Rino Rappuoli (GSK): “En 2030 el impacto económico de las resistencias será tan importante como el del cambio climático”

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..J.P. Ramírez / V. Salinas.
Rino Rappuoli, jefe de Investigación y Desarrollo Externo en Vacunas de GlaxoSmithKline (GSK) es uno de los investigadores en vacunas más importantes del mundo. Su mayor contribución, la vacunología inversa aplicando la genómica, fue determinante para desarrollar la vacuna contra la meningitis B, entre otras.

¿Cuál es el impacto actual de la genómica en la investigación de vacunas?
Ha sido muy importante, ni siquiera empezamos un proyecto sin contar con la información genética. Para desarrollar una vacuna hoy ya sea frente a un virus, una bacteria o un parásito, siempre comenzamos a trabajar con la información genética del microorganismo. Podemos tener muestras de todos los países y entender si son los mismos o cambian en diferentes geografías. Analizamos esa información en el ordenador. Buscamos saber si la vacuna va a cubrirlo en todos los países. Por este motivo, buscamos antígenos que estén contenidos en diferentes geografías. A partir de ahí buscamos los protectores, los que generan inmunidad. Básicamente la genómica lo es todo, pero no solo para las vacunas. No podemos curar el cáncer sin conocer la información genética. 

Básicamente la genómica lo es todo, pero no solo para las vacunas. No podemos curar el cáncer sin conocer la información genética

¿Cuáles son los retos hoy en día en la fabricación de vacunas para la meningitis? 
Nos encontramos en una situación privilegiada. Contamos con vacunas conjugadas para los subtipos A, C, W e Y, y la vacuna para el B. Lo fantástico radica en que si usamos las dos, podemos proteger contras todas las formas de meningitis meningocócica. Es algo único y hemos trabajado durante un siglo para llegar hasta aquí. El reto es la recomendación.

En Reino Unido e Italia están vacunando a todos los recién nacidos. En muchos otros países no tienen políticas todavía y la población accede a través del mercado privado pero no están recomendadas para toda la sociedad. Muchos países están esperando a los resultados del estudio de tres años en Reino Unido para ver cuál ha sido el impacto. Los resultados de 2015 a 2018 han terminado y el análisis se ha hecho pero el informe aún no se ha publicado. 

¿Estará España entre esos países que lo incorporará?
Eso espero pero no puedo saber lo que hará España. La vacuna funciona y la enfermedad está ahí pero estas decisiones se toman por farmacoeconomía y en una enfermedad rara como la meningitis B, el beneficio económico global para un país es difícil de demostrar aunque creo que los modelos que están usando para ello son incorrectos. 

Nos encontramos en una situación privilegiada. Contamos con vacunas conjugadas para los subtipos A, C, W e Y, y la vacuna para la meningitis B

Tenemos una experiencia similar en Reino Unido: autorizaron la vacuna en 2013 y el primer informe del Reino Unido es que esta vacuna no era costo-efectiva. Desde asociaciones de padres escribieron 50.000 cartas al Ministerio de Sanidad diciendo que si el gobierno solo pudiera subvencionar una vacuna que pusieran la del meningococo B. Cuando un niño se infecta por un rotavirus, lo peor que puede pasar es que lo ingresen en el hospital pero con la meningitis puede morir. Cuando haces farmacoeconomía a nivel gubernamental, este componente no está incluido pero sí está muy incluido en la mente de los padres. 

En cuanto a las resistencias antimicrobianas, ¿pueden reducir la efectividad de las vacunas existentes? 
No, no reduce la efectividad de las vacunas. Se han subestimado las resistencias antimicrobianas. Existe un informe que advierte que en 2030 el impacto económico para el planeta será tan importante como el del cambio climático. La única manera de frenar este problema pasa por contar con más vacunas. No tengo nada contra los antibióticos. Son importantes y los necesitamos, pero cuando empezamos a usar un antibiótico, cinco años después nos encontramos con una resistencia y necesitamos uno nuevo, y otro, y otro… Esto no era un problema en los 70 o en los 80 porque descubrir nuevos antibióticos era fácil. Ahora es diferente. No hemos descubierto uno nuevo desde 1984, la cartera está vacía y el problema es mayor. 

Se han subestimado las resistencias antimicrobianas. La única manera de frenar este problema pasa por contar con más vacunas. No tengo nada contra los antibióticos

Las vacunas pueden ayudar. En la viruela, con la vacunación se eliminó la resistencia. En difteria, tétanos, sarampión o paperas también. Las vacunas desarrolladas, si son exitosas, básicamente erradican la enfermedad sin generar resistencia. También necesitamos antibióticos cuando el paciente enferme. Recientemente edité un suplemento especial para el Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA pidiendo más vacunas. El problema es el mismo que con el meningococo. Las políticas de salud deberían incluir el desarrollo de vacunas para frenar las resistencias. Resulta casi imposible conseguir financiación para desarrollar una vacuna con unas previsiones que auguran un bajo mercado. En 2030, cuando el problema sea mayor, la sociedad estará dispuesta a pagar por estas vacunas. 

En una enfermedad rara como la meningitis B, el beneficio económico global de una vacuna para un país es difícil de demostrar

La generación de nuestros padres no se podía permitir ser antivacunas con enfermedades tan cercanas como la poliomielitis. ¿Cuál debe ser el abordaje frente al pensamiento antivacuna? 
Necesitamos hacer mejor educación porque lo has expuesto exactamente. Hemos cometido un gran fallo porque todavía contamos las mismas historias sobre vacunas que solíamos contarle a mi madre cuando sí tenía compañeros con polio. Pero las nuevas generaciones nunca han visto la polio, y les seguimos contando las mismas cosas y no lo entienden. A no ser que cambiemos la forma de comunicar, pienso que vamos a seguir teniendo un problema. 

A no ser que cambiemos la forma de comunicar, pienso que vamos a seguir teniendo un problema con las vacunas

Creo que deberíamos educar no a los padres, porque ya es tarde, sino a los niños, tenemos que empezar desde las escuelas y que entiendan que su esperanza de vida de 85 años o más es porque las vacunas están ahí. Sin vacunas volveríamos a tener una esperanza de vida de 50 años o menos. Esa es la forma de hacer las cosas. Los niños son los únicos que pueden convencer a sus padres. 

Tenemos las vacunas pero sigue muriendo mucha gente de enfermedades vacunables en todo el mundo. ¿Es el acceso a las vacunas la última barrera? 
Tenemos un programa de salud global porque sentimos que es nuestra responsabilidad trabajar también en esas enfermedades para las que tenemos la solución técnica. Muchas de estas enfermedades están solo presentes en países de ingresos bajos donde no hay suficiente retorno en investigación para una compañía como GSK. En Siena tenemos un instituto, GBGes, completamente dedicado a desarrollar vacunas que están presentes solo en países con bajo nivel de ingresos. Este instituto hace la parte científica inicial, prueba las vacunas en fase 1 y 2, y ve que funcionan. 

Llevamos la investigación hasta ese punto y después transferimos la tecnología de forma gratuita a una planta para la que la vacuna sí es sostenible y puede ser un buen negocio. Para una compañía como nosotros no es sostenible, pero sí puede serlo para una compañía por ejemplo, de India, con menores costes de producción. Entonces las vacunas pasan allí a fase 3 y a comercialización. Lo único que pedimos es que hagan las vacunas accesibles a la población necesitada a un precio asequible. De esta manera creemos que estamos contribuyendo con nuestro conocimiento.

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