..Juan Pablo Ramírez.
El dolor y el cáncer van unidos. Un 75% de los casos de dolor oncológicos son producidos por el propio tumor. En un 20% de los pacientes, el dolor aparece por el tratamiento oncológico. Así lo explica la Dra. Yolanda Escobar del Servicio de Oncología Médica del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid, en esta entervista con iSanidad con motivo del Día Mundial contra el Cáncer.
¿Qué características presenta el dolor irruptivo oncológico?
Las características fundamentales del dolor irruptivo oncológico son la rapidez de instauración (en 5-10 minutos alcanza su pico máximo), su elevada intensidad (habitualmente, por encima de 7 en una escala de 0 a 10) y la brevedad de su duración (entre 30 y 60 minutos, por lo general). Su condición habitual es la de presentarse en pacientes que ya tienen un dolor crónico controlado con opioides y hacerlo como un fenómeno diferente y superpuesto, que requiere su propio manejo.
Las características fundamentales del dolor irruptivo oncológico son la rapidez de instauración. En 5-10 minutos alcanza su pico máximo
Hasta un 70% de los pacientes oncológicos sufre dolor. Una de las formas de dolor más difíciles de controlar es el dolor irruptivo oncológico ¿qué alternativas terapéuticas existen para estos pacientes?
Para los pacientes con dolor irruptivo oncológico, aparte de un buen control del dolor basal o crónico, se necesitan fármacos que se adapten a las características descritas en la respuesta anterior, es decir, con gran rapidez de acción, gran capacidad analgésica y breve duración del efecto; estas cualidades solo las reúnen los opioides llamados ROO (de inicio de acción inmediata) cuyo prototipo es el fentanilo transmucoso en sus múltiples presentaciones.
¿Qué riesgo existe de que los medicamentos contra el dolor puedan interactuar con quimioterapias, terapias dirigidas, inmunoterapia?
En el caso de los opioides orales, ese riesgo es real si se comparten vías metabólicas con los fármacos antitumorales, aunque no suele haber consecuencias clínicas que alteren la posibilidad del efecto de dichos fármacos pero si la vía de administración evita el metabolismo de primer paso hepático, como ocurre con la parenteral, la transdérmica y la transmucosa, el riesgo de interacciones metabólicas desaparece porque el fármaco analgésico pasa directamente al torrente sanguíneo y actúa sobre su diana, los receptores opioides.
El primer objetivo terapéutico cuando estamos ante un paciente oncológico es el control de su cáncer; si es posible, la curación y, si no lo es, conseguir que viva el mayor tiempo posible y con la mejor calidad de vida
¿Cómo cambia la calidad de vida de estos pacientes un correcto abordaje del dolor?
El primer objetivo terapéutico cuando estamos ante un paciente oncológico es el control de su cáncer; si es posible, la curación y, si no lo es, conseguir que viva el mayor tiempo posible y con la mejor calidad de vida; para lograr que esa calidad de vida mejore o no se deteriore es esencial el control de los síntomas asociados al cáncer o a la toxicidad de los propios tratamientos y el dolor es uno de los más prevalentes y que más altera la posibilidad de hacer una vida normal, de ahí la importancia de una buena analgesia, correcta y precoz (en cuanto el paciente refiere el dolor).
Diferentes expertos han planteado que el dolor en muchas ocasiones debe tratarse como una patología independiente. ¿En el caso del paciente oncológico cómo debe abordarse?
En mi opinión, en el paciente oncológico el dolor no es una experiencia diferente sino íntimamente relacionada con la enfermedad. De hecho, un 75% de los casos de dolor oncológico son producidos por el propio tumor, de forma que la reducción de dicho tumor favorece el alivio del dolor per se; por otro lado, los propios tratamientos oncológicos (cirugía, radioterapia, quimioterapia) producen dolor hasta en el 20% de los pacientes; por lo tanto, el dolor y el cáncer caminan juntos y juntos se deben tratar con la misma importancia, la misma exigencia y deben hacerlo los mismos profesionales…
Para lograr que esa calidad de vida mejore o no se deteriore es esencial el control de los síntomas asociados al cáncer o a la toxicidad de los propios tratamientos y el dolor es uno de los más prevalentes
¿Existe una comunicación fluida entre las unidades de dolor y los servicios de oncología?
La comunicación entre servicios de oncología y unidades de dolor no sigue un patrón uniforme, pues depende de varios factores: las respectivas localizaciones físicas en el hospital (proximidad o lejanía), la disponibilidad de una atención rápida y protocolizada, el conocimiento de la cartera de servicios que cada uno ofrece y la facilidad de interacción entre el personal.
En la SEOM y en la SED estamos actualmente pendientes de los resultados de un DELPHI hecho en común que nos pueda ilustrar sobre la percepción mutua de la relación y las necesidades no cubiertas en el ámbito nacional con el objetivo de diseñar estrategias de mejora en beneficio del paciente.
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