínica del Paciente y Calidad de la Atención Sanitaria de UNIR. Como director del máster, en su concepción tuve en cuenta todas las recomendaciones nacionales e internacionales. En particular, seguí con mucha precisión la guía curricular de la OMS para la formación en esta materia.
Tener unos profesionales capacitados en su área específica de conocimiento pero también en esta materia, permite que su actitud sea mucho más positiva. Además, si conocen bien las herramientas y habilidades de comunicación, será mucho más fácil mejorar esta situación. Así como actuar preventivamente frente a los errores de los propios profesionales y también de los fallos del sistema en general.
¿Cómo debe manejar el profesional sanitario una situación de crisis?
El resultado de la atención sanitaria se asocia a tres actores: profesionales, pacientes y organización sanitaria. En función de la vulnerabilidad de los pacientes, habrá más o menos riesgo. Hay que tener en cuenta que, en nuestro sector, los sistemas ya son inteligentes. Por ello, es muy necesario y complejo que estos profesionales sepan prevenir el error. Hay veces que, consecuencia de la atención sanitaria, no se ha podido evitar y estamos ante un mal resultado.
En la comunicación de un resultado grave para el paciente debe darse respuesta a por qué ha ocurrido y qué factores han influido
El profesional sanitario es quien informa sobre este mal resultado a pacientes y familiares. Por eso, tiene que tener habilidades para comunicarlo. Y también para explicarle con claridad qué va a ocurrir después.
Es conveniente que las propias organizaciones hagan esto de forma proactiva, que sirva para aprender y mejorar. En la comunicación de un resultado grave para el paciente debe darse respuesta a por qué ha ocurrido y qué factores han influido. Pero también sobre qué van a hacer para que eso no se repita y cómo le van a prestar la atención consecuente.
Hoy en día existen suficientes guías disponibles sobre esto. Por ejemplo, nuestro grupo de investigación desarrolló recomendaciones de actuación ante un evento adverso grave. También de atención a la segunda víctima, que es el profesional sanitario implicado en el problema y que sufre por ello.
Así, ofrecemos herramientas y técnicas de comunicación para afrontar el problema. También tenemos recomendaciones específicas para las organizaciones. Para que, en lugar de utilizarlo de manera beligerante, se haga de manera positiva y apoyen al profesional. Nos queda mucho camino por recorrer y no hay que bajar la guardia. Hay que seguir trabajando en esta materia para que el profesional pueda dar la mejor respuesta.
Se habla mucho de seguridad del paciente pero no tanto de la seguridad del profesional sanitario, ¿realmente los profesionales son conscientes de la responsabilidad civil que conlleva su trabajo?
El profesional sanitario tiene muchas responsabilidades: civil, administrativa, ética, etc. El problema es que, en muchas ocasiones, la sociedad no ha sido lo suficientemente abierta a esta cuestión. No siempre ha estado al lado del profesional. Además, una de las tentaciones ha sido que, si hay un problema, se oculta. Pero el profesional sanitario se ha dado cuenta de que eso no conduce a nada.
Cuando aparece en escena la seguridad del paciente como interés profesional, el escenario cambia por completo
También hay que tener en cuenta que el profesional, a lo largo de la historia, ha estado preocupado por los resultados en salud. Sin embargo, considerar los riesgos que conlleva es algo mucho más reciente. No solo para defenderse ante ellos, sino para superarlos, gestionándolos convenientemente y promocionando la seguridad del paciente.
Además, hay ocasiones en las que el profesional sufre la pena de banquillo. Si se cuestiona su resultado, automáticamente se cuestiona su profesionalidad. Aunque su actuación haya sido impecable, mientras se resuelve el conflicto, sufre la pena de banquillo. En general, cuando aparece en escena la seguridad del paciente como interés profesional, el escenario cambia por completo. El profesional se siente más comprometido con esta cuestión.
¿Existe margen de mejora en los centros sanitarios españoles con respecto a la seguridad del paciente?
Si, mucho. Las posibilidades de mejora hay que posicionarlas en el nivel en el que se conoce el problema y sus posibles soluciones. Si no se conoce el problema ya no hay posibilidades de mejora. Y si no se analiza, tampoco.
