..Dra. Iria Miguens Blanco. Urgencióloga y directora de MUEjeres SEMES.
Los Servicios de Urgencias de este país reciben a diario cientos de pacientes los 24/7/365. Cada cierto tiempo saltan a la opinión pública, noticias sobre las agresiones a los sanitarios. En los últimos meses titulares, citemos, por ejemplo: “Una médico sufre dos agresiones en una semana por parte del mismo paciente”. “Agrede a una enfermera tras liberarse de las sujeciones mecánicas”. “Agarra del pelo y tira contra el suelo a su enfermera mientras le atendía”. “Un paciente recién operado, a puñetazos con sus cirujanos y la anestesista”.
Según datos del Observatorio Nacional de Agresiones a Médicos, los profesionales de la medicina sufrieron 490 agresiones el pasado año 2018, de las cuales el 59% corresponden a médicas. Uno de los ámbitos en el que más agresiones se producen es en los servicios de urgencias, más concretamente un 14% en urgencias hospitalarias.
Sobre el tipo de agresión los insultos a mujeres han sido del 60% frente al 40% en hombres y 55% en amenazas a mujeres frente al 45% en hombres. ¿Hasta dónde va a llegar esta lacra?
Uno de los ámbitos en el que más agresiones se producen es en los servicios de urgencias, más concretamente un 14% en urgencias hospitalarias
Como mujer y como médica, siento que cada día, me enfrento a mi trabajo con diferentes miedos, no miedos infundados, son miedos reales, justificados. Ellas acuden a nosotras maltratadas, acuden a nosotras golpeadas, acuden a nosotras esperando que demos respuesta lo antes posible a un trágico día a día que acabará por matarlas. Nosotras, impotentes y empáticas, sentimos un miedo insostenible, por ellas, por nosotras. La patología tiempo dependiente es nuestra especialidad, las de las urgenciólogas y urgenciólogos. Ellos nos entienden, pero ¿ cómo nos sentimos nosotras? Lo cierto es y no cabe discusión, lo sentimos de forma diferente. El sistema sanitario nos apoya, nuestros compañeros nos comprenden, pero todavía la sociedad es machista.
Gritos, agresiones verbales, físicas. Los datos hablan por sí solos. Se cuestiona nuestro trabajo. Se reditúa el componente rancio, obsoleto del “sexo débil”. La tranquilidad de saber que de guardia con nosotras hay un compañero “que impone”. Los mismos años de formación, una especialidad compartida, un contrato idéntico. Somos mujeres. A quién de nosotras no nos ha costado hacer distinguir que “no viene ahora el doctor, la doctora soy yo”. Esto ha pasado, pasa y ojalá pronto se erradique.
Ellas acuden a nosotras maltratadas, acuden a nosotras golpeadas, acuden a nosotras esperando que demos respuesta lo antes posible a un trágico día a día que acabará por matarlas
El componente educacional en la historia ha venido condicionando este tipo de comportamientos, no es una culpabilización individual sino colectiva. Nosotros, como sociedad, hemos sufrido y consentido lastres que golpean a día de hoy hasta de una forma literal. Basta ya.
Somos mujeres formadas, fuertes, dispuestas a afrontar cualquier reto. Quizás el más difícil el atender a víctimas de violencia de género en las que nos planteamos, ¿cuándo nosotras del otro lado de la mesa? Nos hemos decidido por la Especialidad en Medicina de Urgencias y Emergencias asumiendo la lucha constante por su reivindicación, como bandera el mejorar la calidad asistencial para nuestros pacientes. Hemos elegido ser urgenciólogas porque somos valientes y por supuesto, mujeres. No somos sus niñas ni el amparo de los gritos del machismo. Respétennos.