..J.P. Ramírez / A.G. Besada.
La desinformación ha surgido como uno de los grandes obstáculos en la lucha contra el Covid-19. Ya desde los primeros meses se oían voces que proponían una inmunidad de rebaño permitiendo que la mayoría de la población se contagiara. La directora general de Salud Pública de Cantabria, Paloma Navas, advierte de los riesgos que hubiera supuesto en esta entrevista con iSanidad, quien recientemente participó en el webinar ¿Cómo estamos gestionando la pandemia? organizado por la Fundación Asisa. Hoy la situación es diferente, existe un conocimiento mayor, pero aún existen problemas de desinformación. El ejemplo más evidente son las reticencias de parte de la sociedad sobre las vacunas frente al Covid-19.
Los riesgos que tiene el hecho de solo proteger a la población vulnerable y dejar al resto a expensas del virus, ¿qué consecuencias tendría para un sistema sanitario?
Por un principio de precaución cuando aparece una nueva enfermedad no es recomendable dejar que progrese. Esta supuesta inmunidad de rebaño no es prudente desde el punto de vista de la salud pública sin que conociéramos bien el tipo de inmunidad que produce la infección, si puede haber reinfección, si las reinfecciones tienen un curso distinto a la primera infección…
La supuesta inmunidad de rebaño no es prudente desde el punto de vista de la salud pública
Dejar que esta enfermedad campara a sus anchas podría significar una gran cantidad de población joven se infectara. Este grupo podría desarrollar secuelas, lo cual nos podría afectar incluso hasta nuestra fuerza del trabajo. Además, operativizar esta separación sería muy complicado y generaría grandes dilemas éticos, por ejemplo, que determinados niños o niñas, no pudieran acudir a la escuela o determinados sectores de la población sufriendo un aislamiento, comparado con otro sector de la población.
¿Podría haber sido mayor el colapso que sufrieron los servicios sanitarios?
Sabemos es que las medidas no farmacológicas que se han puesto en marcha, como son evitar los espacios de alta transmisión, como son los espacios interiores se han demostrado efectivas. Además, cada vez hay más evidencias científicas. Por ejemplo un artículo de Nature ponía de manifiesto que estos espacios cerrados eran responsables del 85% de los casos que habían tenido en ciudades como Chicago.
Realmente, la medida del confinamiento fue muy importante. A veces se nos olvida, pero no podemos analizar la situación de marzo como el conocimiento de diciembre. Estábamos desinformados porque en marzo uno de los artículos con más evidencia y con más tamaño muestral que provenía de China, con unas 80.000 personas, identificaba una tasa de mortalidad y una tasa de asintomáticos muy bajas, como un 1% de asintomáticos. Sin embargo, hemos evidenciado un 30%. Esa desinformación todavía apoya más, el que se tomaran estas medidas y que se sigan tomando, hasta que podamos asegurar una inmunidad de rebaño, pero no por vía infección sino por vía vacuna.
Las sociedades que mejor protegen contra el Covid, tienen también más protección en su PIB
¿Qué impacto está teniendo esta desinformación en la sociedad?
Hemos visto que cuando las personas dan por hecho que infectarse es algo irremediable y que incluso es bueno. Hemos escuchado expresiones como “total, lo vamos a pillar todos”. Lo hemos visto también con la reticencia vacunal. Es una desinformación muy peligrosa. Son mensajes que permean a una población que está muy cansada.
También hemos oído estos meses “mejor morir de Covid que morir de hambre”. No tiene sentido porque las sociedades que mejor protegen contra el Covid, tienen también más protección en su PIB. Así lo hemos observado en los gráficos. Estamos habituados a que si tenemos un dolor precordial nos asista ambulancia, es lo normal en España, en un colapso sanitario eso podría no ocurrir. Cuando un sistema sanitario colapsa, no solo se afecta a la atención pacientes Covid, sino también se afectan el resto de atenciones sanitarias. Proteger el sistema sanitario con medidas no farmacológicas es también una clave económica. Nos permite seguir siendo productivos, competitivos. Esta desinformación es muy preocupante y tenemos que combatirla siempre.
Tenemos estructuras demasiado débiles de promoción de la salud y de educación para la salud, pero debemos ponerlas en funcionamiento
Estamos viendo esta desinformación de una manera muy evidente sobre la vacuna. Las últimas encuestas nos hablan de casi el 40% de la población que no se van a vacunar hasta que no pase un tiempo.
Tenemos estructuras demasiado débiles de promoción de la salud y de educación para la salud, pero debemos ponerlas en funcionamiento y al máximo rendimiento para que la población entienda la seguridad de la vacuna. La situación nos va a permitir trabajar en paralelo, ir vacunando a todo el volumen de la población y a la vez ir trabajado en la reticencia vacunal. Trabajar estas reticencias contra las vacunas creo que es fundamental desde una perspectiva de comprensión y sin juzgar. Hay personas que no tienen la información suficiente y hay que trabajar sobre ello, escuchar cuáles son sus inquietudes y sus reticencias y poder argumentarlas y contestarlas con datos, con evidencias y con comprensión.
