Luis de Haro. Director general de iSanidad.
Las dimisiones en política son poco frecuentes. Hace tiempo que solo se suceden en situaciones extremadamente forzadas o en personas de una categoría humana casi extraordinaria. Sin embargo, a pesar de la situación de excepción, el Covid no está dejando las dimisiones que se esperaban.
De las pocas dimisiones que han dado, la más sonada se ha dado por adelantarse en la lista de la vacunación del Covid. El consejero de Sanidad de Murcia ha terminando “dando su brazo a torcer”. Después de todo un día dando explicaciones de por qué estaba bien haberse saltado los grupos de vacunación, finalmente también se descubrió la vacunación de su mujer. Demasiado fuerte como para seguir en el cargo. Una dimisión que ha sido como un linchamiento público por una actitud incuestionablemente incorrecta. La que no ha llegado es la de los alcaldes de la Comunidad Valenciana ni la de Javier Guerrero, consejero de Sanidad de Ceuta.
A pesar de la situación de excepción, el Covid no está dejando las dimisiones que se esperaban
Sin embargo, la dimisión más esperada es la de Salvador Illa. No se cuenta entre las dimisiones por el Covid, a pesar de que debería haber sido la primera. Si con más de 50, 60 o 70.000 muertos sigue defendiendo la gestión que has hecho, no sé, algo falla. A cualquier otro también le hubiera superado la situación, pero cualquier otro, probablemente hubiera dimitido.
Ni los datos de fallecidos y contagiados empeorando, ni la falta de un comité científico, ni las quejas por la falta de transparencia en la planificación de la vacunación, ni la compra de materiales defectuosos, los continuos fallos en las previsiones, las quejas de los profesionales… nada ha puesto rojo al ministro. Solo las elecciones en Cataluña le harán dimitir, y será por obligación y fuera de tiempo.
Salvador Illa no se ha puesto rojo por ninguno de los errores que se le achacan, solo se va por intentar ser presidente de Cataluña
Los profesionales se echan las manos a la cabeza porque si ellos trabajaran así se prescindiría de sus servicios. Sin embargo, aquí no dimite nadie, como si todo estuviera haciéndose bien. La necesidad de regeneración del sistema político es evidente. No se puede confiar en este tipo de personas que están al frente de la sanidad. ¡¡¡Vaya tropa!!!