..Dr. Ricardo Martino, jefe de la Unidad de Atención Integral Paliativa Pediátrica del Hospital Infantil Niño Jesús.
Los residentes están en huelga. Han optado por esta acción para conseguir mejoras formativas y laborales. Una huelga intermitente (un día a la semana), indefinida y acatando, como es preceptivo, los servicios mínimos para la atención urgente. Es verano y los rebrotes del coronavirus están haciendo que las instituciones y lo sistemas sanitarios se estén preparando para afrontar una eventual reactivación de la pandemia en España.
En todas partes se han elaborado planes de contingencia donde los residentes ocupan (como ya lo hicieron en los meses pasados) un papel esencial. Las manifestaciones y las reuniones masivas están limitadas por las medidas de salud pública. Tan es así que todos los congresos médicos se han aplazado sine díe o han cambiado a modalidades virtuales. La enseñanza y la actividad clínica están cambiando a pasos agigantados para adaptarse inevitablemente al nuevo siglo. La pandemia no ha hecho más qué acelerar los procesos.
Yo también fui residente entre los años 90 y 93. Y también hice huelga. De hecho, dos, con la misma reivindicación: las mejoras salariales progresivas por año de residencia
La inmediatez, la penetración y la capacidad de reacción a favor o en contra de un hecho o de una declaración que posibilitan las redes sociales no tiene precedentes. De hecho, el uso de Twitter se ha convertido en el canal habitual para crear opinión púbica, antes de que haya “opinión publicada” en los medios tradicionales. Entonces, ¿para qué una huelga?
Yo también fui residente entre los años 90 y 93. Y también hice huelga. De hecho, dos, con la misma reivindicación: las mejoras salariales progresivas por año de residencia. La primera, en la que se acataron los servicios mínimos, no consiguió nada. No tuvo ningún impacto. En la segunda, sabiendo que la responsabilidad asistencial recaería sobre los médicos adjuntos y el paciente no quedaría desasistido, no se acataron los servicios mínimos. El sistema no aguantó y se consiguieron los objetivos.
En España, aunque el derecho a la huelga está recogido en la constitución, nunca se ha llegado a legislar sobre ello, y ha habido tiempo y oportunidad
Y antes de eso fui estudiante de medicina. Y también hicimos huelga en 1987 por el futuro de los licenciados de medicina y la posibilidad de que, sin acceso al MIR, nadie pudiera ejercer como generalista. Fue una huelga indefinida, de muchos meses de duración, con acciones públicas en las calles, en las carreteras, en instituciones públicas… Hasta fuimos candidatos al Parlamento Europeo. Muchos estudiantes perdieron el curso a pesar de los apoyos prometidos por muchas universidades. Al final el sistema MIR se ha impuesto como única forma de acceso a los puestos públicos de medicina comunitaria. Y probablemente sea la mejor opción.
Pero todo eso sucedió en el siglo pasado. Nunca más he vuelto a participar en una huelga de personal sanitario. La huelga es una medida de protesta nacida en una época de desarrollo industrial y aparición de reivindicaciones laborales de un sistema de producción. Posteriormente se ha utilizado en el mundo para hacer oposición política. Creo que la huelga como modalidad de protesta pertenece a un mundo del pasado. De hecho, en España, aunque el derecho a la huelga está recogido en la constitución, nunca se ha llegado a legislar sobre ello, y ha habido tiempo y oportunidad.
Utilizamos la situación de enfermedad, indefensión, desvalimiento y necesidad de los pacientes para “ejercer presión”. ¿Es eso admisible?
Pero, además, en la huelga todos salen perjudicados: no solo las empresas o instituciones, los propios trabajadores que dejan de percibir su salario y, por supuesto, y en primer lugar, el destinatario final de los servicios de esas instituciones. En el caso de las huelgas sanitarias es el paciente. Utilizamos la situación de enfermedad, indefensión, desvalimiento y necesidad de los pacientes para “ejercer presión”. ¿Es eso admisible?
Hace un par de años estaba como acompañante en las urgencias de un gran hospital de Madrid. En una de las salas había pacientes en sillones, pendientes de diagnóstico, a la espera de pruebas complementarias y con tratamientos intravenosos. En esa situación apareció un representante de un sindicato sanitario pidiendo firmas para solicitar más personal a la administración correspondiente.
Honestamente creo que, el tiempo de las huelgas, ha pasado. La iniciativa ciudadana, profesional, sindical o política tienen a su disposición medios de comunicación y de acción y con un alcance en las repercusiones nunca imaginado
Cuando se me acercó para solicitar mi participación, respiré profundamente, me identifiqué como médico del sistema público y, en voz baja le afeé su actividad explicándole que se estaba aprovechando de la situación de necesidad de los pacientes para obtener firmas que, en sentido estricto, no se habían otorgado con libertad. (Lo que, si fueran para un contrato de cualquier clase lo invalidarían). Le dije que, desde mi punto de vista, estaba abusando de su posición y ejercía una suerte de coacción sobre los pacientes.
Leía, en relación a esto, unas reflexiones de Gonzalo Herranz publicadas en una web de la Universidad de Navarra: “La huelga, en sus variantes suaves y moderadas de suspensión parcial y por tiempo breve del trabajo sanitario, resulta un instrumento poco eficaz para forzar la concesión de las reivindicaciones salariales u organizativas. Si la huelga se endurece en su intensidad o se reitera una vez y otra, pierde apoyo popular, pues se hacen mucho más patentes, a los ojos del público, los daños reales que los beneficios futuros”.
Adaptémonos al presente también en esto y podremos evitar que “la ficha del paciente” sea empujada por las acciones de protesta
Honestamente creo que, el tiempo de las huelgas, ha pasado. La iniciativa ciudadana, profesional, sindical o política tienen a su disposición medios de comunicación y de acción y con un alcance en las repercusiones nunca imaginado ni en la época de las huelgas generales ni de las manifestaciones más numerosas.
Adaptémonos al presente también en esto y seguro que, en ese efecto dominó necesario para conseguir los objetivos, podremos evitar que “la ficha del paciente” sea empujada por las acciones de protesta.