..Juan Pablo Ramírez.
El Dr. Gabriel Heras cree en lo que hace. Han pasado ya seis años desde que puso en marcha el Proyecto HUCI con el objetivo de avanzar en la humanización de la asistencia sanitaria y las unidades de cuidados intensivos, una necesidad que el coronavirus ha hecho aún más evidente. La flexibilización de los horarios, la incorporación de los familiares en la UCI y la integración de psicólogos que cuiden al profesional destacan entre las mejoras que ha introducido esta iniciativa. Una de sus mayores preocupaciones es que los pacientes no vuelvan a morir solos. Así lo puso de manifiesto también durante la jornada ¿Ha desplazado el Covid-19 la atención a otros pacientes?, organizada por la Fundación Asisa.
En un momento marcado por las fake news, el jefe de Servicio de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Comarcal de Santa Ana de Motril ha apostado por la divulgación. Recientemente ha publicado el libro En primera línea. Ha participado también en el documental 2020, “que muestra 60 días de la pandemia desde dentro de las UCI, las morgues, los controles policiales, los puestos de bomberos…”.
Llevamos ya años hablando de humanización, ¿qué importancia tiene en un periodo de pandemia?
La pandemia ha tirado por tierra lo que llevábamos seis años construyendo. Ha repercutido de forma negativa en las buenas prácticas de humanización, pero ha sido el mejor experto en marketing. El coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia de la humanización: que las familias participen, que haya una buena comunicación, el bienestar del paciente, el cuidado de los profesionales, las estructuras… Nadie se tiene que morir solo. Es algo obvio que ya sabíamos de antes pero el coronavirus lo ha puesto encima de la mesa. La necesidad de humanizar es vital para el sistema.
El coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia de la humanización: que las familias participen, que haya una buena comunicación, el bienestar del paciente, el cuidado de los profesionales, las estructuras
¿Qué acogida ha tenido el Proyecto HUCI?
La pandemia ha evidenciado que no solo debe mejorarse la atención en la UCI, sino en todas las áreas del sistema. Empezamos en 2014 y actualmente contamos con más de 100.000 seguidores en todo el mundo. Tenemos presencia en 25 países y nos hemos convertido en referencia a nivel mundial.
Estamos trabajando para elaborar recomendaciones y manuales de buenas prácticas en otros ámbitos. El objetivo es que la gente asimile el concepto, no queremos que la humanización sea algo como “la paz en el mundo”, un concepto etéreo que todo el mundo quiere pero que nadie sabe cómo ejecutarlo.
¿Pueden estar los familiares dentro de las UCI?
La familia, antes de la pandemia y siempre, quiere acompañar, tener esperanza y que seamos francos con la información. Entiende perfectamente la gravedad de la situación de sus familiares cuando se encuentran en cuidados intensivos, pero quieren sentirse familia y no ser visita. Por muy empático que un profesional sea, nunca va a poder sustituir el afecto de un padre hacia su hijo o de una pareja. Los sanitarios debemos facilitar esos encuentros y aprovecharnos de ellos porque cuando la gente está bien a nivel emocional, se recupera antes.
No queremos que la humanización sea algo como “la paz en el mundo”, un concepto etéreo
En la primera ola, como no había material, la norma fue la restricción. Esa manera de trabajar nos ha hecho muy infelices. A ningún profesional sanitario le gusta prohibir. Lo que tenemos que hacer es integrar a la familia en los cuidados. Tenemos así la oportunidad de enseñarles aspectos que van a poder aplicar cuando el paciente se encuentre en su casa.
¿Lo habéis podido aplicar en la segunda ola?
En la segunda ola ya hay materiales. Ya no hay excusa. Si les enseñamos a ponerse un equipo de protección individual, los familiares no se infectan. En la primera ola, algunas unidades de cuidados intensivos nos resistimos a la norma, porque estaba más basada en el miedo que en la ciencia. En junio se publicó el plan de desescalada de las sociedades de medicina y enfermería intensiva, donde el capítulo más extenso es la humanización. Este apartado resume las líneas más importantes del Proyecto HUCI. De hecho, ese capítulo está escrito por tres miembros del Proyecto. También ha defendido esto incluso la Federación Panamericana Ibérica. La humanización es una cuestión de necesidad, el coronavirus ha dejado al descubierto todas las vergüenzas del sistema.
¿Cómo puede impactar la flexibilización de los horarios?