La incidencia de eventos adversos relacionados con la atención sanitaria en hospitales españoles se posiciona en el 8,4%
En España tenemos varios diagnósticos de situación. Sabemos que la incidencia de eventos adversos relacionados con la atención sanitaria en hospitales españoles se posiciona en el 8,4%. También en el 9% si consideramos los pacientes con eventos adversos consecuencia de la atención recibida anteriormente. Son muy similares en el ámbito internacional. De hecho, la OMS señala que uno de cada diez pacientes hospitalizados tendrá un evento adverso.
En cuanto a la atención primaria, la frecuencia es mucho menor y no es comparable el riesgo que asume un paciente hospitalizado que el de una consulta externa. Al contrario, en España se va a más al médico que al cine. Por tanto, hay más posibilidades de tener eventos adversos. Por otro lado, las residencias sociosanitarias también presentan riesgo, ya que hay muchos pacientes pluripatológicos y polimedicados.
En España tenemos un diagnóstico de situación en los tres escenarios. Se trata de los estudios ENEAS, APEAS y ARCAS. Esto sirvió para orientar los sucesivos planes de calidad del ministerio. Así como para orientar la primera estrategia de seguridad del paciente, tanto nacional como autonómica. Por ejemplo, en Madrid ya hemos superado la mitad de esta estrategia.
Es muy importante la carga de enfermedad asociada a ese problema y el sufrimiento humano. Esto es lo que nos preocupa a los profesionales sanitarios
En cuanto a la incorporación de nuevas tecnologías, hay que tener en cuenta que aunque son avances, también conllevan un riesgo. Esos riesgos se deben analizar y clarificar para establecer una mejora de uso. Si no se analizan los riesgos, no podremos establecer medidas preventivas.
¿Qué impacto clínico, económico y social conlleva aplicar protocolos de seguridad?
El impacto económico se estudia en base al coste de la atención sanitaria requerida para resolver el problema. En el estudio ENEAS de 2005, el cálculo de estancias añadidas a la hospitalización consecuencia del evento adverso era importantísimo. De hecho, para resolver los problemas condicionados por los eventos adversos, serían necesarios seis hospitales dedicados solo a esa materia. Esto da idea de la magnitud del problema.
Por otro lado, es mucho más importante el impacto social. Porque, cuando un profesional se ve implicado, la pena de banquillo mencionada es muy larga. Además, esto tiene un impacto en la propia organización sanitaria. Por ejemplo, en el tiempo que tarda la organización en reestablecer esa mala imagen. Esto también es muy costoso y dificulta la práctica clínica en ese periodo.
Un mal resultado es consecuencia como mínimo de la interacción de tres factores: los profesionales, la organización y el paciente
También hay que considerar el impacto mediático, ya que la prensa enseguida se hace eco de los errores sanitarios. Sin embargo, ese resultado malo no se posiciona equilibradamente con el conjunto de los resultados prestados. Parece como si todos los pacientes candidatos, por ejemplo, a una cirugía de cadera, fuesen a tener un problema. Aunque pueda darse, afortunadamente la frecuencia no es tanta como se dice.
Además, cuando el problema ocurre en niños, aunque el riesgo sea menor el impacto social y mediático es aún mayor. Es muy importante la carga de enfermedad asociada a ese problema y el sufrimiento humano. Esto es lo que nos preocupa a los profesionales sanitarios, porque se nos ha formado para ello. Para intentar resolver los problemas de los ciudadanos en cuanto al binomio salud-enfermedad.
¿Es necesaria la voz de los pacientes para llevar a cabo una buena gestión clínica?
Por supuesto, en realidad un mal resultado es consecuencia como mínimo de la interacción de tres factores: los profesionales, la organización y el paciente. El paciente no solo es que tenga más riesgo por tener más vulnerabilidad asociada; o por tener una polimedicación como respuesta a esa problemática. El paciente tiene que ser un miembro más del equipo asistencial. De no ser así, la comunicación será muy difícil.
Si el paciente no expresa con claridad su problema, difícilmente se le podrá dar la mejor solución
Si el paciente no expresa con claridad su problema, difícilmente se le podrá dar la mejor solución. Por tanto, tiene que ser un estrecho colaborador del equipo sanitario. También debe demandar la comunicación necesaria para poder seguir las recomendaciones del profesional sanitario.
Por último, el paciente no solo debe ser un miembro más del equipo asistencial, sino que debe ayudar en la coordinación de la atención sanitaria. Entre otras cosas, esto conseguirá una mayor adherencia a los cuidados. Por tanto, sin duda el resultado será mejor.