¿Qué medidas habría que abordar para fortalecer los servicios de salud pública y hacer frente a la situación en la que estamos ahora mismo, a la postpandémica y a futuras crisis que podamos tener?
Es muy complicado dar respuesta a una pandemia con una demanda brutal y a la vez construir un sistema. Se trata de un proceso lento. Los sistemas de salud pública han mejorado mucho en estos meses, pero lo han hecho bajo una situación de estrés bárbaro. Habría que hacer una hoja de ruta, contando con los especialistas de salud pública y con el resto de los profesionales de la salud.
Los sistemas de salud pública han mejorado mucho en estos meses, pero lo han hecho bajo una situación de estrés bárbaro
El objetivo es poder formar a todos los profesionales que necesitamos y que seamos capaces de atraer el talento a la salud pública. Es fundamental que las carreras profesionales en salud pública sean competitivas y con sueldos competitivos. Esto por supuesto pasa por un rediseño de los sistemas de salud pública para que esté bien dotados y tenga al personal suficiente. Además, habría que pensar en los sistemas profesionales que se necesitan en salud pública y también en hacer más salubrista a toda la profesión. Quizá la promoción de la salud, la educación para la salud o la epidemiología son ámbitos que quizá, no ocupan el suficiente espacio en la educación médica y que se han demostrado que son fundamentales.
¿Cómo fueron esos primeros días en que transcurre todo de una manera tan rápida y como decidís hacerle frente a la situación?
En Cantabria siempre hemos trabajado con la máxima anticipación que hemos podido. Ya en enero habíamos convocado un comité de alertas, desde la Dirección General de Salud Pública. De hecho, en aquellos primeros días, las dos primeras comunidades que decidieron poner medidas de cierre y de confinamiento dentro de sus posibilidades, fueron la Comunidad de Madrid y Cantabria.
Hay personas que no tienen la información suficiente y hay que trabajar sobre ello, escuchar cuáles son sus inquietudes y sus reticencias sobre las vacunas
Una medida interesante que hemos adoptado en Cantabria es el sistema de rastreo. Lo hemos construido con un sistema de información sólido, basado en el software específico de la Organización Mundial de la Salud, el Go.Data. Mientras los protocolos habituales miran los contactos de las 48 horas anteriores al positivo, nosotros vamos detrás hasta siete días. Hemos identificado que cuando rastreamos del día tres al cinco en las reuniones de familiares y de amigos encontramos un 37% de positividad.
La incidencia acumulada que se observa en Cantabria responde a una búsqueda muy activa de casos, lo que hace que nuestra curva se comporten de una manera distinta, pero sabemos que encontrar más casos, nos hace anticiparnos a futuros problemas porque son casos que dejan de estar circulando por la comunidad. Hemos podido evaluar, por ejemplo, lo que ha pasado en los puentes de noviembre, hemos podido hasta cuantificar lo que cómo nos han afectado el número de casos y esos gracias a todo el esfuerzo que hemos hecho con los sistemas de información.
Hemos ampliado el rastreo de cinco días a siete. Por eso se observa que la curva de incidencia acumulada de Cantabria baja mucho más despacio
Las fiestas de Navidad nos hacen prever una tercera ola, ¿cómo están trabajando ahí con los sistemas de información?
Hemos ampliado el rastreo de cinco días a siete. Por eso se observa que la curva de incidencia acumulada de Cantabria baja mucho más despacio que otras curvas porque no son comprables. Es decir, no podemos comparar curvas de comunidades que han empezado un pico pandémico antes que nosotros. Primero porque temporalmente no coinciden y segundo, tienen una estrategia distinta de rastreo porque eso marca muchísimo la diferencia. Es distinto si se están buscando casos a 48 horas o a una semana completa.
Se trata de levantar muchos casos para que cuando aumente el contacto social en la navidades tengamos el mínimo de casos reales. Si se profundiza en el rastreo, se obtiene un número más alto y una mayor incidencia, pero es un número más real. Aproximadamente, en el último mes, hemos multiplicado por un 120% los rastreadores para prepararnos para la tercera ola de enero. Hemos desarrollado ámbitos de vigilancia específicos: deportes, educación, residencias, laboral… Esperamos mantener la actividad, con las terrazas, los centros comerciales y las tiendas abiertas. En el norte no ha sido la tónica, porque en muchos casos ha sido necesario cerrar para controlar las infecciones. Nosotros hemos sido un poco diferentes, nuestro objetivo es mantener esa actividad económica constante.
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