Hay literatura abrumadora al respecto. Mejora el perfil de estrés de los pacientes, reduce la incidencia del delirio cuando el familiar está dentro, no hay aumento de infecciones ni mayor desgaste profesional… La familia quiere ayudar. Llevamos 30 años trabajando de una manera y cambiarlo requiere un proceso. Los cambios, en general, se gestionan mal. Pero tenemos que entender que los protagonistas son los pacientes y las familias.
Hay literatura abrumadora sobre flexibilizar los horarios en las UCI. Mejora el perfil de estrés de los pacientes, reduce la incidencia del delirio cuando el familiar está dentro, no hay un aumento de infecciones ni mayor desgaste profesional
Uno de los puntos del Proyecto HUCI es integrar a los psicólogos para hacer frente al burnout que sufren los profesionales. ¿Qué resultados se están obteniendo?
Durante la primera ola vimos que los equipos estaban destrozados. En España no hay psicólogos especialistas en cuidados intensivos. Diferentes fundaciones como Reale, MSD, AstraZeneca y la banca online Investor quisieron ayudar a los profesionales porque estaban sufriendo problemas de ansiedad, depresión, trastornos del sueño… Hicimos un proyecto de intervención durante dos meses con psicólogos expertos en situaciones de crisis y catástrofes.
Tuvimos diferente suerte. Hubo comunidades autónomas como Castilla-La Mancha que nos abrieron las puertas y otras que nos las cerraron. Pusimos un psicólogo en cada una de las unidades de cuidados intensivos del sistema público de Castilla-La Mancha. Dimos soporte emocional a 16 unidades de cuidados intensivos de España. Se han beneficiado 2.000 personas y se han hecho más de 700 intervenciones tanto a nivel grupal como individual. El cuidado emocional es fundamental. Históricamente, la sanidad española no había puesto el foco en cuidar al profesional.
Esta pandemia nos ha advertido sobre una necesidad: debería haber más psicólogos clínicos con especialización en cuidados intensivos, del mismo modo que hay psicólogos especializados en paliativos. También ha pasado en enfermería, porque no existe esa especialidad. En una UCI no vale que entre cualquiera a ayudar. Se pueden generar más problemas que beneficios. Son lecciones aprendidas de esta pandemia y los ministerios de Sanidad y Educación deberían crear plazas de profesionales especializados en cuidados intensivos. También resulta necesaria aumentar la oferta para médicos porque existe un déficit importante.
¿Cómo podemos mejorar la calidad de vida de los pacientes una vez que han recibido el alta de la UCI?
Esta es otra de las líneas de investigación del Proyecto HUCI: prevención, detección, seguimiento y manejo de los pacientes con síndrome postUCI. Estas personas tienen tres tipos de secuelas: físicas, emocionales y cognitivas. El sistema tampoco está preparado para atender a este tipo de pacientes que han existido toda la vida. Ahora hay muchos, porque el Covid es una enfermedad que provoca una estancia mediana de, por lo menos, un mes. Los pacientes quedan con polineuropatías, débiles y con diferentes trastornos.
La humanización es una cuestión de necesidad, el coronavirus ha dejado al descubierto todas las vergüenzas del sistema
Desde el Proyecto HUCI pusimos en marcha hace tres años el Grupo Ítaca, un grupo de investigación internacional para todos los países de habla latina. Sin embargo, durante la pandemia ha tenido que parar su actividad. Ahora está empezando a reiniciar sus trabajos y está viendo que hay pacientes con secuelas brutales y un sistema que no está preparado. A la gente se le sigue dando consulta a los tres meses y hay que ayudarla a recuperar su vida previa cuanto antes.
Cada vez está más presente la atención domiciliaria y en la residencia. ¿Hasta qué punto es posible acercar la UCI al domicilio?
Está muy claro que la sanidad va por ese camino. Cada vez hay más proyectos de atención domiciliaria. En cuanto a la pandemia, lo que ha ocurrido en las residencias de ancianos no tiene nombre. Desde el Proyecto HUCI estamos trabajando para mejorar esa atención en domicilios y en residencias. El coronavirus ha sido una linterna muy potente que ha enfocado todos esos problemas que ya existían. La gente se hartaba de decir que teníamos la mejor sanidad del mundo y ha quedado claro que tienen mucho margen de mejora.
¿Dónde tiene mucho margen de mejora? En la atención humanizada. La gente quiere que le curen, que le traten con los mejores medios, en las mejores instalaciones y con los mejores profesionales. Casi todo esto lo tenemos, pero debemos mejorar el trato. Hay que poner también el foco en la gente que se va a morir. El hecho de que la gente muera bien es un éxito del sistema, no es un fracaso. El fracaso es que la gente muera sola.
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