..Luis de Haro. Director general de iSanidad
Son juguetes rotos porque son utilizados para confirmar las posiciones ideológicas preestablecidas. En el momento que no se alinean pasan al olvido, no importa su opinión, su conocimiento o su experiencia. Médicos, enfermeras y farmacéuticos se han convertido en escudos humanos de unos dirigentes políticos totalmente perdidos. La distancia entre la sociedad y los dirigentes políticos es cada vez mayor. Lo peor de la crisis es los gobiernos centrales y autonómicos todavía tienen largas legislaturas
Al inicio de la pandemia la sociedad salía a las 20.00 horas a aplaudir a los balcones en toda España. Sonaban los acordes de la admiración y el respeto por unos sanitarios que se dejaban realmente la vida por sus pacientes. Una desconocida enfermedad, Covid-19, producida por un virus caprichoso y explosivo dejaba casi mil muertos diarios. Los sanitarios encarnaban los héroes anónimos que luchaban en una guerra contra un enemigo desconocido y despiadado.
Médicos, enfermeras y farmacéuticos son juguetes rotos del Covid, son utilizados para confirmar posiciones ideológicas preestablecidas
Tras los primeros días de convulsión los propios profesionales quisieron cambiar esos aplausos por algo mejor. Preferían medios para la lucha contra el Covid y una estrategia. Pasó la primavera y el verano quedó en el olvido entre “palmaditas” de unos y otros. El tiempo se ha perdido y se ha avanzado muy poco en la estrategia y en la preparación de la lucha contra la segunda ola. El hecho de comparar la situación con el mes de marzo es per se una derrota. Médicos, enfermeras y farmacéuticos están en sus puestos sin saber si su futuro es el mismo que entonces. Han pasado de protagonistas de la crisis a ser los juguetes rotos. Nadie les atiende o escucha sus necesidades, simplemente se les utiliza.
Hay un Real Decreto que les humilla, una subida salarial “vergonzosa”, unos refuerzos prometidos que no llegan… y lo peor es que no se vislumbra un futuro mejor. Sin embargo, cada día es una tragedia porque los infectados se cuentan por decenas de miles y el número de fallecidos es impactante.
La luz de la esperanza está puesta en los comités científicos, esos a los que aluden los gobiernos para “confirmar” sus estrategias. Pero la realidad es que los científicos, los profesionales son buenos si están a favor del gobierno de turno, y son malos si están en contra. Mal futuro si la sociedad depende de unos partidos políticos que utilizan así a sus profesionales.